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sábado, 14 de septiembre de 2024
Frenchman
Alvar Mayor: El tesoro de Yatzil-Itza
Batalla de Chacabuco
La serie Guerrillero fue publicada originalmente en la revista Intocable de Editorial Quimantú (1971 – 1973). Con los guiones de José Zamorano y Adrián Roca, y el trabajo de un equipo de dibujantes compuesto por Enrique Calvo, Juan Francisco Jara, Avelino García, Guillermo Varas y José Orellana, se reconstruye la acción guerrillera de Manuel Rodríguez en la época de la Reconquista Española (1814 – 1817).
Cupido en la pintura de Bouguereau
Ese ángel del amor llamado Cupido en 4 obras de Bouguereau.
Desde tiempos inmemoriales se estableció que estar enamorado es como estar hechizado. Tiene su lógica, pero ¿Quién es el brujo, el dios, el mago que provoca el hechizo? Hay una imagen ya icónica: Cupido, un pequeño niño ángel que aparece volando con delicadeza, pone una flecha en su arco y dispara hacia su víctima. La leyenda dice que tiene dos tipos de flechas: las de oro para infundir amor y las de plomo para quitarlo. Pero, ¿de dónde viene todo esto?
Cupido es el dios del deseo amoroso en la mitología romana (su equivalente en la mitología griega es Eros). No del amor, esa es su madre: Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Su padre es Marte, el dios de la guerra. Si bien esa es la versión más extendida, hay ciertas disputas: según Séneca, el padre es Vulcano, dios del fuego, y para Cicerón, es Júpiter, padre de dioses y hombres. Quizás el que mejor pintó a Cupido fue William-Adolphe Bouguereau, el artista que hoy nos convoca.
“El primer beso” (1890)
viernes, 13 de septiembre de 2024
Los pasajeros del viento (4) La hora de la serpiente
Kull de Atlantis: La bruja del odio
El joven guerrero intentó llegar a Thuria pero fue capturado por los lemurios y pasó un par de años como esclavo de cocina antes de recuperar su libertad durante un motín. Luego llevó una vida de pirata hasta los veinte años. Su valentía en el combate le permitió convertirse en capitán de su propio barco, y conseguir una temible reputación en los mares que rodean Atlantis y Thuria. Perdió su barco y su tripulación en una batalla naval frente a las costas de Valusia, pero una vez más sobrevivió. Vivió en Valusia como ladrón, pero pronto acabó encarcelado.
Sus captores le ofrecieron la alternativa de ser ejecutado o servir como gladiador. Eligió la segunda y demostró ser un eficaz combatiente, lo que le aportó suficiente fama como para recuperar su libertad. (Fuente)
Kull El conquistador
El Reino de las Sombras
El Valle de las Sombras
La Calavera y el Gato
Los Tesoros del Rey
Odia a la bruja
Miniserie
Kull 3D
La bruja del odio
Revista Magma N°1
Roma (2) Vencer o morir
“Buena suerte”, de Edmund Leighton
FUENTE:
Su madre no quería que el pequeño Edmund siguiera el camino de su difunto esposo. No quería. Por eso, a los quince años le consiguió un puesto en una empresa de té de Londres. Pero cuando el destino está escrito bajo la piel es muy difícil torcerlo. El muchacho se la pasaba dibujando en sus ratos libres. A los 17 ya tenía un talento notable, entonces comenzó a estudiar. Si no podía dejar el trabajo, estudiaría después de la jornada.
Así fue que empezó a tomar clases nocturnas en South Kensington. “El dibujo es la columna vertebral de todo”, dijo una vez. Empezó dibujando; la pintura vendría después. Luego se unió a una Escuela de Bellas Artes donde recibió precisas instrucciones de Thomas Heatherley. Todo esto lo cuenta Rudolph De Cordova en un artículo público en la revista Windsor, en su número de diciembre de 1904.
II
Una anécdota de Cordova. Hay un niño muy bonito posando como modelo en el estudio. Edmund Leighton lo dibuja sobre el papel con la mayor precisión posible. Pero algo anda mal. Heatherley, que acaba de entrar al aula para hacerles observaciones los estudiantes, se lo marca: el tamaño de la cabeza es más pequeño que el modelo. “Lo sé, pero me temo que no puedo modificarlo ahora”. “¿Por qué? ¿Acaso no tienes goma de borrar?”, pregunta el profesor con una sonrisa.
“Oh, sí, tengo goma de borrar, pero me temo que es demasiado tarde; el modelo se irá en menos de una hora”. Entonces Heatherley le dice que “en el arte nunca es demasiado tarde para alterar tu trabajo si está mal”. Leighton pensó un segundo y dijo: “Gracias”. Y se puso a mejorar su dibujo que, aunque sólo era un trabajo de práctica, merecía todo la atención y el detalle posible. Debía dejar todo en cada obra. Y esa enseñanza le quedó grabada para siempre.