Hasta cuando salpica sangre hay belleza.
Genial. Estoy mirando en Netflix esta serie ambientada en el siglo XVII en la cual la venganza es el propósito de la protagonista disfrazada de hombre. Mizu cree que una vez que se vengue, tendrá paz. ¿Lo logrará, se vengará, tendrá paz? Lo primero es posible...
Revista
Hush
Con un formato híbrido 2D/3D y un glorioso arte plástico, la serie de Netflix Samurái de Ojos Azules (Blue Eye Samurai) borra las fronteras entre animación y acción en vivo. Ambientada durante el siglo XVII en Japón, cuando el país se cierra al resto del mundo y como resultado del aislacionismo las personas de raza mixta son marginadas de la sociedad. Este es el destino que Mizu (con la voz de Maya Erskine), una guerrera mestiza y solitaria, que busca vengarse de los cuatro hombres blancos que la convirtieron en una “criatura de la vergüenza”, incluido su padre, el traficante irlandés Abijah Fowler (Kenneth Branagh).
Samurái de Ojos Azules representa un salto cinematográfico en la animación televisiva para adultos impulsado por el alcance y la representación naturalista de la época. Los ocho episodios tienen un tratamiento genérico diferente, y la violencia gráfica y el sexo se ven realzados por la poesía estilística del formato animado, inspirado en los títeres Bunraku y el estilo visual en los grabados en madera ukiyo-e.
“Quería hacer lo que ‘Game of Thrones’ hizo para la televisión -el tipo de cine épico, íntimo, político y de calidad-, y que todo en el programa fuera lo más hermoso posible con todas las herramientas disponibles en animación”, dijo en una entrevista Jane Wu, la productora del programa, que también dirigió el primero y el último episodio. “Ya fueran personas caminando en medio de una tormenta de nieve, una puesta de sol, un corte de garganta o una pareja teniendo relaciones sexuales por primera vez”.