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domingo, 18 de febrero de 2024

Aogashima, vivir dentro de un volcán

Aogashima es una isla pequeña de Japón, ubicada a unos 358 kilómetros de Tokio. Más allá de su ubicación geográfica, destaca por albergar un volcán en cuyo interior se encuentra una ciudad habitada por 200 personas.


El volcán sigue activo, y en 1781 y 1785, dos erupciones causaron la muerte de la mitad de la población, que en ese momento rondaba las 300 personas. Los sobrevivientes abandonaron la isla, pero aproximadamente 50 años después, alrededor de 100 personas regresaron a vivir allí.

La isla está prácticamente aislada de la civilización continental. Para llegar a Aogashima se requiere un barco o un helicóptero, si bien la llegada por mar presenta dificultades debido a los lechos de roca volcánica que rodean la isla.

jueves, 22 de junio de 2023

Las hermosas esculturas de hielo de Harbin, China

El festival de esculturas de hielo más grande del mundo se celebra en China.

                                                                              

Hay varios festivales y concursos alrededor del mundo, pero el organizado en China es el más espectacular.

                                                                               

El Festival Internacional de Hielo y Nieve de Harbin en Heilongjiang -noreste de China- atrae a unos 18 millones de visitantes. En total, la edición 2019 presentó 120,000 metros cúbicos de hielo y 111,000 metros cúbicos de nieve trabajados por miles de artistas en temperaturas tan bajas como -35C, usando sierras, cinceles y picos para hielo.

El festival, que comenzó como una tradición anual en 1985, ha ganado reconocimientos como el Record Guinness por la escultura de nieve más grande del mundo (250 metros de largo y 8,5 metros de alto).

Este es uno de los 4 mayores del mundo junto al Festival de la nieve de Sapporo, en Japón, el Carnaval de Quebec y el Festival de esquí de Noruega.

China se prepara cada año para recibir el Festival Internacional de Esculturas de Nieve y Hielo en Harbin. Los colores y las impresionantes figuras creadas a partir de hielo visten a la ciudad con un espectáculo para el deleite de los visitantes.

Este festival comienza a partir del 5 de enero y dura un mes. Allí se reúnen distintos artistas y escultores de todo el mundo que trabajan contrarreloj para colocar todos los bloques antes de que inicie el festival. 



Harbin es una de las más ciudades frías de China; sus visitantes se pueden dar cita para apreciar las grandes esculturas creadas a partir de hielo y nieve.

Para crear las estructuras se utilizan distintos métodos como cinceles y rayos láser que ayudan a cortar los grandes bloques de hielo que son traídos del río congelado Songhua.

Se han creado réplicas de estructuras famosas como las pirámides de Egipto, la Torre Eiffel, la Gran muralla china, jardines y esculturas mitológicas; una de las que más ha sorprendido a los visitantes es un ferrocarril de tamaño real.

El festival es posible gracias a las bajas temperaturas extremas que se dan en la zona, en Harbin se han llegado a registrar hasta los 38 grados bajo cero.



El lugar donde se lleva a cabo el festival se divide en dos secciones: por un lado la zona creativa con toboganes, en donde las personas pueden disfrutar de actividades recreativas; y la zona de “El mundo del hielo y la nieve”, donde las gigantescas estructuras son iluminadas con luces de colores

Las más de 2 mil esculturas mantienen temperaturas de -30°C y ocupan una extensión de más de 600 mil metros cuadrados.

Las estructuras las realizan personas que trabajan por equipos. Actualmente existen grupos de aficionados de distintas partes del mundo. Rusia, Japón, Francia, Canadá y Sudáfríca han tenido mayor representación en los últimos años.

Es uno de los cuatro festivales más importantes y grandes del mundo. Tiene el récord Guinnes de la mayor estructura de nieve realizada con 13 mil metros cúbicos de nieve, que ganó en 2007.

Harbin se ha llenado de  visitantes desde hace tres décadas; cada año atrae un millón de visitantes.













viernes, 19 de mayo de 2023

Katskhi: La iglesia sobre una roca

Katskhi, la iglesia construida en un pilar de piedra.


La singular iglesia del pilar Katskhi se asienta sobre una formación rocosa que se eleva a 130 pies de altura. Un monje georgiano ha estado viviendo en él durante casi 20 años.

El pilar Katskhi es un monolito natural de piedra caliza ubicado en el pueblo de Katskhi en la región georgiana occidental de Imericia, cerca de la ciudad de Chiatura. Tiene aproximadamente 40 metros de altura y domina el pequeño valle del río Katskhura, un afluente del río Q'virila, que es a su vez un afluente del río Rioni.

La roca, con ruinas visibles de una iglesia en su superficie superior que mide c. 150 m², ha sido venerada por los lugareños como el Pilar de la Vida y un símbolo de la Santa Cruz, y se ha rodeado de leyendas. Permaneció sin ser escalada por los investigadores y sin ser inspeccionada hasta 1944, y se estudió de manera más sistemática desde 1999 hasta 2009. Estos estudios determinaron que las ruinas pertenecen a una ermita medieval que data del siglo IX o X. Una inscripción georgiana paleográficamente datada en el siglo XIII sugiere que la ermita todavía existía en ese momento.1​ La actividad religiosa asociada con el pilar se reavivó en la década de 19902​ y el edificio del monasterio se restauró en el marco de un programa financiado por el estado en 2009.

Arquitectura

El complejo del pilar Katskhi consiste actualmente en una iglesia dedicada a Máximo el Confesor, una cripta (bóveda funeraria), tres celdas de ermitaño, una bodega de vino y una muralla cortina en la superficie desigual del pilar. En la base del pilar se encuentran la nueva iglesia de Simeón el Estilita y las ruinas de una antigua muralla y un campanario.

La iglesia de San Máximo el Confesor está ubicada en la esquina más al sureste de la superficie superior del pilar Katskhi. Una pequeña y sencilla Iglesia de salón con dimensiones de 4,5 × 3,5 m. es una restauración moderna de la ruinosa iglesia medieval construida de piedra. Debajo y al sur de la iglesia hay una cripta rectangular con dimensiones de 2x1 m. que sirvió como bóveda funeraria. Las excavaciones en las ruinas de la bodega revelaron ocho grandes vasijas conocidas en Georgia como tinaja Kvevri.

También es destacable una gruta rectangular con una entrada y dos tragaluces en la superficie vertical de la roca, unos 10 metros por debajo de la superficie superior. En la base del pilar hay una cruz en relieve, mostrando paralelismos con representaciones medievales similares encontradas en otras partes de Georgia, particularmente en Bolnisi.



Historia

En los registros históricos, el pilar Katskhi es mencionado por primera vez por el erudito georgiano del siglo XVIII, el príncipe Vakhushti, quien informa en su descripción geográfica del Reino de Georgia que "hay una roca en el barranco que se erige como una columna, considerablemente alta. Hay una pequeña iglesia en la cima de la roca, pero nadie es capaz de ascenderla, ni sabe cómo hacerlo."​ No sobrevive ningún otro relato escrito de la vida monástica ni sobre ascensos. Varias leyendas locales rodean el pilar; una de ellas dice que la parte superior de la roca estaba conectada por una larga cadena de hierro a la cúpula de la iglesia Katskhi, ubicada a una distancia de alrededor de 1,5 km del pilar.

En julio de 1944, un grupo liderado por el alpinista Alexander Japaridze y el escritor Levan Gotua realizaron el primer ascenso documentado del pilar Katskhi. Vakhtang Tsintsadze, un especialista en arquitectura del grupo, informó en su artículo de 1946 que las ruinas encontradas en la cima de la roca eran restos de dos iglesias, que datan de los siglos V y VI y están asociadas a una práctica de estilita, una forma de ascetismo cristiano.

Desde 1999, el pilar Katskhi se ha convertido en objeto de una investigación más sistemática. Basándose en estudios adicionales y excavaciones arqueológicas realizadas en 2006, Giorgi Gagoshidze, un historiador del arte del Museo nacional de Georgia, realizó una nueva datación de las estructuras, indicando que datan de los siglos IX a X. Concluyó que este complejo estaba compuesto por una iglesia de monasterio y celdas para ermitaños. El descubrimiento de los restos de una bodega de vino también socavó la idea del ascetismo extremo floreciente en el pilar.

En 2007, fue encontrada una pequeña placa de piedra caliza con las inscripciones georgianas asomtavruli, datada paleográficamente del siglo XIII y que revela el nombre de un cierto "Giorgi", responsable de la construcción de las tres celdas de ermitaño. La inscripción también hace mención al Pilar de la Vida, haciéndose eco de la tradición popular de veneración de la roca como un símbolo de la Santa Cruz.

Interior de la capilla. La actividad religiosa comenzó a revivir en 1995, con la llegada del monje Maxim Qavtaradze, un nativo de Chiatura.

Entre 2005 y 2009, el edificio del monasterio en la parte superior del pilar se restauró con el apoyo de la Agencia Nacional para la Conservación del Patrimonio Cultural de Georgia.​ La roca fue accesible para los visitantes masculinos a través de una escalera de hierro que se extiende desde su base hasta la parte superior,​ pero recientemente se ha considerado inaccesible para el público. (W)




El monje Maxim Qavtaradze, actual residente.

El monje

Los ascetas y ermitaños siempre me han fascinado ya que hay que tener una gran fortaleza mental para vivir aislado de la comunidad o tener un punto de locura, y a veces distinguir entre ambas no es tarea fácil.
Maxime Qavtaradze de 59 años, es sin duda uno de esos hombres de carácter fuerte y con la cabeza amueblada, capaces de doblegar su voluntad con tal de servir a un propósito.
Tras llevar una vida descarriada, Maxime decidió convertirse en monje y sentirse más cerca del cielo, para ello no sólo tomó los hábitos gregorianos, sino que ascendió hasta las alturas, literalmente.
En 1993 el monje se trasladó a la cima de un peñasco de 40 metros de altitud, en el que permanece virtualmente aislado desde hace más de 20 años. Conoce su increíble historia. (Seguir leyendo)




domingo, 5 de marzo de 2023

El pronóstico dice que en el sur lloverá

Mañana me voy al sur por una semana. Igual dejé trabajo adelantado por todos esos días en que estaré muy poco conectado. (No me extrañarán). Para mi, será un reencuentro con las siempre esperadas vacaciones de los '70 en plena infancia y juventud. 
Claro, el pronóstico anuncia que esta vez lloverá. Igual, los tendré informados.
Los mejores carteles de vacaciones













Así afecta a tu cerebro la vuelta de las vacaciones

¿Son realmente necesarias la vacaciones? ¿Por qué las necesitamos? Y, sobre todo, ¿Cuáles son los beneficios que nos aporta pasar unos días ociosos? La clave está en la reducción del estrés y la generación de dopamina en el cerebro.

FUENTE

La reducción del estrés es uno de los beneficios principales de las vacaciones, según los científicos. 
Los beneficios de unas buenas vacaciones pueden sentirse incluso antes de que den comienzo. Estudios científicos muestran que el simple hecho de esperar una futura recompensa puede ser incluso más gratificante que esta misma. Lo es gracias a una pequeña molécula llamada dopamina, de la que hablaremos más adelante.
Pero antes de continuar, planteemos unas cuantas preguntas. ¿Son realmente necesarias la vacaciones? ¿Por qué las necesitamos? Y, sobre todo, ¿cuáles son los beneficios que nos aporta pasar unos días ociosos?

Flexibilidad cognitiva y estrés
Aunque parezca asombroso, es escasa la literatura científica que explora los beneficios directos de las vacaciones sobre nuestro cerebro. Lo que sí parece indiscutible es que son imprescindibles. Así lo concluía un estudio de 2016 en el que participaron 46 trabajadores de una empresa holandesa.
A los trabajadores se les pedía someterse a un test en el que se les daba objetos (por ejemplo, un martillo) y se les preguntaba por el mayor número de usos en el menor tiempo posible (herramienta de construcción, arma, o pisapapeles). Lo que observaron es que, tras 2-3 semanas de vacaciones, los trabajadores tenían una mayor flexibilidad cognitiva. O lo que es lo mismo, eran capaces de dar un mayor número de usos a los objetos en comparación con los resultados obtenidos un par de semanas antes de las vacaciones.
La mayoría de estudios coinciden en que, desde un punto de vista biológico, uno de los principales causantes de este incremento en la flexibilidad cognitiva– y de los beneficios de las vacaciones en general– es la reducción de estrés.
De manera general el trabajo genera estrés. Sin embargo, el estrés por sí mismo no tiene por qué ser malo. Cuando es puntual suele ser incluso beneficioso, porque activa mecanismos que nos ayudan a realizar las acciones cotidianas de nuestro trabajo, como cumplir con una fecha límite.
El “otro estrés”, el que tiene connotaciones negativas para todos, es el estrés crónico. Se produce cuando es prolongado en el tiempo, ya sea porque estamos sometidos a presiones constantes o por situaciones que no podemos resolver. Genera fatiga, mayores niveles de ansiedad, irritabilidad e ira. Y sí, definitivamente es malo.

Vacaciones para cargar las pilas
Lo principal que unas buenas vacaciones pueden hacer por nuestra salud mental es, precisamente, reducir los niveles de estrés crónico. Estando ociosos nuestro cerebro será capaz de revertir, al menos de forma temporal, los efectos negativos de estar estresados. Y aquí viene la clave: para que de verdad sean efectivas, es importante conseguir que nuestras vacaciones nos liberen realmente del estrés del trabajo. Es decir, evitar continuar con tareas pendientes, responder correos electrónicos, etcétera.

Por otro lado, es fundamental evitar que las vacaciones generen nuevas situaciones de estrés.
Todavía no se sabe con certeza si es mejor tomar todas las vacaciones juntas o de forma escalonada y en períodos más cortos.
Otra clave es disfrutar de la espera. ¿Por qué estamos ya contentos esperando las vacaciones? Mencionamos unos párrafos atrás la dopamina, que se produce en las neuronas de un par de regiones del cerebro conocidas como Sustancia Negra (por su color oscuro al microscopio) y Área Tegmental Ventral (situadas en el centro de nuestro cerebro, más o menos detrás de las orejas).

Las mejores vacaciones son aquellas en que nos exponemos a novedades.
Ambas regiones, que en humanos contienen entre 400 000 y 600.000 neuronas, envían axones a numerosas zonas del cerebro. Y a través de la liberación de dopamina juegan un papel clave en la sensación placentera que se genera ante novedades y recompensas. Por eso, saber que vienen las vacaciones aumenta los niveles de dopamina en nuestro cerebro y nos aporta esa sensación de placer.
Del mismo modo, las mejores vacaciones son aquellas en que nos exponemos a novedades –como visitar lugares diferentes– y recompensas –como esa mariscada que llevamos esperando todo el año–. Por supuesto, lo que es gratificante es absolutamente subjetivo, y lo que para una persona es algo placentero puede generar estrés a otras.

Disfrutar o no disfrutar
Este sistema que nos genera placer también se ve afectado durante el estrés crónico. Hay estudios que muestran que niveles altos o crónicos de estrés, como a los que estamos sometidos durante todo el año en nuestra jornada laboral, son capaces de causar una reducción de la cantidad de dopamina que se libera o cambios en cómo esta se metaboliza.
Lo peor es que los cambios no ocurren únicamente en la Sustancia Negra o en el Área Tegmental Ventral, sino también en los sitios a donde estas mandan sus axones. Se ha visto que el estrés crónico es capaz incluso de cambiar el número de receptores de dopamina en las áreas que reciben sus proyecciones. Cuando esto ocurre, se suelen desarrollar comportamientos depresivos. Por lo tanto, unas vacaciones que nos liberen del estrés ayudarán a reequilibrar el sistema dopaminérgico.
Se ha comprobado que el estrés crónico es capaz incluso de cambiar el número de receptores de dopamina en ciertas áreas, lo que suele provocar el desarrollo de comportamientos depresivos.
Lo que aún no está del todo claro es si tener vacaciones por un periodo prolongado proporciona mejores efectos que tomarlas de forma escalonada y en períodos más cortos.