En el siglo XVI, España tenía la flota más poderosa del mundo, pero un buen día, el joven Drake logra también tener también su propio barco y se lanza directo a las Antillas, donde logró apoderarse de cuatro galeones españoles.
Siendo dueño ya de esta pequeña flota de cinco barcos, el oro que los navíos españoles llevaban a Europa pasó a llenar las bodegas de Drake. El marino inglés regreso a su patria cargado de riquezas y fue aclamado como un héroe. Hasta la Reina Isabel I se interesó en conocerlo. Por un tiempo, el corsario fue un refinado y ocioso cortesano, pero el deseo de nuevas aventuras lo impulsó a presentar a la soberana un audaz proyecto y como la reina estaba dispuesta siempre a apoyar cualquier empresa que perjudicara a España, Drake parte en diciembre de 1577 con 5 navíos y en el más estricto secreto. Su objetivo era doblar por el Cabo de Hornos y sorprender a los españoles, quienes se sentían completamente seguros por el lado del Océano Pacífico.