La guerra entre Ucrania y Rusia, que se inició en 2022, ha marcado un hito trágico en la historia europea contemporánea, prolongándose ya por tres años. Este conflicto, originado en un contexto de tensiones geopolíticas y la búsqueda de influencias regionales, ha tenido repercusiones significativas tanto en el ámbito local como internacional.
Desde el inicio de las hostilidades, la invasión rusa ha sido condenada enérgicamente por la comunidad internacional. Países y organizaciones han implementado sanciones económicas contra Rusia, buscando desactivar su capacidad militar y restringir su economía, mientras que Ucrania ha recibido apoyo militar y humanitario de diversas naciones. Este empoderamiento ha permitido al ejército ucraniano resistir y, en algunos casos, recuperar territorios ocupados, desafiando las expectativas iniciales de una rápida victoria rusa.
Los costes humanitarios de este conflicto son incalculables. Miles de civiles han perdido la vida y millones han sido desplazados, generando una crisis de refugiados que ha afectado no solo a Ucrania, sino a toda Europa. Las infraestructuras del país han sufrido daños devastadores, lo que plantea desafíos adicionales para la reconstrucción futura y el desarrollo socioeconómico del Estado ucraniano.
A pesar de varios intentos de negociación, la paz sigue siendo esquiva. Las diferencias en las posiciones de ambos países y la falta de un compromiso genuino han dificultado cualquier avance significativo en el diálogo. La prolongación de este conflicto no solo reitera la fragilidad de la seguridad europea, sino que también subraya la necesidad de establecer un orden internacional basado en el respeto a la soberanía y la integridad territorial de las naciones.
En conclusión, tres años de guerra entre Ucrania y Rusia han revelado las complejidades de las relaciones internacionales en el siglo XXI. El sufrimiento humano y la inestabilidad regional continúan intensificándose, lo que resalta la urgencia de soluciones diplomáticas efectivas y el compromiso de la comunidad global para restaurar la paz en Europa del Este. La lección más significativa que se extrae de este conflicto es la imperiosa necesidad de prevenir futuros brotes de violencia mediante la cooperación y el respeto mutuo entre naciones.
Así fue el primer día de guerra-
Los errores en el despliegue militar y su logística y la intensidad de la resistencia ucraniana han impedido la victoria relámpago que buscaban los generales de Putin y que daba por hecha la propaganda rusa.
Texto de Iñigo Sáenz de Ugarte
Todo ejército inicia una ofensiva con una cantidad determinada de munición, combustible y comida. La labor de la logística es conseguir que esas unidades puedan continuar su movimiento recibiendo de forma periódica los suministros necesarios. En muchas ocasiones, eso no es posible, bien por errores propios o por la respuesta del enemigo. A partir de ese momento, empieza la cuenta atrás. Cada día que pasa se acerca el instante en que ese ejército no pueda avanzar más o ni siquiera mantener sus posiciones, y eso sin contar con que los soldados terminen cayendo exhaustos después de varias semanas de combates.
Esta realidad fue enunciada por Carl von Clausewitz. Antes Napoleón la había expresado en innumerables frases con su obsesión por que los soldados contaran con calzado apropiado y comida suficiente. Cuando no lo consiguió, pagó un precio muy alto. Lo mismo le ocurrió a Rommel. Sus problemas con el combustible fueron el mejor aliado de los británicos en el norte de África.
Es lo que le ha terminado ocurriendo al Ejército ruso en su primer mes tras el comienzo de la invasión de Ucrania. Y por encima de ello, un hecho difícil de refutar. No ocupas un país tan grande como ese con 150.000-200.000 soldados. No son suficientes a menos que el enemigo se venga abajo. Los manuales militares indican que se necesitan al menos cinco soldados por cada defensor de una posición. Si se trata de combates urbanos en una ciudad, la ratio tiene que ser mayor.
En un intento de presentar como una decisión prevista desde el inicio lo que es un paso forzado por las circunstancias, el alto mando militar ruso anunció el pasado viernes que había cumplido sus planes iniciales y que pasaba a centrarse en “el objetivo principal” de la misión: obtener el control del Donbás, en la zona oriental de Ucrania.
El viceministro de Defensa fue más lejos este martes al hacer público “el descenso de la actividad militar en dirección a Kiev y Chernígov” (al norte de Kiev) con la intención de “aumentar la confianza mutua para las futuras negociaciones de un acuerdo de paz con Ucrania”. Horas después, se pudo observar un alto número de vehículos militares con destino a la frontera con Bielorrusia.
La hipótesis de que todo esto es una maniobra de distracción siempre es posible en una guerra. No es lo mismo reforzar las posiciones defensivas en los puntos más avanzados de una ofensiva que iniciar una retirada de las fuerzas o de parte de ellas, y es posible que ahora ambas cosas estén ocurriendo en puntos diferentes. Eso además es compatible con lanzar ataques aéreos o con misiles sobre las ciudades de Kiev y Lviv. Su función no será estrictamente militar, sino propagar el terror entre la población civil.
La operación aerotransportada sobre un aeropuerto a pocos kilómetros de Kiev en los primeras horas de guerra el 24 de febrero indicaba que los rusos habían elegido la capital como un objetivo primordial que se podía conseguir en menos de una semana. Asegurar el aeropuerto hubiera permitido el envío de un alto número de tropas con gran rapidez. Eso resultó imposible gracias a la resistencia planteada por el Ejército ucraniano y al hecho, aparente al principio, incuestionable después, de que Rusia no gozaba de una total superioridad aérea.
Lo mismo ocurrió con el famoso convoy de decenas de kilómetros que intentó acercarse a Kiev desde el norte. Probablemente, eran varios convoyes que terminaron convirtiéndose en uno al quedar bloqueado su avance. Lo que inicialmente podía parecer una demostración de una invasión incontenible resultó ser un avance condenado al fracaso.
Tantas bajas como en Afganistán: la OTAN calcula que Rusia puede haber perdido hasta 15.000 soldados en un solo mes
Los rusos cuentan con una impresionante ventaja en número de tanques sobre su enemigo. Es un arma que siempre ha provocado un terror ilimitado en la infantería. A veces, la superioridad de unos tanques sobre otros ha hecho que los soldados que ocupan los segundos sientan que van metidos en un ataúd rodante. Pero ha pasado mucho tiempo desde las grandes batallas de blindados de la Segunda Guerra Mundial. Es posible que los tanques sean mucho mejores que antes, pero las armas antitanque son muchísimo mejores y evidentemente continúan siendo más baratas que su objetivo. La ayuda militar occidental se ha centrado en este armamento y en menor medida en los misiles antiaéreos.
Las imágenes difundidas por el Ejército ucraniano del ataque de un convoy de tanques rusos demostraron hasta qué punto los carros de combate pueden ser vulnerables. Una veintena de tanques y blindados fueron atacados a distancia dejándoles sin más posibilidades de reacción que la de escapar. Ocurrió en Brovary, un suburbio de Kiev a 35 kilómetros de la capital.
“Los tanques fueron un gran símbolo de fortaleza durante la Segunda Guerra Mundial”, ha escrito hace unos días el historiador británico Antony Beevor. “El que Putin aún los vea de esa manera es inaudito. Estos vehículos han probado ser profundamente vulnerables a los drones y las armas antitanque en conflictos recientes en Libia y otros lugares. La capacidad de Azerbaiyán de destruir fácilmente los tanques armenios fue esencial en su victoria de 2020 en la región de Nagorno-Karabaj”.
El mando militar ruso no ha conseguido proteger el secreto de sus comunicaciones, un aspecto básico cuando el enemigo conoce tu idioma. En muchos casos, los soldados han abandonado su sistema encriptado, lo que compromete la seguridad de las transmisiones y ha permitido a la inteligencia ucraniana interceptarlas con facilidad.
Las tácticas militares rusas no han impresionado a algunos de sus enemigos. “Tienen tácticas estúpidas de los tiempos del imperio ruso. No han cambiado. Su táctica más importante es lanzar cuerpos a la batalla. No les importan sus propios soldados”, dijo al NYT Muslim Cheberloevsky, un combatiente checheno que viajó a Ucrania en 2014 para seguir luchando contra los rusos.
Dos trabajadores de los servicios de rescate ucranios, ante un tanque militar ruso destrozado en Trostianets, en el norte de Ucrania.
La referencia a Chechenia es pertinente. Además de imponer en la segunda guerra chechena una política de tierra quemada con bombardeos indiscriminados sobre las ciudades, Moscú tuvo éxito porque consiguió que algunos de los insurgentes chechenos cambiaran de bando y se convirtieran en los guardianes de los intereses rusos en Chechenia. Putin creía que la población ucraniana rusohablante recibiría a las tropas rusas con los brazos abiertos. Es lo que los servicios de inteligencia le habían hecho creer, aunque es probable que él no hubiera aceptado nada que se alejara de sus ideas preconcebidas de Ucrania como un simple apéndice de la Madre Rusia.
Los objetivos de la guerra estaban condicionadas desde el principio por las ideas de Putin sobre el futuro de Ucrania como parte de Rusia o del espacio imperial ruso expresadas en un largo artículo publicado el verano pasado y en el discurso con el que anunció el reconocimiento de la independencia de las dos provincias orientales del país vecino. Si Ucrania no tenía derecho a considerarse un país totalmente independiente de Moscú, según decía Putin, la guerra sólo podía acabar con el sometimiento de Kiev a la voluntad rusa.
La premisa exigía sustituir al Gobierno ucraniano en Kiev u obligarle a un acuerdo de paz vergonzante por el que entregara la mayor parte de su soberanía. Putin también pensaba en un golpe de Estado que acabara con el Gobierno de Zelenski. “Tomar el poder en vuestras manos”, dijo el presidente ruso en un discurso, refiriéndose al Ejército ucraniano. Para dejar a Zelenski sin opciones, era imprescindible como mínimo rodear Kiev y otras grandes ciudades y dejar claro que cualquier resistencia sería fútil a partir de ese momento.
Esos planes no se han cumplido, lo que no quiere decir que Rusia haya perdido la guerra. La destrucción de Mariúpol –donde han muerto 5.000 personas según las autoridades locales– y de varias zonas de Járkov confirma algo que se sabe desde el primer momento. La artillería es capaz de arrasar la mayoría de sus objetivos sin necesidad de exponer a las tropas. Es lo que ocurrió en Chechenia, aunque es difícil conjugar la idea de considerar a Ucrania una parte de la patria rusa y convertirla después en un paisaje postapocalíptico. Es la razón por la que las zonas habitadas de Kiev no han recibido un castigo tan brutal. Evidentemente, eso puede cambiar en cualquier momento.
Decenas de voluntarios cubren con sacos de arena el monumento a la princesa Olga en el centro de Kiev para protegerlo de posibles ataques rusos.
Los analistas habituales de la televisión pública rusa no ocultan su decepción por la marcha de la guerra. Habían asegurado a la audiencia que no tenían nada de que preocuparse. En los últimos días, no son tan optimistas. “Tenemos que admitir que nuestra operación no ha causado un shock psicológico en el que el lado contrario pierda su voluntad de luchar”, dijo el periodista Vitali Tretiakov. “La resistencia del lado ucraniano no se ha interrumpido ni se ha debilitado”. La presentadora casi le acusó de derrotismo.
El general retirado Vladímir Shamánov, diputado del partido de Putin y presidente de la Comisión de Defensa de la Duma, intervino en ese programa para dar el punto de vista de los halcones. Ya no podía anunciar una victoria fácil. De hecho, hizo un pronóstico que debió de sonar tenebroso a los espectadores. Predijo que el millón de soldados de las Fuerzas Armadas no son suficientes para la tarea pendiente de someter a los ucranianos. “Hoy, podemos predecir claramente que tendremos que permanecer en Ucrania durante 30 o 40 años”. Por algo un general ruso que fue asesor de Putin sobre Chechenia llamó a Shamánov un “carnicero” por las atrocidades que cometió en esa guerra.
El Ministerio ruso de Defensa ha reconocido la muerte de 1.351 militares rusos en un mes de guerra, además de 3.825 heridos. Fuentes del Pentágono ofrecieron una horquilla de 7.000 a 15.000 muertos. En Afganistán en nueve años de guerra, murieron 15.000 rusos. En una década en Chechenia, 11.000. Incluso las cifras oficiales llaman la atención. Esa ratio de 1:3 entre muertos y heridos es inmensa en uno de los ejércitos más avanzados del mundo en el siglo XXI. Es similar a la que sufrió el Ejército norteamericano en la guerra de Vietnam.
Edificio de la Administración regional en la ciudad ucrania de Mikolaiv tras un ataque ruso.
En su última conversación telefónica este martes, Putin ha dicho a Macron que hay algunos “avances” en las negociaciones entre Moscú y Kiev. Es una declaración muy genérica que no le compromete a mucho. También le ha contado que exige la rendición de Mariúpol y la entrega de armas por las fuerzas que la defienden. Zelenski dijo hace unos días que ha ofrecido a los que resisten en esa ciudad que se rindan si su situación es insostenible, pero la respuesta que recibió es que seguían dispuestos a continuar combatiendo.
Los rusos no van a interrumpir sus ataques en el este y sur del país. Buscan consolidar la ocupación del arco que va desde Jersón en el sur hasta Lugansk en el noreste de Ucrania, provocando una partición de hecho del país que se puede prolongar durante años. En el Donbás, Ucrania cuenta con no menos del 25% de todas sus tropas en una parte de la contienda de la que hay menos información. Ser derrotado en la región oriental sería un duro golpe moral para el Gobierno de Kiev.
En el norte, Rusia puede reforzar sus posiciones defensivas a la espera de recibir la orden de avanzar si fracasan las negociaciones. Para entonces, se supone que el Ejército ruso habrá recibido tropas de refresco y los suministros adecuados. Putin podría llegar a la conclusión de que el fracaso de la Blitzkrieg pretendida se debió a los errores de los servicios de inteligencia y la incompetencia de algunos mandos militares. Si cree que ambos se pueden solventar –por definición, un dictador u hombre fuerte de un régimen piensa que todos son prescindibles, menos él–, quizá busque una segunda ofensiva masiva cuyo objetivo volverá a ser provocar el hundimiento repentino del Ejército ucraniano.
El momento en que Putin haga balance y opte por declarar cuanto antes la victoria después de arrancar a Ucrania algún compromiso, como el de no integrarse en la OTAN, aún no ha llegado.
Las fotos más impactantes de la guerra entre Ucrania y Rusia
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(Texto de Dmitry Bolbot, secretario de Comunicación de la embajada de Rusia en España).
En vísperas de un año del inicio de la operación militar especial de la Federación de Rusia quisiéramos compartir algunas consideraciones.
En primer lugar, es necesario recordar que el objetivo de esta operación fue y sigue siendo desmilitarizar y desnazificar el régimen de Kiev así como proteger a los habitantes rusos de Donbás. Además, está dirigida a eliminar las amenazas existenciales a la seguridad de nuestro país en el contexto del acercamiento constante de la infraestructura militar de la OTAN hacia las fronteras de Rusia y de los planes militaristas de Ucrania, incluyendo sus ambiciones de obtener armas nucleares.
Cabe mencionar que las Fuerzas Armadas de Rusia están usando el equipo de alta precisión para incapacitar la infraestructura militar ucraniana y las instalaciones (entre ellas energéticas) relacionadas con el complejo militar de este país, tratando de evitar víctimas entre la población civil. Al mismo tiempo, hemos sido testigos de las múltiples atrocidades de los nacionalistas ucranianos que bombardean de manera constante las áreas residenciales, hospitales, escuelas y otra infraestructura civil del Donbás, torturan y matan cruelmente a los prisioneros militares rusos.
FUENTE
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La batalla de Kiev fue un enfrentamiento militar que inició el 24 de febrero de 2022 entre las Fuerzas Armadas de Rusia y las Fuerzas Armadas de Ucrania en la capital y la mayor ciudad de Ucrania, Kiev, y sus distritos circundantes, como parte de la ofensiva de Kiev en la invasión rusa de Ucrania de 2022.
Inicialmente, las fuerzas rusas capturaron áreas clave al norte y al oeste de Kiev, lo que generó especulaciones internacionales sobre la inminente caída de la ciudad. Sin embargo, la dura resistencia ucraniana detuvo el impulso de los rusos. Las malas decisiones tácticas y logísticas rusas ayudaron a los defensores a frustrar los esfuerzos de cerco, y después de un mes de lucha prolongada, las fuerzas ucranianas comenzaron a organizar contraataques exitosos. El 2 de abril de 2022, las autoridades ucranianas declararon que todo Kiev y las áreas circundantes volvían a estar bajo control ucraniano.
24 de febrero
El 24 de febrero de 2022, alrededor de las 05:30 hora de Ucrania, el presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, anunció una "operación militar especial" para "desmilitarizar y desnazificar" Ucrania. Alrededor de las 8:00 horas una formación de 20 a 34 helicópteros rusos llegó para asegurar el aeropuerto de "Kyiv-Antonov" en Hostómel, un suburbio de Kiev, en un intento de crear un puente aéreo en qué tropas y equipo podrían reunirse a menos de 10 kilómetros de la capital de Ucrania, Kiev. La formación de helicópteros consistía en Mi-8s que transportaban potencialmente de cien a varios cientos de tropas aerotransportadas rusas, escoltados por helicópteros de ataque Ka-52. Los paracaidistas posiblemente consistían en la 11.ª Brigada de Asalto Aéreo de la Guardia56 y/o 31.a Brigada de Asalto Aéreo de la Guardia. El asalto aéreo fue capturado en video por civiles y soldados. Volando bajo, los helicópteros rusos se aproximaron desde el río Dnieper y fueron inmediatamente atacados por fuego de armas ligeras y MANPADS ucranianos. Los helicópteros rusos respondieron desplegando bengalas. Se registraron varios Mi-8 recibiendo impactos y desplomándose en el agua. Al menos un Ka-52 fue derribado; sus dos pilotos expulsados. Los helicópteros prepararon el aterrizaje aerotransportado atacando el aeropuerto con cohetes.
Una vez desembarcados, las unidades aerotransportadas rusas comenzaron a tomar el aeropuerto. Las fuerzas rusas inicialmente aseguraron el perímetro del aeropuerto, expulsando a un pequeño número de defensores de la Guardia Nacional de Ucrania que habían estado estacionados en la localidad. Luego comenzó a realizarse preparativos para la llegada de 18 aviones de transporte estratégicos Ilyushin Il-76 con tropas paracaidistas de Rusia. Sin embargo, los paracaidistas pronto fueron acosados por civiles armados locales y el 3.er Regimiento de Propósito Especial. En el "momento crítico" de la batalla, un contraataque ucraniano a gran escala fue lanzado por la 4.a Brigada de Reacción Rápida de la Guardia Nacional de Ucrania, respaldada por la Fuerza Aérea de Ucrania. Al carecer de vehículos blindados, las fuerzas rusas dependían del apoyo aéreo, para evitar los avances ucranianos. Dos Su-25 rusos fueron vistos atacando posiciones ucranianas. Los aviones de combate ucranianos que sobrevivieron a los ataques iniciales con misiles rusos, participaron en el suministro de apoyo aéreo para las unidades de la Guardia Nacional; estos incluían al menos dos Su-24 y un MiG-29. Los ucranianos se apresuraron a enviar más tropas al aeropuerto para apoyar a los contraataque. Estos refuerzos incluyeron la Legión Georgiana, y una unidad de las Fuerzas de Asalto Aéreo de Ucrania. Con la batalla en curso, los Ilyushin Il-76 no pudieron aterrizar; posiblemente se vieron obligados a regresar a su base en Rusia.
Después de rodear el aeropuerto, los ucranianos expulsaron a las fuerzas rusas por la noche. Las tropas aerotransportadas rusas sobrevivientes se retiraron a los bosques fuera del aeropuerto. El comandante de la Legión Georgiana, Mamuka Mamulashvili, afirmó más tarde que sus hombres se quedaron sin municiones en la batalla, por lo que utilizó su coche para atropellar a los paracaidistas rusos en retirada. Más tarde, la 4.ª Brigada de Reacción Rápida publicó en su página de Facebook una imagen de sus soldados celebrando la victoria, mientras sostienen una bandera ucraniana llena de agujeros de bala.
El Antonov An-225 Mriya, el avión más grande del mundo, estaba en el aeropuerto de "Kyiv-Antonov" en Hóstomel, Óblast de Kiev; en el momento de la fase inicial de la batalla. Un piloto del Antónov ASTC confirmó inicialmente que estaba intacto, a pesar de los combates. Sin embargo, el 27 de febrero, según funcionarios ucranianos, el Mriya habría sido destruido por un ataque aéreo ruso. Siendo esto muy difícil de comprobar. El 4 de marzo, el canal de televisión estatal ruso Channel One Russia imágenes transmitidas al aire que muestran que el Mriya había sido destruido.
Tropas de las Fuerzas de Defensa Territorial en Kiev el 25 de febrero de 2022.
25 de febrero
A media mañana del 25 de febrero, tres saboteadores rusos vestidos como soldados ucranianos entraron en el raión de Obolón, un distrito en la parte norte de Kiev que está a unos 9,7 km de la Verkhovna Rada. Los tres saboteadores fueron abatidos por las fuerzas ucranianas. A lo largo del día, se escucharon disparos en varios barrios de la ciudad; Las autoridades ucranianas describieron los disparos como resultado de enfrentamientos con las tropas rusas. Vitali Klitschko, el alcalde de Kiev, prometió tomar las armas y luchar. Su hermano Wladimir expresó los mismos sentimientos, habiéndose unido a los reservistas meses antes.
Las fuerzas terrestres rusas se están organizando y reforzando en el aeropuerto de "Kyiv-Antonov", ubicado en el suburbio de Hostómel en la óblast de Kiev, que capturaron después de una feroz batalla. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, instó al pueblo de Kiev a responder al asalto ruso con cócteles molotov, y se han distribuido 18.000 armas entre los ciudadanos. También se han activado las Fuerzas de Defensa Territorial, normalmente mantenidas en reserva.
Finalmente, el 25 de febrero de 2022, las fuerzas rusas entraron en Kiev desde el norte, tras romper una línea de resistencia ucraniana en la batalla de Ivánkiv. Las fuerzas rusas libraron una batalla en el distrito de Obolón de Kiev. Después de informes de intensos disparos en Kiev la noche del 25 de febrero, las fuerzas ucranianas afirman haber matado a unos 60 saboteadores rusos.
26 de febrero
En la madrugada del 26 de febrero, la principal fuerza rusa comenzó a asaltar Kiev. La artillería rusa bombardeó la ciudad durante más de 30 minutos. Al mismo tiempo, el ejército ucraniano repelió un ataque ruso a una central de energía en el barrio nororiental de Troieshchyna, y la BBC sugirió que el ataque podría haber sido un "esfuerzo para privar a la ciudad de electricidad". También se produjeron intensos combates cerca del zoológico de Kiev en el barrio central de Shuliavka, donde las fuerzas ucranianas defendieron una base militar de los rusos.
Según el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, las fuerzas ucranianas lograron repeler la ofensiva rusa y continuaron controlando Kiev y el área circundante. El toque de queda se amplió desde las 5 de la tarde a las 8 de la mañana.
Según el Ministerio de Defensa británico, el grueso de las fuerzas rusas está a 30 kilómetros del centro de Kiev.
Las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania son responsables de la movilización de voluntarios. El ministro del Interior de Ucrania, Denis Monastyrsky, declaró que los voluntarios en Kiev recibieron más de 25.000 rifles de asalto, alrededor de 10 millones de balas, lanzagranadas y lanzacohetes.
27 de febrero
Durante la madrugada del 27 de febrero, hubo algunos enfrentamientos con saboteadores rusos en Kiev. Los funcionarios locales afirmaron que Kiev seguía totalmente controlado por las fuerzas ucranianas por la mañana. En la noche del 27 de febrero, Associated Press informó que Klitschko había declarado que la ciudad estaba rodeada. Sin embargo, el portavoz de Klitschko le dijo más tarde a The Kyiv Independent que el alcalde había hablado mal y que los informes sobre el cerco de Kiev eran falsos.
Más tarde esa mañana, un cohete cayó y explotó en el patio de un edificio de 16 pisos ubicado en Troieshchyna, provocando el incendio de 7 automóviles. Según funcionarios ucranianos, el misil fue disparado por un bombardero estratégico ruso desde Bielorrusia.
En la noche del 27 de febrero, un convoy ruso intentó establecer una base en el metro de Syrets, lo que resultó en un enfrentamiento mortal con soldados ucranianos. Las tropas rusas también dispararon contra un autobús militar ucraniano, lo que provocó un número desconocido de víctimas.
28 de febrero
Una nueva ola de tropas rusas avanzó hacia la ciudad de Kiev, pero hubo pocos combates directos, y solo se dispararon tres misiles contra la ciudad ese día. Las imágenes de satélite registradas por Maxar Technologies registraron una larga columna de vehículos rusos que se dirigían al sur de Kiev a lo largo de una carretera de 64 km de largo que se acercaba a Kiev desde el norte, y estaba aproximadamente a 39 km del centro de Kiev. Las autoridades ucranianas dispararon contra un ciudadano ucraniano-israelí al que confundieron con un miembro checheno del ejército ruso.
El Ministerio de Defensa ruso emitió una advertencia a los civiles de que tenían la intención de atacar las instalaciones de transmisión ucranianas alrededor de Kiev y que todos los residentes cercanos deberían abandonar el área. Esa noche se dispararon misiles rusos contra una base militar en Brovary, provocando un incendio masivo.
1 de marzo
0:20
El primero de marzo, un convoy de tanques, distintos vehículos armados y artillería remolcada entre otros de 64 kilómetros fue avistado dirigiéndose hacia Kiev, supuestamente dirigido desde el aeropuerto de "Kyiv-Antonov" en Hóstemel, Óblast de Kiev. Por la tarde, las Fuerzas Armadas de Rusia bombardearon la torre de telecomunicaciones de Kiev intentando derribarla, provocando la muerte de cinco personas. El Centro Conmemorativo del Holocausto de Babi Yar confirmó los informes de que un segundo misil había golpeado accidentalmente el monumento cercano a la masacre de Babi Yar.
2 de marzo
El alcalde Vitali Klichkó dijo que el ejército ruso comenzaba a rodear la ciudad en un intento de imponer un bloqueo. La Fuerza Aérea de Ucrania también confirmó que había derribado dos Sukhoi Su-35 rusos sobre Kiev la noche anterior.
Klichkóle dijo al Canal 24 que los tanques se acercaban a Kiev desde Bielorrusia y que las autoridades ucranianas estaban inspeccionando los puestos de control. La jefa de inteligencia de las Fuerzas de Defensa de Estonia, Margo Grosberg, estimó que el avance del convoy ruso llegaría a los suburbios de Kiev en al menos dos días, después de lo cual intentarían sitiar la ciudad. El Presidente de Polonia, Andrzej Duda, dijo que Zelenski le dijo que las fuerzas ucranianas no se retirarían de Kiev.
Los escombros de un misil interceptado cayeron en la Estación central de ferrocarril de Kiev, Kyiv-Pasazhyrskyi, dañando una importante tubería de calefacción. La explosión resultante causó daños menores a la estación.
La ofensiva progresó escasamente debido a problemas logísticos rusos; incluyendo, en algunas de sus unidades, problemas de alimento.
3 de marzo
The New York Times estimó que más de 15.000 personas se refugiaron en el metro de la ciudad. El Ministerio de Defensa del Reino Unido emitió un comunicado de que en los últimos tres días el avance del convoy ruso ha hecho "poco progreso perceptible" en el futuro.
4 de marzo
Una nueva ola de bombardeos golpeó el centro de Kiev, incluido el distrito de Borshchahivka. Una investigación de CNN de videos publicados en las redes sociales que mostraban las secuelas de los ataques con misiles encontró que los ataques aéreos alcanzaron un centro comercial y muchos edificios de varios pisos en las áreas occidentales de la ciudad.
5 al 8 de marzo
Un vehículo ruso BMD-2 (de la 31.ª Brigada de Asalto Aéreo) destruido en Hostomel, en las afueras de Kiev. El 7 de marzo, las autoridades ucranianas dijeron que habían destruido dos aviones rusos. Volodimir Zelenski respondió a las acusaciones de que había huido de la ciudad con un video de sí mismo dentro de su oficina en Kiev.
9 de marzo
Por la mañana, las fuerzas rusas comenzaron a bombardear la ciudad nuevamente, lo que provocó varias explosiones. Más tarde este día, las autoridades rusas y ucranianas acordaron hacer un corredor humanitario temporal, lo que resultó en una evacuación masiva de civiles de los suburbios.
10 de marzo
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, afirmó que casi dos millones de personas, o la mitad de la población de la ciudad, habían abandonado la ciudad desde el comienzo de la guerra.
12 de marzo
Los bombardeos provocaron dos incendios: en el centro y en las afueras de Kiev. Los rescatistas del Servicio Estatal de Emergencias de Kiev informaron que en el barrio Podil, un dron suicida ruso, identificado como Zala KUB, fue derribado sobre el edificio del Banco de Ahorros del Estado de Ucrania (Oschadbank), provocando un incendio. El segundo incendio se produjo en Berkovets, en el extremo noroeste de la ciudad, debido al impacto de un objeto desconocido.
Ese mismo día, las fuerzas rusas afirmaron haber destruido una base de la fuerza aérea al sur de Kiev cerca de Vasylkiv y el centro de reconocimiento de inteligencia de las fuerzas armadas ucranianas en Brovary, al este la capital Kiev.
14 de marzo
En la mañana del 14 de marzo, un proyectil ruso alcanzó un edificio residencial de 9 pisos en Obolón. El edificio quedó parcialmente destruido, con al menos una persona muerta y 12 heridas. Otro cohete ruso fue derribado sobre Kiev, y sus fragmentos dañaron un edificio residencial de 5 pisos en Kurenivka, matando a una persona y otras seis resultaron heridas. Además, las fuerzas rusas dispararon 3 cohetes contra la planta de producción en serie de Antónov, hiriendo a siete personas.
15 de marzo
La estación de metro Lukianivska resultó dañada debido a una explosión por la mañana. Más tarde en la mañana, las fuerzas rusas bombardearon áreas residenciales, incluidos los distritos de Sviatoshyn, Podil y Osokorky, incendiando varios edificios. Cuatro personas murieron por bombardeos en Sviatoshyn. Ese día, los jefes de gobierno de Polonia, Eslovenia y la República Checa viajaron a Kiev en tren para expresar su solidaridad con el gobierno ucraniano. La visita fue coordinada con los demás socios de la Unión Europea y posteriormente se reunieron con Zelenski, quien instó a otros líderes a hacer lo mismo.
Se declaró un toque de queda en la ciudad desde las 20:00 del 15 de marzo hasta las 07:00 del 17 de marzo, según el jefe de la administración militar Nikolái Zhírov, por motivos de seguridad, incluida la destrucción de un grupo de sabotaje y reconocimiento del enemigo.
16 de marzo
Fueron detenidos en Kiev 105 sospechosos de sabotaje. Por la mañana, como resultado de un bombardeo ruso, dos edificios de 12 y 9 pisos en el distrito de Shevchenko, resultaron dañado. En la tarde del mismo día, según el alcalde de la ciudad, Vitali Klichkó, las tropas rusas dispararon contra varias casas particulares en la región de Podolsk, como resultado de lo cual se produjo un incendio y se dañó un gasoducto de baja presión.
19 de marzo
Según las autoridades de Kiev, 228 civiles habían muerto y otros 912 resultaron heridos en la capital. Durante la noche, las fuerzas ucranianas llevaron a cabo contraataques locales en los límites de la ciudad por primera vez para hacer retroceder a las unidades rusas de los suburbios de Kiev.
20 de marzo
Durante la noche, se convirtió en el objetivo de un bombardeo ruso, el centro comercial Retroville, en el noroeste de Kiev que anteriormente había Sido usado para albergar equipamiento militar y tropas. Al menos seis personas murieron.
La línea del frente ruso al oeste de Kiev se extendía a lo largo del Río Irpín, excepto la ciudad del mismo nombre al oeste de ese río que estaba parcialmente en manos de unidades ucranianas. Los esfuerzos para expulsar a las unidades rusas de los pueblos de los alrededores, como Irpín al oeste de la ciudad y Brovary al este, se basaron, entre otras cosas, en el hecho de que las fuerzas armadas rusas tenían que tomar estos pueblos si querían atacar Kiev con su artillería. Los obuses rusos tendrían un alcance de unos 25 kilómetros. Las tropas rusas todavía están demasiado lejos para atacar el centro de la ciudad, por ejemplo, en el aeródromo de Hostómel. El intento de los rusos de cruzar el río Irpin fue repelido por las tropas ucranianas. La ciudad de Brovary, al este de Kiev, estaba dentro del alcance de la artillería. Esto podría explicar por qué los rusos defendieron ferozmente sus posiciones en esta zona.
Pablo en el este de Ucrania, convertido en un combatiente.
FUENTE
El jueves 24 de febrero, luego de que Vladimir Putin mantuviera durante casi un mes sus tropas apostadas en la frontera y tras varias advertencias de la inteligencia estadounidense, Rusia comenzó su invasión a Ucrania con fuego de artillería y misiles dirigidos hacia varias ciudades, entre ellas Kiev, la capital.
En las primeras horas de ese mismo jueves, Liliana Rosario de Czornobaj se dirigió con ansiedad hasta el departamento de Pablo, su único hijo varón, el del medio entre dos mujeres, Mariela y Nadia.
- ¿Vas a ir?- le preguntó la mujer.
- Sí, mamá.
El diálogo se terminó prácticamente ahi. Liliana volvió a su casa sin esperanzas. A lo largo de todo 2021 Pablo Czornobaj ya había estado averiguando en la embajada de Ucrania en la Argentina qué trámites debía hacer para ir al país de sus ancestros.
De allí escapó a principios de la década de 1920 su abuelo paterno, Volodymyr Chornobay. Huía de las hambrunas del pueblo ucraniano creadas por la política de mano de dura de Joseph Stalin, en los primos años la ex Unión Soviética. La hambruna es conocida en la historia como el Holodomor.
Pablo comenzó ese mismo 24 de febrero los preparativos. Dos meses después se convirtió en uno de los protagonistas invisibles de la guerra en Ucrania.
Había tenido decenas de aventuras. Vivió en los Estados Unidos, en Villa La Angostura. Es analista de sistemas y trabajó trajeado para una compañía de seguros. Pero nunca antes había estado en la tierra de sus abuelos, los Chornobay, cuyo árbol genealógico es amplio.
Pablo Czornobaj, argentino, 43 años es hoy un soldado que combate a los rusos en el este ucraniano. Allí, donde se libran las más duras batallas. Adonde Ucrania le pudo ganar terreno a los rusos, pero donde Putin ha vuelto a pegar duro.
Primer contacto
Así fue el primer contacto con Pablo por WhatsApp. A lo largo de todos estos días mostró dos características. Siempre manda banderitas argentinas y ucranianas, seguidas de palabras. Hace chistes, guiña el ojo con un chasquido de su lengua, habla español y frases en ucraniano cuando está inspirado. Y se rodea de cuanta mascota va encontrado en la devastación de la guerra, muchos de ellos cachorros de perros abandonados, que mete dentro de su chaqueta camuflada y cobija hasta que la situación se lo permite.
A lo largo de este mes, hubo con él intermitentes mensajes de whatsapp, audios y videos. Fue un diálogo irregular pero creciente. Con momentos inquietantes, místicos, graciosos y de tensión.
Pablo integra la legión extranjera, entre los que (a diferencia de él) otros son mercenarios. Los hay de origen mexicano, brasileño, español, colombiano.
En las últimas horas le dijo a sus amigos y a Clarín que muy probablemente no pueda conectarse tan regularmente como lo venía haciendo. El último audio que envió a este diario venía con un registro sonoro estremecdor: metrallas y bombas en pleno frente de batalla.
Desde que llegó a Ucrania en abril fue corriendo su presencia hacia el Donbas, la cuenca del río Donestk, una de las regiones consideradas anexadas recientemente de manera unilateral por Putin. Pablo forma parte de la contraofensiva de Ucrania en el Este del país.
Su “comandante”, así lo llama, lo autorizó para conversar con Clarín pero no le permitió hacer ni siquiera una entrevista en vivo. No tiene autorizado mostrarse en simultáneo. Tampoco puede hablar del batallón al que pertenece.
Tampoco pudo dar su nombre de guerra, ni decir qué misión le asignaron en los últimos días, pero todo indica que está combatiendo.
“Nosotros estamos en primera línea y avanzando”, dijo los primeros días y mostró un mapa del Donbas. Allí las fuerzas ucranianas, con ayuda de las armas que le suministra Estados Unidos y el resto de la OTAN, han podido correr a los rusos de lugares que habían ocupado. El 24 de octubre se cumplirán ocho meses de sangre, fuego, muertos y devastación.
El jueves pasado, tras varios intentos para contactarlo, Pablo reapareció:
-“Buenaaaas. Fue todo bien. Pronto salgo a tres días o más.
No se entendió qué quiso decir. Tampoco lo pudo explicar. Por los videos que obtuvo Clarín se lo ve principalmente en tareas de patrullaje.
En muchas de esas imagenes en las que se lo ve por zonas golpeadas, ahora deshabitadas, aparecen objetos rusos o ucranianos, también restos humanos y pertenencias.
Salvo un día que le deseó feliz cumpleaños al abogado Federico Marotta, uno de su grupo, y en el que con un video mostraba un vehículo ruso que le prometió mandarle a Buenos Aires de regalo -claramente un chiste-, Czornobaj no festeja como un trofeo lo que muestra del enemigo. Sus amigos tampoco. No festejan la muerte de ninguno.
- ¿Mataste a alguien? ¿Viste morir a alguien?- preguntó Clarín.
- Soy Cristiano y la interrupción de la Vida anticipada siempre es violenta… Pero el día del combate me olvido.
Su madre y sus hermanas
En realidad, dice su hermana Nadia, la familia no es cristiana ortodoxa, como mayormente pasa en Ucrania. La madre es de origen italiano. Liliana y Héctor Czornobaj bautizaron a sus tres hijos y les hicieron tomar la comunión bajo las costumbres de la Iglesia Católica Apostólica Romana. El matrimonio de Liliana y Héctor Czornobaj -apellido ya romanizado- se estableció primero en Dock Sud. Allí vivieron inicialmente sus tres hijos.
Héctor fue un suboficial del Ejército argentino, cuyo núcleo cercano considera de un pasado “impecable” y familiar. Tuvo a sus hijos en el Hospital Militar, sobre la avenida Luis Maria Campos, y se llevó a la familia de Dock Sud a Wilde. Héctor murió hace cuatro años y dejó un buen pasar a sus hijos.
Pablo dijo que conoce el rigor de hijo de militar. “Me levanto antes de las 05:15, antes de que cante el gallo en el lugar que sea, antes de que salga el sol, en el lugar que sea. Hago mi cama y me aseo siempre. Bueno, ahora estaría costando un poquito el tema de aseo, pero de alguna manera lo hacemos", contó a Clarín en una de las tantas comunicaciones y en la que llevaba 12 días sin tomar un baño.
Pablo maneja armas desde la adolescencia -no se le registra ningún incidente violento- al punto que sus amigos cuentan que se enojaban con él porque en los veraneos grupales en la Costa y en la Patagonia “El Ucraniano” se aparecía con pistolas sin haberles contado que las había llevado.
“Lo queríamos matar”, dice Javier Maffei, su amigo dueño de una curtiembre y parte del grupo que sigue los pasos de Pablo en su guerra contra los rusos en Ucrania.
Maffei y Cjzornbaj son amigos desde los 14 años, desde la escuela. Forman parte de esa “banda” que jugaba al fútbol juntos. En cuanto a la decisión de su amigo de ir a la guerra, dice: “Yo creo que un “50% lo hace por amor a Ucrania y el otro 50% porque siempre fue medio loco, y porque si bien tuvo novias, sigue soltero y sin hijos”.
Agrega Maffei: “Como amigo es recontra fiel, claro que tiene defectos pero nos llama la atención que es una persona que acá dejó una vida muy cómoda y decidió arriesgarse por una guerra que es suya y al mismo tiempo no es suya. Es algo que no entiende la mayoría de la gente.. Pero, bueno… yo soy de origen griego y si Turquía invadiera Grecia yo también lo haría”.
Nadia, de 37 años, la menor de los Cjzornobaj, mandó un mensaje: “Es raro todo. Son muchas cosas. El es grande. Se quiso ir. Quiso hacerlo. Y bueno… Pero tampoco nos sorprendió mucho del loco este, jaja. Mi hermana (Mariela, la más grande) se puso medio mal cuando lo vio con un arma, una ametralladora. Y mi mamá también. Estamos con incertidumbre. Es una guerra. ¿Qué vamos a hacer? Estamos orgullosas de él, pero asustadas también. Son varias cosas...”
En el archivo de este diario hay una nota del 26 de octubre de 2010, titulada “El desafío de aprender a navegar”, cuya introducción dice: “Pablo Czornobaj tiene 31 años y trabaja en el sector de IT de Deloitte”. A continuación, su testimonio: “Siempre tuve ganas de hacer el curso de timonel, y finalmente llegó el momento. La opción de Puerto Madero era buena por una cuestión de cercanía… Se trata de ir juntando experiencia para animarme a hacer mi propia travesía”. Aquel artículo estaba ilustrado por una foto del joven Czornobaj, con melena, canchero, afeitado y magro, posando al borde del barco mirando hacia el río. Su aspecto dista mucho del soldado en Ucrania, un hombre de mediana edad, más ancho y barbudo.
Casi doce años después de ese curso de timonel, Pablo efectivamente mantiene su pasión por los barcos. Dejó el suyo amarrado en Puerto Madero, ese en el que algunas noches navegaba solo de Buenos Aires a Uruguay en la oscuridad. Pablo dejó una parrilla restó propia que tiene en Dock Sud, La dejó al mando de un sobrino. Administraba otros negocios que dejó a cargo de su familia.
Cuando en marzo explotaban las bombas rusas en Ucrania, se iba poniendo ansioso. Tenia dos dosis de la vacuna rusa contra el Covid, la Sputnik, pero en Europa no se la reconocían. Entonces, cuando ya tenía casi todos los papeles listos, se hizo dar dos Pfizer. La ansiedad lo volvió a tomar cuando los europeos empezaron a requerir tres dosis. Pensó entonces tomar su barco a vela, navegar hasta Brasil y ver la forma de cruzar el Atlántico con un buque charteado.
Finalmente, terminó cruzando los continentes en avión. Hizo Buenos Aires, Barcelona, Cracovia, y de ahí su secreto y largo camino a la guerra. Maffei contó que les dijo que de una lista de 40 argentinos anotados, al menos en su camada, llegaron tres. Y cuenta que uno de los temores que se plantearon al revelar su identidad en la prensa es que cuando todo esto termine, Rusia se vengue de ellos.
En reiteradas oportunidades, Pablo se definió como “amante de la libertad”, la “Libertad de San Martin” (sic). En otra conversación dijo ser Libertario. Tras un ir y venir de opiniones confesó que simpatiza políticamente con Javier Milei.
“Igualmente yo no soy el centro de la cuestión. La cuestión es la guerra, cómo vive un soldado con mi sangre, que es ucraniana”, aclaró sin insultar a los rusos.
El frío duele, mensajes que vienen y van
Miembro de la hinchada de Racing. Duro, como su familia, Pablo arranca una sonrisa a quien lo oye confesar que uno de los seres vivos que más extraña desde la guerra en Ucrania es su perro “Liber”. No hace falta aclarar la raíz del nombre de este caniche toy, color blanco, cuya foto lleva en su teléfono móvil, y que ahora le cuida la madre.
”Cuando llegó a la Argentina, mi abuelo eligió Racing Club porque tenía los colores de Argentina justamente y de la Virgen María”, explicó en uno de los mensajes compartidos.
En las fotos que mandó, se lo ve hace años su amigo Maffei en Uruguay. Se lo ve también prolijo. Y en su periplo iniciático desde Argentina a Ucrania, pasando por España y Polonia.
La transformación es elocuente. Más ancho y con barba desprolija, el pelo largo, sus amigos aseguran que no pasa hambre y tampoco le falta abrigo. “Aquí no hay mucho muuu”, dijo en formato de telegrama un día en el que mandó una foto comiendo con su jefe inmediato un cabrito que mataron y asaron sobre un improvisada parrilla en el campo.
En varios whatsapp Pablo hizo referencia a la guerra de Malvinas y a lo que imagina de ese conflicto en el Atlántico Sur. A lo que pasaron los soldados argentinos. Contó que en donde está ya hay temperaturas de hasta 2 grados, con mucha humedad. “En Baires dormía poco. Pero el frío y el cansancio duelen”, reconoció en una línea.
Ucrania Donbas
En Buenos Aires cuentan que se lo escuchó contento en las últimas semanas por la llegada de más HIMARS, el sofisticado sistema de lanzamisiles múltiple ligero (que se monta en un camión militar) que Estados Unidos le proveyó a Ucrania y que ha sido fundamental en la contraofensiva contra Rusia.
El 14 de octubre pasado la comunicación con Pablo tomó un cariz más telegráfico. Y el soldado argentino hasta se puso más místico.
Un día envió sólo esta frase y desapareció. “El 14 de octubre en el día de fiesta de la Protección de la Madre de Dios se celebra el Día de los Cosacos ucranianos. Hoy es el día del cosaco ucraniano”.
Pablo envió por WP una larga -casi interminable- leyenda de resistencia de su pueblo, en la que el caballero héroe, el que libera a las mujeres y a los oprimidos, lleva el apellido Chornobrov.
El domingo pasado apareció con una frase de Feliz Día para todas las Madres. En otra, sin dar fechas, informó que su cumpleaños había sido el “Día del Mar y la Riqueza Pesquera”. Eso fue el último fin de semana.
Y como siempre, se despidió saluda con un “Gloria a Ucrania. Gloria a los Cosacos. Gloria a los Héroes. Todo Será de Ucrania".
Ver el video es este enlace.
Once minutos de una brutal batalla en Bakhmut: así se defiende Ucrania de los ataques rusos.
El “batallón Da Vinci” es uno de los más destacados en los intensos combates por el control de “la ruta de la vida”, una de las últimas carreteras que conectan con la ciudad en disputa. Soldados ucranianos grabaron los combates con los rusos.
Cuando el héroe ucraniano Dmytro Kotsiubailo murió, sus compañeros prometieron vengarse. El joven que tomó las armas en 2014 para luchar contra los separatistas respaldados por Moscú y en 2023 se convirtió en el combatiente más joven en recibir la medalla de Héroe de Ucrania, murió en marzo, pero el batallón que lideraba sigue peleando y divulgaron un video en primera persona sobre los feroces combates contra las tropas rusas en Bakhmut, actual batalla clave de la invasión rusa.
Los miembros del “batallón Da Vinci” (como era apodado Kotsiubailo) divulgaron la grabación que muestra en primer plano el fuego cruzado, un cara a cara con solo unos metros de distancia, en la llamada “ruta de la vida”, una carretera que conecta la zona urbanizada de la ciudad hacia el oeste, donde Ucrania lucha por no perder el control de la zona para permitir la entrada de suministros y salida de heridos.
El video, cuyos fragmentos se divulgaron hace una semana pero se viralizaron en las últimas horas, comienza con la “tranquilidad” en una trinchera ucraniana, donde yace el cuerpo sin vida de un soldado, identificado como Norman. “Descansa en paz”, suspira una de las voces. El silencio es interrumpido por una granada que aturde a varios, pero no deja heridos.
De la cámara de Yabchanka se pasa a la grabación de Tihiy, quien parece liderar las coordinación del grupo en un cercano tiroteo. “¡Tomen sus posiciones, orcos en la trinchera derecha!”, ordena.
¿Los orcos son soldados rusos? ¿Mercenarios del Grupo Wagner? ¿Otros paramilitares que responden a Moscú? No hay distinción, para el batallón son orcos y son enemigos.
El grupo parece tomar ventaja, provocando algunas bajas y ganando terreno. Las balas provienen de distintos flancos, pero mantienen alta la guardia.
Tras tomar un punto alto y liquidar a otros enemigos, Tihiy grita: “¡Qué pasa, orcos! Es nuestro campo, váyanse a la mierda”.
Posteriormente, vuelven a las trincheras, donde revisan los cargadores y confirman las posiciones para cubrirse de posibles ataques de artillería. Es otra intensa jornada en la que la mayoría sobrevivió para combatir otro día más.
Otros videos en vivo
Desde el 24 de febrero de 2022, cuando se inició la invasión rusa, Ucrania ha estado inmersa en un conflicto devastador que ha marcado un hito en la historia contemporánea. A lo largo de estos 1000 días de guerra, se han observado innumerables impactos políticos, económicos y sociales, tanto en el país agredido como en la comunidad internacional.
En primer lugar, el conflicto ha tenido repercusiones profundas en la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. A pesar de la resistencia valiente del pueblo ucraniano y de su ejército, las fuerzas rusas han intentado apoderarse de regiones estratégicas, lo que ha generado una crisis humanitaria sin precedentes. Millones de ucranianos se han visto obligados a abandonar sus hogares, y las infraestructuras esenciales han sido devastadas, dificultando el acceso a servicios básicos como la educación y la atención médica.
Además, la guerra ha alterado el orden geopolítico. La respuesta unificada de diversos actores internacionales, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, ha manifestado un giro en las dinámicas diplomáticas globales. Se han impuesto sanciones severas contra Rusia, y se ha reforzado el apoyo militar y humanitario a Ucrania. Sin embargo, este conflicto ha suscitado tensiones que podrían redefinir las relaciones entre países y bloques, y ha evidenciado la fragilidad de la seguridad europea.
Desde una perspectiva económica, la guerra ha propiciado una crisis energética y alimentaria a nivel mundial. Ucrania, conocida como el "granero de Europa", ha visto interrumpidas sus exportaciones agrícolas, lo que ha generado aumentos en los precios de los alimentos. Asimismo, la inestabilidad ha afectado a los mercados internacionales, exacerbando problemas que ya se presentaban antes del conflicto.
Finalmente, es fundamental considerar el impacto psicológico de esta prolongada contienda. El sufrimiento humano, la pérdida de vidas y el trauma colectivo han dejado cicatrices profundas en la identidad nacional de Ucrania. La memoria de estos 1000 días de guerra perdurará en la conciencia de su pueblo, marcando una era de resiliencia y lucha por la autodeterminación.
Los 1000 días de guerra en Ucrania son un reflejo de las complejidades del siglo XXI, donde la soberanía, la economía y la seguridad internacional se entrelazan. La comunidad global enfrenta el desafío de asegurar la paz y la estabilidad, no solo en Europa, sino en el mundo entero. La historia de este conflicto seguirá siendo fundamental para entender la dirimida balanza entre la guerra y la paz en la era contemporánea.
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