Flaubert sostenía que la imbecilidad era una roca inexpugnable, porque todo el que choca contra ella se despedaza. Puede que eso fuera así en el siglo XIX, pero en nuestros días son numerosos los idiotas que consiguen triunfar en la vida después de cometer una imbecilidad. Ser un insensato, lejos de estar penalizado, a menudo tiene premio. Y no solo los quince minutos de gloria que Warhol presumía que están al alcance de todo ser humano. En la sociedad del espectáculo, cometer una fechoría no está penado. Son legión los irresponsables que se arriesgan a hacer una locura para ser trending topic o para arrasar en TikTok. Y de ahí a ser un influencer que acaba residiendo en Andorra para pagar menos impuestos tampoco hay tanto trecho.
El último de esta corte de cretinos es un varón que lanzó una tarta contra La Gioconda de Leonardo Da Vinci. Entró en el Museo del Louvre de París sentado en una silla de ruedas y disfrazado de anciana. Afortunadamente, el lienzo está protegido por un cristal antibalas y por una barandilla que impide que los visitantes se acerquen, así que no sufrió daños. Pero el insensato, que fue detenido por los guardas de seguridad del recinto, consiguió notoriedad en las redes sociales, que seguramente es lo que pretendía.
La historia del célebre cuadro de la Mona Lisa, que acompañó a Leonardo hasta su muerte, cuando fue adquirido por el rey Francisco I de Francia, acumula episodios grotescos de personajes que intentaron pasar a la pequeña historia del desvarío. En 1956, un boliviano le lanzó una piedra que hizo saltar parte del pigmento del codo izquierdo; en 1974, una japonesa intentó mancharlo con pintura roja cuando se expuso en Tokio, y en el 2009 una rusa le tiró una taza de té que se estrelló en el cristal. Antes, en 1911, la tela fue robada por un empleado del Louvre y estuvo dos años desaparecida. Entonces, la policía sospechó de Apollinaire y de Picasso por sus boutades acerca de que había que quemar los museos. Así que el exhibicionismo no es nuevo, lo que resulta una novedad es que la gente prefiera hacerse una selfie junto a una tela antes que extasiarse frente a un cuadro o le lance un pastel para tener más likes en Instagram. (Fuente)
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¿Por qué es tan famosa la Mona Lisa?
Otros casos recientes
Dos activistas atacan con un martillo un cuadro de la National Gallery de Londres. Eran dos miembros de 'Just Stop Oil'
Dos activistas del movimiento 'Just Stop Oil' atacaron este lunes (4 de noviembre de 2023) a martillazos la 'Venus del Espejo' de Diego Velázquez, una de las obras más importantes de la pintura española que se encuentra en la National Gallery de Londres.
Los activistas, que llevaban camisetas con el lema "Just Stop Oil", rompieron el cristal que protegía el cuadro y causaron daños en la pintura, aunque fue algo mínimo. La obra fue retirada de la exposición y trasladada a un lugar seguro para su restauración. (F)
Activistas ecologistas arrojaron sopa de tomate a un cuadro de Van Gogh en un museo de Londres.
Dos militantes medioambientales lanzaron sopa sobre el famoso cuadro 'Los Girasoles', de Vincent Van Gogh, en la National Gallery de Londres, para exigir la detención de explotación de hidrocarburos en el Reino Unido.
Manifestantes ecologistas arrojaron sopa de tomate sobre el famoso cuadro Los Girasoles de Vincent van Gogh en la National Gallery de Londres, para exigir al gobierno del Reino Unido que ponga fin a los nuevos proyectos de extracción de gas y petróleo.
Poco después de las 11h00 locales, dos activistas del grupo de desobediencia civil 'Just Stop Oil' arrojaron dos latas de sopa de la marca Heinz sobre el lienzo del maestro impresionista neerlandés, protegido por un cristal, y parte de su marco dorado, según muestran videos publicados en las redes sociales.
Pintado en 1888 por Vicent van Gogh, el cuadro está valorado en 84,2 millones de dólares. (F)
Vandalismo y cancelación: el progresismo banal
“Los Girasoles” de Van Gogh cubierto de sopa de tomate; la acción de protesta del grupo ecologista “Just Stop Oil” ocurrió en la National Galllery de Londres. Un acto de vandalismo, por cierto, motivado por el aumento de los precios de la energía. El peculiar razonamiento concluía que la protección del arte no puede importar más que la del planeta.
Y no fue solo en Londres. “Mona Lisa” de Leonardo en el Louvre, “La Primavera” de Botticelli en Gli Ufizi de Florencia y “Pajares” de Monet en Potsdam, entre otros, también fueron blanco de esta forma de protesta “contra el gas y el petróleo”, según los propios atacantes. Renacimiento, Impresionismo o post-impresionismo, el fanatismo verde no discrimina entre corrientes pictóricas.
Greenpeace y otras ONGs justificaron las acciones por ser útiles para llamar la atención sobre la necesidad de abandonar los combustibles fósiles y alertar acerca de la consiguiente catástrofe climática. Es más que una ironía del destino que los apellidos de grandes familias petroleras se encuentren entre los filántropos de dichas organizaciones; Getty y Rockefeller, entre ellos.
Es algo así como el dinero del petróleo para luchar…contra el petróleo; pero si el ecocida Nicolás Maduro fue recibido en COP27, porqué no. El cambio climático es una realidad concreta, no ya una amenaza, pero la incoherencia de la agenda verde se observa en varios niveles. Es ya de Perogrullo señalar que no es posible agraviar a los inversores de gas y petróleo, desmantelar las plantas de carbón, demorar la puesta en funcionamiento de plantas de gas natural licuado y rechazar la energía nuclear sin contar con un plan de transición energética viable.
La guerra en Europa, y la “weaponization” de la energía, no han hecho más que enfatizar, no disminuir, la importancia de las energías convencionales. Al menos hasta tanto dicha transición esté encaminada, que no es el caso.
Pues todo esto destaca que buena parte de la agenda “progresista” de hoy no es más que una empresa discursiva. Se trata de la articulación de una narrativa que cancele las voces del otro, y que en ese proceso narre una supuesta realidad, escindida de los hechos concretos. Y la reconstruya, desde luego, a efectos de reescribir la historia a voluntad.
Cancelar a Van Gogh, Leonardo, Botticelli y Monet es quizás la prueba más contundente de ello. Para reescribir la historia hay que borrar la que está escrita; cubrirla de sopa de tomate, por ejemplo, para que no se vea. Las voces que se cancelan son los pinceles de tales gigantes, con ello se ignora, se erosiona, se suprime nada menos que la herencia cultural europea, disolviendo una identidad colectiva, la de Occidente.
Donde uno mire se ve al “progresismo” de hoy reescribiendo la historia; insisto con las comillas porque progresismo viene de progreso. Cleveland State University en Ohio cambiará el nombre de su escuela de leyes, hasta ahora “Marshall College of Law”. El nombre era en honor de John Marshall, cuarto presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, su monumento se puede observar en el edificio mismo de la Corte. La razón es que Marshall fue propietario de esclavos.
Otro tanto ocurrió con la “Woodrow Wilson School of Public and International Affairs” de la Universidad de Princeton. El nombre de Wilson fue abandonado por su pensamiento racista y haber promovido políticas públicas de contenido racista, según informaron en su momento las autoridades de la universidad. El 28vo. presidente de la nación, entre 1913 y 1921, fue considerado el primer presidente verdaderamente internacionalista, de ahí su nombre en la escuela.
Un gran número de instituciones llevan el nombre de Woodrow Wilson, tendrán que modificarlas también. Quien aquí escribe fue becario (fellow) del “Woodrow Wilson International Center for Scholars” en Washington DC, institución perteneciente al sistema Smithsonian del gobierno federal. ¿Le cambiarán el nombre? A propósito, no recuerdo una sola expresión de racismo en todo un año residiendo allí.
Es que con esta lógica el Partido Demócrata también debería cambiar su nombre, pues era esclavista en el Sur. Los “dixiecrats” se opusieron a la Emancipación y construyeron Jim Crow después de 1877, el régimen autoritario segregacionista. Descontextualizar la historia es otra manera de reescribirla.
Se podría pensar que todo esto es absurdo, pero en nada lo es. El pensamiento socialista está a la deriva, y por allí transcurren los progresismos de hoy. El constructivismo de Foucault mató y enterró al materialismo histórico de Marx y Engels, con lo cual se pierde anclaje analítico. Así, las categorías conceptuales del progresismo son fluidas, ya no sabemos qué sabemos.
La izquierda es caviar porque su base social ya no es, por cierto, el asalariado sindicalizado. En consecuencia, los magnates de la industria del petróleo pueden perfectamente ser la vanguardia de la lucha contra el calentamiento global. El subjetivismo ha dejado de ser una herramienta analítica como tantas otras para convertirse en un canon de acción política. Y, por supuesto, de narración y construcción de la realidad.
Entre la muy numerosa lista de pinturas destacadas que han sufrido ataques intencionados, al margen de las agresiones contra obras de arte en el marco de guerras y conflictos armadas, están las siguientes.
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