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lunes, 3 de julio de 2023

¿Por qué odian a los talentosos?


                                                                              
El odio es un sentimiento jodido en las artes plásticas. No se manifiesta ni se hace público por un asunto de pudor, pero existe. Fomentado por los oportunistas que han logrado (gracias a varios factores) usufructuar un lugar reservado sólo a unos pocos, el odio está dirigido particularmente a esas personas que nacen con talento; esa condición sinequanon de las artes.
                                                                              
Por Rubén Reveco, editor

Hay excepciones -desde luego- pero en esta oportunidad vamos a hablar de la norma. La tendencia mayoritaria de los artistas contemporáneos (y del stablimesch que los sostiene) es profesar odio hacia los artistas "tradicionales" que resisten a través de las distintas disciplinas artísticas. Esto se manifiesta con comentarios desdeñosos: "Sólo tiene condiciones técnicas", "es un buen copista, pero...", "ya nadie pinta", "es un anacrónico", "el arte realista no es provocativo ni desestabilizador", etc. 
¿Y por qué sucede esto? Porque el que odia en las artes es un mediocre disfrazado de artista.
Aunque usted no lo crea, actualmente el talento es una condición peligrosa. El talento -por ejemplo- que se necesita para expresarse a través de la belleza; esa virtud bastardeada y tan poco cultivada entre los "modernos".

El talento y el arte

El arte contemporáneo y su relato nos quiere hacer creer que ya no es necesario tener talento para ser artista. Según ellos, nosotros -los artistas plásticos- no comprendemos que existe un nuevo paradigma y que es inútil y tonto perseverar en pintar -por ejemplo- y menos rescatar a la belleza del basural a donde ha sido arrojada.
Sin embargo, al arte se lo sigue asociando a esta característica tan singular de los seres humanos. Sin talento no existe poesía, música, baile, pintura o escultura... Ahora bien, ¿que entendemos por talento?
José Ingenieros en su libro El Hombre Mediocre plantea una diferenciación entre genio y talento: Llama genio al hombre que crea nuevas formas de actividad no emprendidas antes por otros o desarrolla de un modo enteramente propio y personal actividades ya conocidas; y talento al que practica formas de actividad, general o frecuentemente practicadas por otros, mejor que la mayoría de los que cultivan esas mismas aptitudes.
El talento se puede considerar como un potencial. Lo es en el sentido de que una persona dispone de una serie de características o aptitudes que pueden llegar a desarrollarse en función de diversas variables que se pueda encontrar en su desempeño.
El talento es una manifestación de la inteligencia emocional y es una aptitud o conjunto de aptitudes o destrezas sobresalientes respecto de un grupo para realizar una tarea determinada en forma exitosa. 



El talento puede ser heredado o adquirido mediante el aprendizaje. Por ejemplo, una persona que tenga el talento de ser buen dibujante muy probablemente legará esta aptitud a sus hijos o a alguno de sus descendientes. Asimismo una persona que no es y desee ser dibujante deberá internalizar mediante el aprendizaje continuo y esforzado la destreza e internalizarlo en su cerebro la condición que le permita desarrollar la aptitud.
El talento intrínseco a diferencia del talento aprendido es que el individuo lo puede dejar de ejercer por mucho tiempo y volver a usarlo con la misma destreza que cuando dejó de usarlo; el talento aprendido requiere de ser ejercitado continuamente para no perder la destreza.


Me encontré con un estudiante de arte

Hace unos meses me encontré con un joven y atribulado alumno de una escuela de arte. Estaba por repetir el año. Este fue más o menos el diálogo:


-Mi profesora de pintura se enfurece cuando trato de ser prolijo.

-¿Y para qué estudias arte en esa escuela?
-Porque también necesito el título de maestro. Con las artes nunca se sabe ¿vio?
-¿Y qué te dice la profesora?
-Estábamos pintando una naturaleza muerta y me decía que no tengo que hacerla tan depurada .
-¿Y qué propone?
-Que mire a Pablo Picasso... que el tema es sólo un pretexto.
-¿Te gusta Picasso?
-La verdad que no mucho. Su período Azul me gusta mucho... después no.
-¿Y tu profesora qué hace?
-Ella es moderna. No pinta. Hace performance.
-¿Y porque te da clases de pintura si no pinta?
-Creo que también necesita el trabajo... pero ella desprecia a los pintores y ni hablar si hacen realismo...
-¿Una profesora de arte que desprecia a los artistas? ¡Es raro!
-Sí.
-Entonces ¿qué vas a hacer?
-Necesito alguien que pinte y que me de unas clases. ¿Usted está dando?
-No doy, pero te podría ayudar...

Y quedamos de acuerdo que asistiría dos veces por semana a mi estudio durante un mes, con el compromiso que ninguno de los dos diría nada de las clases de apoyo. 

Hay que ayudar a los estudiantes. Quien sabe, podríamos estar perdiendo un gran artista. 
Lo último que supe es que había aprobado.



ANEXO

El odio, esa mala palabra


El odio es un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo.
El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o la amistad. El odio puede generar aversión, sentimientos de destrucción y ocasionalmente autodestrucción, aunque la mayoría de las personas puede odiar eventualmente a algo o alguien y no necesariamente experimentar estos efectos.
El odio no es justificable desde el punto de vista racional porque atenta contra la posibilidad de diálogo y construcción común.
El odio es una intensa sensación de desagrado. Se puede presentar en una amplia variedad de contextos, desde el odio de los objetos inanimados o animales, al odio de uno mismo u otras personas, la existencia, la sociedad o cierto tipo de arte. 



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