A Leonardo da Vinci le fascinaba la geometría aplicada al arte. Había que medir, calcular y buscar las proporciones exactas en los cuerpos. Hábito heredado de la antigua cultura clásica y común a todos los hombres del Renacimiento.
Por Rubén Reveco - Editor
A lo largo de la historia del arte, pocos artistas han logrado amalgamar de manera tan efectiva la ciencia y la estética como Leonardo da Vinci. Este polímata del Renacimiento gestionó su fascinación por la geometría no solo como un ejercicio teórico, sino como un principio fundamental aplicable a la creación artística. En su obra, el equilibrio y la proporción surgen como pautas esenciales, heredadas de la cultura clásica que tanto influyó en su época.
Leonardo entendía que las proporciones exactas en los cuerpos eran vitales para representar la belleza, un concepto que él consideraba el objetivo primordial del arte. La belleza, en este contexto, se define como un orden intrínseco, donde cada elemento de una composición se relaciona armónicamente con los demás. Esta búsqueda de un equilibrio ideal refleja la influencia de las ciencias exactas, que proporcionan las herramientas necesarias para descomponer y estudiar la naturaleza que rodeaba al artista.
En su búsqueda de idealidad, el maestro renacentista halló en las formas geométricas –en particular, la circunferencia– un símbolo de perfección y unidad. Esta forma, al igual que muchos elementos naturales, posee propiedades matemáticas que le confieren un aspecto de belleza intrínseca. De este modo, Leonardo no solo captura la realidad en sus obras, sino que también la transforma, aportando un orden que trasciende lo meramente visual.
La relación entre la geometría y el arte que favoreció Da Vinci sigue siendo relevante hoy en día, pues establece un vínculo indisoluble entre la ciencia y la creación estética. En la obra de Leonardo, la matemática no es solo un conjunto de reglas, sino el lenguaje a través del cual el artista se comunica con la esencia misma de la belleza. Así, su legado desafía a las futuras generaciones a explorar la intersección entre estas disciplinas, reafirmando que en la búsqueda de la perfección artística siempre habrá un lugar para el rigor y el método.
En las formas de la naturaleza están presentes la matemática y la geometría. Y si los números están en las creaciones de la naturaleza, también deberían estar presentes en las creaciones del hombre. La belleza es el objetivo del arte en el Renacimiento. La belleza es el orden, la justa proporción que otorgan las ciencias exactas. Entre las formas geométricas, Leonardo prefería la circunferencia.
El círculo, en cambio, es una figura plana limitada por una circunferencia. Está formado por la circunferencia y la parte de plano que hay dentro de ella. Ejemplos de círculo: moneda, disco













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