Hoy es un gran día: El Reyezuelo ha salido libre. Después de doce años en prisión, Blaise Van Hoppen decide regresar a la casa de su madre, al pueblo donde tuvieron lugar los trágicos sucesos que lo llevarían a la cárcel, y a volver a ver las caras de aquellos que le condenaron. Allí vivieron él y su madre, adorando los pájaros y la naturaleza.
Es esta naturaleza la que le dio fuerzas para calmar las heridas causadas por la mezquindad de la gente del pueblo. Porque no es fácil ser un niño sin padre y con una madre que no pronuncia palabra alguna, ni ser alguien nuevo en un vecindario que te señala con el dedo.
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