El debate sobre los límites entre el erotismo y la pornografía es uno de gran complejidad. Aunque ambos conceptos se refieren a la representación de la sexualidad, el erotismo se enfoca en la expresión artística y sensual, mientras que la pornografía se caracteriza por un objetivo puramente sexual y explícito. No obstante, la delgada frontera entre estos fenómenos genera discusiones constantes en torno a cuestiones éticas, legales y culturales que merecen ser abordadas con cautela y objetividad.
Siempre he tenido como referencia una frase de Woody Allen que dice que la pornografía es el erotismo de los otros. No creo que exista una línea que separe ambos elementos ya que, desde el punto de vista cultural, los dos evolucionan en el tiempo y en el espacio. Creo que sólo podría establecerse la diferencia en lo que respecta a la intención del autor. Si un creador está representando las fantasías eróticas, un acto que puede llegar a ser difícil y doloroso, y es un trabajo honesto consigo mismo, eso es erotismo. Si sólo quiere vender diez kilos de papel es pornografía.
Desde el inicio de su carrera, a finales de los sesenta, ha estado vinculado políticamente a la izquierda y ha destacado el valor social del arte. ¿Cree que el erotismo puede ser empleado como arma de cambio?