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domingo, 16 de junio de 2024

Cordillera de los Andes (7) La canción más hermosa


Historia del hombre corriente, del campesino desarraigado y forajido.

«Arriba en la cordillera» es una canción del cantante chileno Patricio Manns, grabada y publicada originalmente en 1965 para el álbum Entre mar y cordillera. Fue republicada en 1999 en el álbum del mismo nombre llamado Arriba en la cordillera y en 2015 fue relanzada para un álbum llamado Legado de Trovadores (Arriba en la Cordillera 50 Años). La canción ha sido interpretada por varias bandas y cantantes como Inti-Illimani, Mon Laferte, Los Miserables y Quilapayún.

Una semana con la Cordillera de los Andes (Día 7)

La canción estrenó un videoclip en octubre de 1972, bajo la dirección de Hugo Arévalo, quien es considerado el padre del videoclip en Chile.​ Manns compuso la canción en una sola noche, usando como inspiración los recuerdos que tenía de distintos momentos de su vida, donde huyendo de la justicia se escondió en la precordillera de Los Ángeles,​ y convivió con arrieros en las cercanías el paso cordillerano de Atacalco, en la comuna de Antuco y en la laguna de la Laja.

Considerada una de las canciones más representativas de la Nueva Canción Chilena,​ Arriba en la Cordillera fue elegida como «La mejor canción chilena de todos los tiempos» en el cuadragésimo Festival del Huaso de Olmué, en enero de 2009, superando a otras composiciones como «Te recuerdo Amanda» de Víctor Jara; «Volver a los 17» de Violeta Parra, «La Joya del Pacífico» de Víctor Acosta y «Viva Chile» de Luis Bahamonde. (W)



La canción "Arriba en la cordillera" de Patricio Manns es una oda a la vida en las montañas, a la dureza de la vida en la cordillera, a las historias de hombres y mujeres que luchan contra la adversidad y la naturaleza implacable. A través de las imágenes poéticas que describe, Manns nos transporta a un mundo lleno de pasión, peligro, tragedia y belleza.








Arriba en la cordillera

¿Qué sabes de cordilleras
Si tú naciste tan lejos?
Hay que conocer la piedra
Que corona al ventisquero
Hay que recorrer callado
Los atajos del silencio
Y cortar por las orillas
De los lagos cumbrereños
Mi padre anduvo su vida
Por entre piedras y cerros
La viuda blanca en su grupa
La maldición del arriero
Llevó a mi viejo esa noche
A robar ganado ajeno
Junto al paso de Atacalco
A la entrada del invierno
Le preguntaron a golpes
Y el respondió con silencio
Los guardias cordilleranos
Clavaron su cruz al viento
Los Angeles, Santa Fe
Fueron nombres del infierno
Hasta mi casa llegaba
La ley buscando al cuatrero
Mi madre escondió la cara
Cuando él no volvió del cerro
Y arriba en la cordillera
La noche entraba en sus huesos
Él que fue tan hombre y solo
Llevó la muerte en su arreo
Nosotros cruzamos hoy
Con un rebaño del bueno
Arriba en la cordillera
No nos vio cruzar ni el viento
¿Con qué orgullo me querría
Si ahora llegara a saberlo?
Pero el viento no más sabe
Donde se durmió mi viejo
Con su pena de hombre pobre
Y dos balas en el pecho.


La cordillera, con sus picos nevados, sus valles profundos y sus ríos caudalosos, es mucho más que un simple paisaje. Es un lugar de lucha y supervivencia, de trabajo arduo y sacrificio. Es un lugar donde los hombres y mujeres se enfrentan a lo desconocido, donde la naturaleza impone su ley y los seres humanos deben adaptarse o perecer. Es un lugar donde la muerte acecha en cada esquina, donde los peligros son constantes y la vida es frágil.
Pero también es un lugar de belleza y grandeza, de misterio y magia. Es un lugar donde el silencio se vuelve música, donde las estrellas brillan más intensamente y el aire es más puro. Es un lugar donde el alma se eleva y el espíritu se renueva, donde se puede sentir la presencia de lo divino y lo eterno.


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