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domingo, 31 de marzo de 2024

Los Huevos de Pascua

Regalar huevos de chocolate en Domingo de Pascua no es solo una tradición consumista como algunos piensan. Su origen tiene una larga tradición que se ha vivido durante la Cuaresma a lo largo de generaciones desde hace muchísimos siglos. Si en vuestra familia existe la tradición de regalar huevos de Pascua a los hijos en Semana Santa, sería interesante que todos conociéramos algo más sobre esta bonita historia.





La tradición de los huevos - muy arraigada en Estados Unidos, el centro de Europa e Inglaterra -, empezó debido a que los cristianos católicos que seguían la abstinencia de la Cuaresma, no podían comer, entre otras cosas, huevos ni productos lácteos. Los seguidores de esta tradición guardaban los huevos, y para mantenerlos frescos los bañaban con una fina capa de cera líquida.
Una vez terminada la Cuaresma, se reunían delante de la iglesia de su ciudad y los regalaban. Con el tiempo, la Iglesia Católica fue cambiando las tradiciones, y hoy solamente recomienda la abstinencia de carne los viernes de la Semana Santa.
Sin embargo, la tradición de regalar huevos el domingo de Pascua siguió y de hecho continúa en muchos países del mundo. La única diferencia es que antes se pintaban y decoraban huevos de gallina y de pavo para regalar en pequeñas cestas.
En cambio, hoy aunque se siguen regalando huevos de gallina en muchos países, desde principios del siglo XIX se regalan también los huevos de chocolate, los preferidos por los niños, claro.

¿Y cuál es el origen del famosísimo conejo de Pascua?

¿Y el conejo qué pinta en toda esta historia? Es verdad que el conejo también es símbolo de fertilidad en algunas culturas. Sin embargo, este animal ha sido probablemente una fantasía inventada por los padres para dar una pizca de ilusión al domingo de Pascua. Los niños creen que es el conejo el que trae los huevos.
Existe una popular leyenda que cuenta que un conejo estuvo presente cuando enterraron a Jesucristo en el sepulcro. Confundido y curioso por lo que estaba sucediendo, decidió quedarse en los alrededores para averiguar quién era ese hombre al que tanta gente quería. Su espera dio frutos, pues el conejo fue testigo de la resurrección de Cristo.
El conejo sabía que tenía que avisar a todos de lo que estaba ocurriendo pero, ¿Cómo lo podía hacer si no podía hablar con los humanos? Se le ocurrió que lo mejor sería pintar un huevo contando lo que había visto. Estaba seguro de que así, todos los que antes lloraban la muerte de Jesús, ahora estarían mucho más contento. ¡Y así fue!
A partir de entonces, el conejo lleva huevos pintados a todas las casas para recordarnos que Jesús resucitó. Esta leyenda ha dado paso a la costumbre actual en la que los padres esconden los huevos de chocolate por el jardín o la casa y los niños van a buscarlos el domingo de Pascua.

Esta es una historia ¿pagana? que se podría interpretar como una cadena de engaños involuntarios. Muy alejada de la interpretación original y religiosa.








Historia publicada en la revista Mampato N° 220



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