Fachada del palacio de Goyeneche, en la calle de Alcalá. Es la sede, desde 1773, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
El 12 de abril de 1752, en España, el rey Fernando VI firma el decreto por el que se crea la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, inaugurada al día siguiente.
Es posible que el incendio del Alcázar en 1734, con la consiguiente necesidad de construir un nuevo palacio y dotarlo de un decorado y obras de arte apropiados, impulsara su creación, a instancias de las deliberaciones entre el secretario del despacho de Estado, el marqués de Villarías, y el escultor de la Casa Real, Juan Domingo Olivieri.
Así, en 1744 se constituyó una Junta Preparatoria en las habitaciones que en el Palacio Nuevo tenía el primer escultor del rey, Juan Domingo Olivieri, principal promotor de su formación. Desde 1741 Olivieri mantenía una academia de escultura en sus habitaciones y desempeñó el cargo de director general al crearse la nueva institución. Sus primeros estatutos fueron aprobados en 1747, primándose en ellos el estamento nobiliario. El mismo año, el rey Fernando VI, que había permanecido al margen de la creación, nombró a su escultor personal, Felipe de Castro, recientemente retornado de Italia, «maestro director extraordinario de escultura en la Academia», de forma que la nueva institución se hacía así dependiente de la Corona. La creación oficial data del 12 de abril de 1752, colocándose bajo el patrocinio del rey Fernando VI, quien la llamó Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando.2 En 1753 tres artistas italianos compartieron su dirección: Olivieri, Corrado Giaquinto y Juan Bautista Sachetti. Los estatutos definitivos se aprobaron en 1757, confiando a la Academia la promoción y protección de las Artes. Su principal redactor fue Felipe de Castro, quien suprimió el carácter aristocrático de los primeros estatutos, confiando la dirección de la Academia a los artistas.
El entierro de la sardina, de Goya
Después de que Olivieri redactara para la Junta Preparatoria unas «Reglas que se proponen al Exmo. Señor marqués de Villarias para que después de dos años de práctica que parecen convenientes por ahora, puedan contribuir a la formación de leyes para la Academia de Escultura, Pintura y Arquitectura que se intenta fundar en Madrid debajo la protección del Rey», a Fernando Triviño se le encarga la elaboración de los primeros estatutos para el establecimiento de la Real Academia de Pintura, Escultura y Arquitectura.
En un principio las actividades se basaron en pintura, arquitectura, escultura y grabado. Su propósito era convertir la materia artística en materia de estudios reglados, superando el modelo anterior de aprendizaje en el taller. Para ello, la Academia contaría con «profesores» de las distintas materias y modelos de todo tipo, tanto moldes y obras de arte como hombres y mujeres «de alquiler». La creación sería estimulada por la concesión de premios y pensiones de estudios en Roma para los artistas más destacados. En 1873 recibió su denominación actual y se abrió una nueva sección de Música.
Desde 1757 la Academia impartió los estudios y expidió el título de arquitecto. En 1847 estos estudios pasaron al Estudio Especial de Arquitectura, que evolucionó hasta dar la actual Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM).
A partir de 1846, con la publicación de unos nuevos estatutos, la Real Academia de San Fernando pasaría a llamarse Real Academia de Nobles Artes de San Fernando.
Durante la I República, se cambió el título de la corporación que, en 1873 pasaría a llamarse Academia de Bellas Artes de San Fernando hasta que la Restauración alfonsina recupera el título de Real Academia.
Se llevaron a cabo dos reformas: con la primera (1987) se ampliaba a 51 el número de académicos numerarios y se integraban televisión, fotografía, vídeo y cinematografía a la sección de Escultura, que pasó a llamarse Sección de Escultura y Artes de la Imagen; la segunda reforma (1996) elevó a 52 el número de académicos numerarios. (W)
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