El 13 de agosto de 1963, en Buenos Aires (Argentina), un grupo comando de la Juventud Peronista ingresa al Museo Histórico Nacional y se apropia del sable corvo del general José de San Martín.
El sable corvo de San Martín tiene un recorrido histórico, el general lo adquirió en Londres en 1811 antes de regresar a Buenos Aires y darle su bautismo de fuego en la Batalla de San Lorenzo. Se dice que ese sable es un fiel reflejo de su portador ya que se destaca por su sencillez.
Tras su exilio en Europa, el sable queda durante diez años al resguardo de una familia amiga en Mendoza, hasta que le encarga a su hija Mercedes que se lo llevara, así fue que lo acompañó hasta su muerte en Boulogne Sur Mer, el 17 de agosto de 1850. Es su yerno Mariano Balcarce, albacea del General, quien le escribe a Juan Manuel de Rosas poniendo en conocimiento la cláusula tercera del testamento que San Martín había redactado el 23 de enero de 1844.
“El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la Independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como Argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los Extranjeros que tratan de humillarla”.
Rosas, haría lo suyo, lo legaría a su amigo Juan Nepomuceno Terrero cuyo hijo Máximo se casó con Manuelita Rosas a quien en 1866 el director del Museo Histórico le solicita la donación. El sable llega a la Argentina en Marzo de 1867 y permanecería hasta el 12 de agosto de 1963, día en que Osvaldo Agosto, junto a otros compañeros de la Resistencia Peronista decidieron un “acto heroico”: robar el sable corvo del Gral. José de San Martín.
El increíble relato del robo del sable de San Martín: "Queríamos generar mística"
“Yo empecé a militar en el 55, y el peronismo de la Resistencia después del golpe de estado era un peronismo muy duro porque estaba en la clandestinidad, hacía acciones todas clandestinas, se pintaba, se hacía el diario clandestino, había un bajón militante muy grande, éramos muy jóvenes y decíamos ¡hay que hacer algo para levantar el ánimo!”, comenta Osvaldo Agosto.
Agosto tenía 23 años, la edad promedio de sus compañeros y compañeras de la juventud a los que se les ocurrieron tres cosas: “una el robo del sable de San Martín, otra el robo de las banderas de Obligado en Francia, esa la teníamos organizada con el Jefe de la Brigada acá en Argentina, y otro grupo con la juventud que se llamaba “La Argentina” organizar la toma de las Malvinas”, detalla Agosto.
Reconoce que de las tres, optaron por “la más sencilla”, el objetivo era “mantener la mística del peronismo” y aquella tarde del 12 de agosto irrumpieron en el Museo Nacional “nos hicimos pasar por estudiantes tucumanos y el hecho en sí fue fácil, se redujo a la gente que estaba ahí rompimos la vitrina, tomamos el sable lo envolvimos en un poncho y dejamos una consigna, fue un escándalo”, recuerda.
En la consigna se identificaban como autores del hecho: “El sable del general San Martín quedará custodiado por la juventud argentina, representada por la Juventud Peronista… El pueblo argentino no debe albergar ninguna preocupación: el sable corvo de San Martín será cuidado como si fuera el corazón de nuestras madres”.
Osvaldo Agosto y Juan Domingo Perón.
La algarabía por el éxito de la operación no duró mucho, los Servicios de Inteligencia, el Ejército y la Policía emprendieron una búsqueda desenfrenada por hallar el sable, como protagonista ideológico y participante del suceso reflexiona “te imaginas que junto con eso se produjo una represión que la verdad fue tremenda, porque que si el hecho fue importante, la represión fue terrible”.
Otro grupo intenta tomar Radio El Mundo y los detienen. La voz quebrada producto de los años de Osvaldo Agosto se afirma al enfatizar que “yo no critico al que confiesa en la tortura lo único que les pedía era que si no se pueden aguantar, que se dediquen a la pintura, a la literatura, al cine, pero no a la política, y un compañero confiesa y ahí empieza la persecución al grupo”.
Pocos días después a Agosto lo detienen y sufrió el mismo trato que tantos otros de sus compañeros: “No soy más valiente que nadie, pero tuve suerte de resistir a la tortura, lo negué todo, me hicieron rueda de detenidos y no me reconocieron, yo era publicista en esa época y cuando fuimos a hacer el operativo yo fui maquillado, igual seguí detenido durante una semana, pero no me pudieron acusar”, recordó.
Los compañeros encargados de esconder el sable reciben la visita del delegado de Juan Domingo Perón que estaba exiliado en Madrid, “con instrucciones de aglutinar a la resistencia”. Adolfo Philippeaux, al enterarse le dice a Aníbal Demarco, quien se tenía que ocupar de esconderlo, “¡Muchachos entreguen el sable porque están torturando, ya el hecho tuvo su objetivo!”.
“Yo estaba preso, no podía opinar nada y esta gente, como era el delegado de Perón se lo entrega a Philippeaux y este al Ejército haciéndolos responsables de las consignas por las que se había robado el sable: la devolución del cadáver de Eva Perón, la vuelta del Gral. Perón, el levantamiento de la proscripción, elecciones libres, la libertad de todos los presos políticos y gremiales que había todavía había presos a pesar de las elecciones y bueno lo condicionaron pero lo entregaron”, relata Agosto.
Con cierto aire de nostalgia desde sus casi 81 años, Osvaldo Agosto, tras un silencio concluye: “Y ahí terminó el episodio, tuvo su repercusión nacional e internacional, todavía se recuerda, así que tan chiquita no fue la cosa, siento orgullo porque era una época que había un bajón en el peronismo y eso levantó el espíritu, tuvo muchas idas y vueltas el peronismo en toda su vida política creo que esto fue un episodio más de la larga lucha que tiene el movimiento”.
Confiesa haber sentido una “enorme emoción” al haber tenido el sable corvo en sus manos y reveló su encuentro, “breve y simpático” con Juan Domingo Perón en Puerta de Hierro en el año 1969: “Me dijo, lo estuve esperando, como relacionándolo con el sable, y le dije “Sí Gral. pero tuvimos algunos inconvenientes”, y me respondió “Si ya sé Agosto, ya sé lo que sufrió”.
Un año después de este encuentro en Madrid, Juan Domingo Perón escribía “…En la lucha por la liberación el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, merece ser el arquetipo que nos inspire y que nos guíe (…) no en vano, el Gral. San Martín que había luchado por esa misma liberación, desde el exilio al que lo habían condenado los enemigos de afuera y de adentro, le hizo llegar su espada que era como arrimarle un poco de gloria de soldado de su alma de ciudadano excepcional.”
Se dice que a los hombres se los puede conocer no solo por lo que dicen o hacen sino por los ideales que defienden y sostienen. Uno de eso militantes de la Juventud Peronista que robaron el sable e ideo que lo trasladaran hasta una estancia en Mar del Plata, donde convocaban a los militantes y frente a él les hacían jurar lealtad a Perón y al Movimiento, hoy con la autoridad que le otorga el haber vivido, Osvaldo Agosto afirma que en el 2020: “El peronismo solo no puede hacer nada y sin el peronismo no se puede hacer nada, no sé dónde está el peronismo ahora, no lo veo ubicado en ningún lado objetivamente, solo está en el pueblo”.
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