A Virgin, en alusión a la Victoria de Samotracia.
Abbott Handerson Thayer (1849 - 1921) fue un naturalista, profesor y artista estadounidense. Pocos años después del descubrimiento de la Victoria alada Samotracia -hecho que impactó en la comunidad artística del mundo- este pintor realizó su obra más famosa.
Se mudó a Nueva York con dieciocho años, ciudad en la que estudió pintura en la Escuela de Arte de Brooklyn y en la Academia Nacional de Dibujo de Estados Unidos. Tras su matrimonio se trasladó a París, donde estudió en la Escuela de Bellas Artes con los maestros Jean-Léon Gérôme y Henri Lehmann.
Regresó a Nueva York tras sus estudios parisinos, momento en el que creó su propio estudio junto al escultor Daniel Chester French y comenzó a ejercer como profesor de pintura. Expuso en la Sociedad de Artistas Americanos, convirtiéndose en uno de sus artistas más activos.
Como pintor de retratos, figuras, animales y paisajes, gozó en vida de cierto éxito, como demuestra el hecho de que sus pinturas estuvieran en las colecciones de arte más importantes de Estados Unidos. También influiría en el arte estadounidense con su labor docente, que desarrollaría en su estudio de Nuevo Hampshire.
Durante el último tercio de su vida, trabajó junto con su hijo, Gerald Handerson Thayer, en la redacción de un vasto libro sobre la coloración protectiva en la naturaleza, que fue publicado por primera vez en 1909, y de nuevo en 1918. Tendría amplia repercusión en el campo del camuflaje militar durante la Primera Guerra Mundial.
Victoria alada de Samotracia
La Victoria de Samotracia, también conocida como Niké de Samotracia, es una escultura perteneciente a la escuela rodia del período helenístico. Se encuentra en el Museo del Louvre, París. Representa a Niké, la diosa de la victoria. Tiene una altura de 2,75 m y se elaboró en mármol hacia el 190 a. C. Procede del santuario de los Cabiros en Samotracia. Algunos expertos la atribuyen con cierta probabilidad a Pithókritos de Rodas. Fue descubierta en 1863 en la isla de Samotracia (Samothraki, en griego) por el cónsul francés Charles Champoiseau, arqueólogo aficionado.
Aunque cuando se descubrió se pensó que fue mandada a esculpir por Demetrio Poliorcetes para conmemorar su triunfo naval en Salamina sobre la flota de Ptolomeo Sóter en el año 306 a. C., porque figuraba en las monedas emitidas del 294 al 288 a. C., la datación de la escultura hacia comienzos del siglo II antes de Cristo hace más lógico pensar que en realidad se labró para celebrar las victorias sobre Antíoco III Megas.
La figura femenina de la Victoria con alas se posa sobre la proa de un navío, que actúa de pedestal de la figura, cuyo cuerpo presenta una leve y graciosa torsión. Va envuelta en un fino chitón y un manto, ropajes que se adhieren al cuerpo dejando traslucir su anatomía, tratamiento este que recuerda a la denominada técnica de «paños mojados» atribuida a las obras de Fidias. El manto forma un rollo sobre el muslo derecho para caer luego entre las piernas, dando lugar a una composición muy característica en otras figuras femeninas de la misma época.
Las ropas agitadas por el viento configuran el dramatismo, esta vez gozoso, tan característico de la escuela escultórica rodia, una de las más barrocas del helenismo. Hay que precisar que una de sus alas, al menos en parte, no es original, sino producto de una restauración.
Marinetti, en el Manifiesto Futurista publicado en Le Figaro en 1909, utilizó esta obra para ejemplificar su crítica a la estatuaria y, por extensión, al arte tradicional de tipo clasicista, en beneficio de un nuevo arte que rindiese culto a los progresos técnicos de la industrialización, connotados por la velocidad y las máquinas. Así, puede leerse que «un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia».
Otro ejemplo de la relevancia y la actualidad de esta obra es la Victoria de Samotracia del artista francés Yves Klein. Esta escultura está actualmente expuesta en el Museo del Louvre en París. Se trata de un vaciado de escayola, una miniatura de la estatua original, del famoso color dorado.
SIN DUDA QUE UNA OBRA MARAVILLOSA. ALGÚN DÍA LO PODRÉ VER.
ResponderEliminarGrandes obras de arte las esculturas de esta diosa tan próxima a Atenea., aunque lamentablemente estén incompletas.
ResponderEliminarMe gustan muchas las pinturas, que la recrean a Nikké, con la belleza de las diosas griegas.