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sábado, 26 de agosto de 2023

Jeff Koons: Cada día me gusta menos

 

Jeff Koons ha sido en repetidas ocasiones objeto de demandas legales por violación a los derechos de autor. 

Recuerdo que de chico me fascinaba la habilidad de ciertos vendedores de globos. En una fracción de minuto, inflaban un largo tubo y con rápidos movimientos lo convertían  en un animal; de la nada aparecían diferentes formas (perros, por ejemplo) para la delicia de mis inocentes ojos de niño.
Nunca llegué a sospechar que estas formas se convertirían en el futuro en cotizadas obras de arte y se venderían por millones en las subastas de arte contemporáneo.
¡Ay de mí, siempre llegando tarde!

Por Rubén Reveco, editor

"Ballon Dog" (Orange), de Jeff Koons. Fue el primer artista en utilizar los servicios de una agencia de publicidad para promover su imagen y contratar un grupo de obreros para que le hagan sus obras.


Si bien lo detesto, qué le rescato?

Lo más revolucionario de este artista nacido en Estados Unidos es su aspecto de ejecutivo: Traje impecable, corbata que combina, bien afeitado (no como esos artistas desgreñados, sucios y malolientes) bien peinado y, seguramente, elegantemente perfumado. Muy alejado del prototipo del artista convencional y muy cercano a lo que representa: el dinero.
Eso destaco en este niño bonito que no se ensucia las manos para realizar su obra ya que tiene una legión de obreros y asistentes que trabajan para el. Reconoce no saber dibujar ni esculpir. “Soy sólo una persona de ideas, no me involucro en la producción física de mis objetos, no tengo las habilidades necesarias, así que contrato a los mejores para que lo hagan”, expresa. Típico "artista contemporáneo".

"Soy sólo una persona de ideas"

Jeff Koons se llama el nuevo payaso malabarista. Como lo expresa la crítica Avelina Lésper: "Es decir que por lo menos los payasos de las fiestas sí hacen sus perros inflables. Koons no hace, sólo “piensa”, y su aparato de marketing vende. Hasta aquí ninguna novedad dentro del sistema de creación del arte contemporáneo, si no fuera porque Koons reclama los derechos de autor de todos los perros de globos que se hagan en el mercado". 
En este arte que robar o “apropiarse” es una de las premisas estéticas, que la denostación de la autoría es uno de sus pilares retóricos, que un artista pida derechos de autor por una idea que no creó y que copió es la cima del cinismo. Pero los cínicos llegan lejos porque los cobardes no pierden la oportunidad de callarse la boca. Lo increíble es que Koons no aprende, olvidar es parte de la arrogancia. 

Juicios van juicios vienen

En 1992 el fotógrafo Art Rogers lo demandó por robarse una foto que imprimió en una postal y que Koons usó de modelo para la escultura String of Puppies, de la que hizo tres copias y vendió en 350 mil dólares cada una. El jurado dio la razón al fotógrafo y Koons tuvo que pagar. Su alegato de defensa fue un texto curatorial: afirmó que la apropiación es parte de su estética y que usó la postal para ridiculizarla.

Sus perros pueden ser vendidos en 40 millones de dólares.

Lo bello y lo bonito

Como bien lo expresa Lésper, los perros de Jeff Koons "buscan ser decoración, apegarse a los más digerido, comercializado y vendible de la estética fácil de la tienda de regalos, del objeto desechable de consumo masivo. Este objeto, de existencia efímera, está en el rubro de lo bonito y lo amplifican en dimensiones, precio y publicidad para llamarlo arte. Esta perversión de lo que significa la belleza ha creado un gran desprestigio para la palabra bello. 

Las obras contemporáneas se van a los extremos, o son abyectamente zafias y llevan a la galería desde las imágenes obscenas de la prensa amarillista, excrementos, basura y animales muertos o se lanzan a la banalidad absoluta y recrean el kitsch más inmediato, pero pasan de largo por la belleza. A esa, ni se acercan. Y estas piezas de gran tamaño, de presencia monumental ocupan en los museos, las ferias y galerías el lugar que tendría que ocupar una obra bella".

Lapidario


"Jeff Koons es el Rose Mary baby de Andy Warhol" Así definió Robert Hughes la obra y la personalidad artística de Koons, como un engendro del gran apologista del consumo y la cultura de masas.

Estas sentencias lapidarias nunca se las perdonaron a Hughes, murió con el odio del departamento de arte de New York Times y con el de miles de artistas a los que desmitificó.



Jeff Koons y Cicciolina. Casado en 1991 con la actriz porno italiana Ilona Staller (Cicciolina), ambos tuvieron un hijo. La pareja se disolvió y la madre huyó a Europa donde aún vive con el hijo de ambos a pesar de que las cortes estadounidenses hayan fallado la custodia del infante a favor de Koons.

ANEXO

Cuando estuve por primera vez en Bilbao, España, hace varios años, una visita obligada fue al Museo Guggenheim. Me impresionó la arquitectura de vanguardia desplegada en contraste con una ciudad bastante antigua.

Lo kitsch, lo vulgar y lo moderno

Su fachada parecía una nave espacial extraterrestre (suponiendo de que sean así) y me sorprendió, también, lo poco funcional que son los museos modernos cuando se tratan de exhibir obras de artes. Es fácil perderse y después de dar vueltas por diferentes pisos y galerías descubres con sorpresa de que estás en el mismo lugar. Y tienes que empezar de nuevo...
Pero son dos las cosas que recuerdo en espacial. 1) El haber estado frente de una gran tela en blanco, cuyo título era "Blanco sobre blanco" (nada para ver) y 2) a Puppy (obra de Jeff Koons), ese horrible perro hecho de flores que está a la entrada del hipermoderno museo (mejor sería no verlo).
Con los años fui comprendiendo que lo contemporáneo en el arte cada vez se parece más a lo vulgar y a lo kitsch (mal gusto) y que existe una lógica y correspondencia: Sin forma, vaciaron al arte de contenido. Lo han logrado en plenitud.




1 comentario:

  1. Hay que mancharse las manos, aunque sea con lápices y tinta china, para ser dibujante. O con acuarelas, acrílico, etc.
    Y cuantos que merecerían millones, si eso es arte.

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