"Bacanal", de Claudio Bravo.
En junio de 2011 murió Claudio Bravo, el pintor realista chileno de más prestigio en el mundo. Tiempo atrás se había realizado una retrospectiva de su obra en el Museo de Bellas Artes, de Santiago de Chile. El éxito de la exposición fue tan arrollador que el diario El Mercurio publicó un extenso artículo en el que se preguntaba por qué el realismo (un estilo despreciado por los “especialistas latinoamericanos”), generaba tanta pasión y tanta convocatoria en el público.
Por Rubén Reveco, editor.
A propósito de una exposición de Claudio Bravo
Para comprender este fenómeno, primero habría que entender porque este país, al igual que el resto de Latinoamérica, ha gastado tantos esfuerzos en copiar lo que estaba pasando al otro lado del Atlántico, imitando un producto cultural foráneo y ajeno a su propia realidad. Salvo excepciones como Roberto Matta, David Alfaro Siqueiros, Candido Partinari, Wilfredo Lam y otros, que nutrieron a su obra de raíces indígenas, el resto siempre ha copiado, a medias o mal. A comienzos del siglo XX, cuando América Latina se insertaba tímidamente en el contexto cultural del mundo occidental, era cuando en Europa se dejaba de hacer arte realista.
Claudio Bravo comprendió que en Chile no tenía ningún futuro y emigró. Y le fue bien. Décadas más tarde volvió con honores a exponer al Museo Nacional de Bellas Artes. En esa oportunidad le preguntaron sobre el panorama artístico de su país y declaró: “En Chile vive una generación de pintores flojos, sin ideas propias ni capacidad de trabajo”.
Crítica a ciertos críticos
Esta tendencia siempre contó con la complicidad de instituciones, museos, galerías, prensa y críticos. Todos convencidos que de esta forma el país estaba (por mérito propio) en la cresta de la ola en lo que a arte se refiere. En Chile contó desde la década del 70 con la anuencia de Waldemar Sommer (vaca sagrada de la crítica), que instaló la idea de que sólo él podía encumbrar o hundir a artistas gracias a su columna dominical en el suplemento de Artes y Letras, de El Mercurio.
Por años se ignoró y se denostó a Claudio Bravo en su propia patria. Este tuvo que soportar las críticas más ácidas jamás hechas a un artista. Otro caso similar es el de Guillermo Muñoz Vera. Recuerdo que expuso por primera vez a fines de los 70 (poco antes de “huir” a España) Sommer, despectivamente, escribió que su obra estaba compuesta por sólo unas pinturas “bonitillas”.
Obra de Guillermo Muñoz Vera.
Ambos regresaron a exponer con gloria a su país de origen y a la respetable crítica no le quedó más alternativa que mitigar su discurso ponzoñoso ante la contundencia de los hechos. Esos hechos que tenían que ver con la realidad.
El artículo en cuestión y que reproducimos a continuación, trata someramente de explicar la permanencia a través de los siglos del arte realista. Hay voces a favor y otras no tanto, pero lo único claro es que ningún experimento ha logrado terminar con la fascinación que ejerce en el artista el simple entorno. Y eso, el público lo comprende perfectamente.
El artículo escrito en el diario El Mercurio.
Un estilo que se niega a desaparecer ¿Por qué el arte realista sigue fascinando?
Surgió como tendencia en el siglo XVII, pero ha logrado sobrevivir a los embates del tiempo y hoy sigue existiendo con fuerza, a pesar de que muchos lo consideran un estilo anacrónico y esnob. Su éxito llega al punto de que las obras de Lucian Freud, artista cuyo estilo toma elementos realistas, son las más caras del mundo. Tras la muerte de Claudio Bravo, surge la pregunta por el estado actual del realismo en el circuito del arte contemporáneo.
No hubo demasiada prensa, tampoco su nombre era tan conocido en Chile, su país natal. Sin embargo, al Museo de Bellas Artes llegaron cada vez más visitantes a la muestra "Bravo, visionario de la realidad". Los últimos días, las salas donde se exponía la retrospectiva del pintor realista, recién fallecido en Marruecos, estaban repletas. El boca a boca de un público impresionado por los cuadros de aquella exposición fue la clave del éxito.
Sensibilidad Según Ivelic, uno de los méritos de Bravo es que descubre la riqueza del mundo sensible en objetos que vemos a diario, pero que no tenemos tiempo de mirar con atención
"La gente se iba con una gran sonrisa, porque al mirar una obra, veía una bandeja y el título decía 'Bandeja', por lo que no salía con un signo de interrogación sobre la cabeza", recuerda Milan Ivelic, director del MNBA. Esto explica, en parte, por qué el arte realista, a pesar de ser una tendencia que tiene sus orígenes en el siglo XVII, sigue siendo popular hoy, en un momento en que bienales y galerías dan prioridad a obras de corte más experimental, que provocan, interpelan y que cuestionan la realidad en vez de afirmarla, como es el caso de trabajos del estilo de Claudio Bravo.
Cerca de 200 mil personas acudieron a ver la muestra de Claudio Bravo.
Al evocar aquella muestra, el curador y crítico de arte Justo Pastor Mellado opina: "La pintura de Bravo, en 1994, era lo más parecido a una certeza, después de más de una década de incertidumbre, donde nada era lo que parecía ser. Eso se explica sociológicamente, no artísticamente".
El realismo dentro del arte se remonta a la época del Barroco, a los cuadros de Caravaggio, Velázquez, Rembrandt y otros pintores holandeses y españoles. "Después está el realismo del siglo XIX con acento en lo social, como las pinturas de Gustave Courbet. Luego vino el realismo del siglo XX, que tiene varias facetas. En el caso de Bravo, se trata de un realismo ilusionista, que embellece y acicala la realidad", explica el crítico de arte Waldemar Sommer sobre el estilo del pintor chileno, muchas veces confundido con el hiperrealismo, una tendencia artística en que se reproduce la realidad a partir de una imagen fotográfica.
Hoy, en efecto, el realismo, no es un estilo de pintar que tenga muchos cultores ni que sea protagonista del mainstream del arte contemporáneo. "Muchos le criticaron a Bravo que cómo se le ocurría en el siglo XX y XXI pintar como si fuera un artista del siglo XVII. Se le decía que era anacrónico, pero él simplemente no se sintió a gusto con la ruptura de las vanguardias", explica Ivelic.
¿Tiene sentido, entonces, seguir hablando de "realismo" en la actualidad, cuando se trata de una tendencia de siglos anteriores? "Pareciera que hoy, sobre todo en el caso de la pintura, se clasifica de realista cualquier resultado que intente medianamente reproducir algún fenómeno real", opina el pintor chileno Cristóbal Anwandter, cuyo estilo se acerca al realismo.
El término puede comprenderse hoy desde otro punto de vista. "Si se entiende el realismo como una actitud y una opción ideológica, creo que está más vigente que nunca. Los desafíos y conflictos que nos propone nuestro tiempo nos proporcionan un caudal muy valioso de experiencias sobre el cual trabajar y proponer nuestras miradas como artistas.
Roberto Matta, el otro gran pintor chileno del siglo XX.
La eterna fascinación del hombre por la imagen de lo real explica por qué los cuadros de Bravo y de otros pintores realistas generan tanto interés. "Hay que recordar que la concepción mimética del arte ha sido tema de interés y análisis desde los tiempos de Aristóteles, quien en su 'Poética' explica que la contemplación de aquello imitado es siempre un deleite, que hay seres cuyo aspecto real nos molesta, pero nos gusta ver su imagen ejecutada con la mayor fidelidad. Pienso que aquí en Chile todavía el grueso del público asocia 'buen artista' con capacidad de imitación del entorno", opina Claudia Campaña, doctora en arte y docente de la Escuela de Arte de la UC.
Este es el punto que separa a Claudio Bravo y Roberto Matta en cuanto a popularidad, según Pavez: "La gente tiende a apreciar lo que entiende mejor y en ese sentido, la pintura de Bravo no puede ser más aprehensible. Es un problema cultural ya que Matta, siendo más importante en mi opinión, no generó el mismo interés en el público chileno", opina el académico.
Para Ana María Stagno -a cargo de la obra de Bravo en el país-, el gusto por el realismo también tiene que ver con su fácil comprensión. "La pintura realista, históricamente, ha despertado interés y aceptación de parte del coleccionismo y del público en general, ya que es una manifestación artística de fácil entendimiento, que apela directamente a la sensibilidad del espectador sin necesidad de un proceso intelectual ni de un marco teórico que la sustente", comenta.
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