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miércoles, 31 de mayo de 2023

Barbanegra, final del primer marketing de terror

 
Jean Leon Gerome Ferris – Capture of The Pirate Blackbeard 1718 Jean Leon Gerome Ferris (1863-1930/American) Artistica di Stampa (60,96 x 91,44 cm)
Pintor estadounidense mejor conocido por su serie de 78 escenas de la historia estadounidense, titulada The Pageant of a Nation, la serie más grande de pinturas históricas norteamericanas de un solo artista.

                                                                                        

Desde siempre Barbanegra se esforzó en acrecentar su leyenda negra. Aquella que le definía como un combatiente infernal que podía acabar –sin mediar provocación- con cualquier desafortunado simplemente porque le venía en gana. Ni pistolas de chispa, ni alfanjes. Su mejor arma contra el enemigo fue precisamente ese aura de maldad y locura que él mismo ayudó a extender. Un mito que le dio una ventaja definitiva en no pocos combates en alta mar.

                                                                                        

Blackbeard: La leyenda del Rey Pirata


Su más sonado ataque fue realizado en la localidad de Charleston, Carolina del Sur, en mayo de 1718. Fue aliado del por aquel entonces gobernador de Carolina del Norte, Charles Eden, quien llegó a perdonar sus actividades ilegales a cambio de obtener un provecho de los saqueos realizados por el pirata. Barbanegra, que ostentaba un peculiar atuendo a la hora de hacer sus ataques, se convirtió en una figura muy popular en diversas manifestaciones culturales.
Existen variantes en la crónica del final de Barbanegra. Ante el avance de la piratería en la zona, el gobernador de Virginia, Alexander Spotswood, decidió emprender acciones antes de que los malhechores se fortalecieran. En el otoño de 1718 tuvo noticias de la presencia de Barbanegra en la ensenada de Ocracoke, Carolina del Norte. No importándole el fuero otorgado por el gobernador Eden al pirata, ​decidió organizar una ofensiva. Por ello envió dos navíos, el HMS Pearl (con treinta tripulantes) y el HMS Lyme (con veinticinco), ​junto a dos balandras: la Ranger y la Jane, estando toda la flota bajo las órdenes del teniente Robert Maynard. Mientras, Barbanegra permanecía a bordo del Adventure con 19 hombres. Al avistarlo, la flotilla al mando de Maynard se acercó a los piratas al atardecer del 21 de noviembre con el objetivo de atacar a la mañana siguiente. Ese día, un grupo a bordo de un pequeño bote, logró avistar a la nave pirata pero tuvo que retirarse al ser repelido con una descarga.


Edward Thatch (¿Brístol?, 1680-Ocracoke, Carolina del Norte, 1718), más conocido como Edward Teach o Barbanegra (en inglés, Blackbeard), fue un pirata británico. Poco se conoce sobre su vida anterior, aunque se piensa que fue uno de los marineros desocupados de la Marina Real británica, pero tras la Guerra de Sucesión Española iniciaron sus actividades delictivas bajo el mando del pirata Benjamin Hornigold.

Ante la emergencia, Barbanegra —que la noche anterior había estado bebiendo— decidió adentrarse en los canales vecinos. Maynard dispuso perseguirlo con las balandras. De acuerdo a una versión, las naves, tanto del pirata como la de sus rastreadores, quedaron varadas. Al estar cerca los navíos, comenzó un intercambio de palabras entre Maynard y Barbanegra, quien profirió una serie de improperios y la promesa de no dar cuartel. ​ Una vez que subió la marea, comenzó la persecución, pero el viento no era suficiente, por lo que tuvieron que recurrir a los remos.
Los perseguidores fueron atacados por los piratas, lo que resultó en la pérdida del barco Ranger, más un número de bajas que varía entre cinco y seis​ según las fuentes. Maynard retomó el asedio en el Ranger. Al obligar al Adventure a encallar, Maynard ordenó a sus hombres que se escondieran. Barbanegra aprovechó esta oportunidad para abordar la nave con los suyos. En la gresca él y Maynard batallaron cara a cara. El oficial le atacó con su espada, pero nada más tocó el cartucho que portaba el pirata, quien asestó un golpe a los dedos del inglés, sin dañarlo. Maynard tiró su espada y sacó su pistola disparando al instante a Teach; otro marinero se le abalanzó y le hizo un corte en la cara. Al final el bandido cayó con gran pérdida de sangre y Maynard aprovechó para decapitar a Barbanegra. Según testimonios posteriores, el pirata sufrió veinticinco heridas, cinco de ellas debidas a disparos en el cuerpo.​ La campaña finalizó cuando los victoriosos llegaron a la localidad de Hampton, Virginia, con la cabeza de Barbanegra en el bauprés.

La cabeza de Barbanegra fue colgada en el bauprés de una nave al arribar Maynard a Virginia. Ilustración de 1837.

El pirata al que temían los piratas… De esta guisa definían en una popular saga cinematográfica (sí, todos sabemos cuál) a «Barbanegra». No les faltaba razón ya que, allá por el siglo XVIII, Edward Teach (el hombre tras el apodo) causaba pavor tanto en enemigos como en amigos. Con casi dos metros de altura y una barba igual de espesa que de repugnante, se dice que este curioso personaje entraba en batalla portando mechas encendidas de cañón en su cara (según algunas fuentes en la barba, según otras en el pelo) para evocar al mismísimo Lucifer. No obstante, y como suele pasar con los rufianes, su vida transcurre entre la realidad y la oscura leyenda que se forjó a base de saqueos y asesinatos.


La apariencia de Barbanegra

Quizá el aspecto más conocido de Barbanegra era su apariencia a la hora de emprender sus ataques. Aparte de su figura alta y fuerte, adornaba su presencia con ingredientes llamativos, de acuerdo a una descripción: Antes de lanzarse a la batalla, se colocaba cerillas encendidas bajo el sombrero. Eran largos palillos de arder lento, hechos de cuerda de cáñamo mojado en salitre y una solución de cal muerta. El efecto resultaba aterrador. Su cara, con los feroces ojos y el pelo enmarañado de la barba, estaba enmarcada en humo, y a sus presas les parecía totalmente un demonio salido del infierno. Su parecido con algún tipo de pirata demoníaco quedaba completado con una bandolera con tres pistolas cargadas y amartilladas para el disparo y por las pistolas, dagas y alfanjes adicionales que portaba alrededor del cinturón.
A pesar de todo, hay versiones que indican que el aspecto adoptado por Teach era simplemente para impresionar a sus presas; y que, en general, no ajusticiaba a alguien a menos que él mismo estuviera amenazado. Aparentemente, no hay datos de víctimas fatales en sus atracos.







Día 7

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