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domingo, 1 de enero de 2023

Historias de arcos y flechas (1)


Me veo construyendo un arco en el fondo del huerto de mi casa. Escondido de mi madre para que no descubra una rama menos de su cerezo preferido. Siempre había en su ingeniería algo que fallaba: el palo elegido era muy grueso, no tenía la fuerza suficiente como para tensarlo o a las flechas les faltaba el peso necesario como para ser disparadas de un modo direccionado. Pero no me desanimaba, lo intentaba una y otra vez.

Jugando a los indios me lo pasé gran parte de mi niñez y es por eso que quiero tanto a las historias de arqueros. Porque la flecha surcaba silenciosa el aire en busca del blanco demostrando cuan hábil podía ser el cazador, aunque el arco o la flecha fallaran en el momentos menos oportuno y el ave escapara asustada pero con vida.


Figuras humanas en Twyfelfontein, Namibia.
El arco y la flecha es un sistema de armas de proyectil que es anterior a la historia escrita y es común a la mayoría de las culturas. Capaz tanto para cazar como para matar a otros humanos.


Un poco de historia

Cuando tomamos un arco por primera vez, sin darnos cuenta estamos practicando  una actividad que tiene cerca de 20.000 años de antigüedad. Las pinturas más antiguas ya nos muestran a los hombres primitivos cazando con arco.
El arco y la flecha han sido desde siempre herramientas fundamentales para la supervivencia de la humanidad. Gracias a ellas el hombre se convirtió en cazador. Las mismas presas ya le proporcionaban una amplia gama de materiales, como por ejemplo huesos, tendones, herramientas, abrigo e incluso una dieta rica en proteínas. La caza con arco era bastante más segura que otros métodos utilizados por aquel entonces, ya que permitía mantener cierta distancia de seguridad. Los materiales con los que estaban construidos aquellos primitivos arcos nos revelan muchos secretos sobre la zona en la que vivían nuestros antepasados, las herramientas que tenían a su disposición y cómo utilizaban estos arcos. Por ejemplo, los arcos pequeños eran más fáciles de manejar desde un caballo o un carro, mientras que los arcos grandes eran ideales para derribar objetivos que se encontrasen a gran distancia o incluso dentro de un campamento fortificado.

En la edad de piedra, la gente usaba huesos afilados, piedras talladas, escamas (lascas) y trozos de roca como armas y herramientas. Tales artículos se mantuvieron en uso a lo largo de la civilización humana, junto con los nuevos materiales utilizados con el paso del tiempo. Como artefactos arqueológicos tales objetos son clasificados como puntas líticas, sin especificar si eran para ser proyectadas por un arco o por otros medios de lanzamiento.
Tales artefactos se pueden encontrar en todo el mundo. Las que han sobrevivido están hechas, generalmente, de piedra, sobre todo de sílex, obsidiana o chaillé, pero en muchas excavaciones se encuentran puntas de flecha de hueso, madera y metal.



Grandes imperios se han establecido y caído teniendo como arma el arco y la flecha. Los primeros en utilizarlo fueron los egipcios alrededor del año 3500 a.C. Sus arcos eran casi tan altos como ellos mismos y las flechas tenían puntas de piedra o de bronce. Hacia 1800 a.C., los asirios introdujeron un nuevo diseño: un arco construido con cuero, marfil y madera con lo que conseguían un perfil recurvo. Estos arcos eran mucho más potentes que los utilizados por los egipcios y, además, contaban con la gran ventaja de poder dispararlos desde un caballo. Fue la pieza clave que les permitió expandir su imperio. Otros pueblos crearon impresionantes máquinas de guerra al hacer que los caballos tirasen de carros en los que iban los arqueros. Mong La superioridad en el manejo de este arma que tenían los pueblos del Medio Este duró varios siglos. Por ejemplo, los romanos, aunque tienen fama de haber tenido uno de los mejores ejércitos del mundo, no pudieron hacer nada frente a las hordas de arqueros persas. Los mongoles conquistaron gran parte de Europa y los turcos demostraron su valía en las cruzadas, en parte debido a la superioridad de sus arcos recurvos y en otra a una mejor técnica de tiro.



En el siglo XI, los normandos desarrollaron un arco grande (conocido como longbow) que utilizaron para defenderse de los ingleses en la batalla de Hastings, en el 1066 d.C. A partir de entonces los ingleses adoptaron el longbow como arma principal reconociendo que su modelo había quedado obsoleto. Muchas de las leyendas que se crearon entre los siglos XIII y XIV, como es el caso de Robin Hood, demuestran que el uso del longbow se había extendido por doquier.
Aunque el valor del arco como arma de guerra declinó después de la aparición de las armas de fuego en el siglo XVI, el reto y la diversión que supone disparar con arco garantizó su existencia. Por ejemplo, EnriqueVIII promovió el tiro con arco como deporte oficial en Inglaterra y encargó a Sir Christopher Morris, en 1537, la creación de una sociedad de arqueros, a la que se conocería como The Guild of St. George (La hermandad de San Jorge). En 1545 Roger Ascham publicó su libro Toxophilus, en el que se recoge el saber de la arquería de aquel entonces y gracias al cual los ingleses mantuvieron su interés puesto en este deporte. A partir de 1600 se crearon todo tipo de sociedades relacionadas con el tiro con arco. Las competiciones y los torneos servían para medir la categoría de cada una de ellas y fueron el primer paso en la constitución del deporte del Tiro con Arco. El más importante de todos tuvo lugar en 1673, en Yorkshire, Inglaterra y fue el Ancient Scorton Silver Arrow Contest, que aún persiste en la actualidad. Con el paso del tiempo las mujeres también practicaron este deporte y la primera vez que una de ellas entró a formar parte de una sociedad de arqueros fue en 1787.




En la parte norte del continente americano, los aborígenes también utilizaban el arco y la flecha para cazar. Pero el arco utilizado por esas tribus era bastante más corto y débil; el cazador tenía que acercarse bastante a la presa para lograr derribarla. Algunas tribus indias hacían campeonatos de caza a lomos de un caballo, y otros practicaban este deporte en la selva. Cuando los europeos llevaron con ellos su conocimiento sobre el desarrollo y la construcción de los arcos, por lo que contribuyeron a que en Norteamérica se mantuviese el interés por este arma. En 1828 se creó el primer club de arqueros en el nuevo continente, exactamente en la ciudad de Filadelfia, y se llamó United Bowmen.
El avance de la técnica también se ha notado en los diseños de arcos y flechas, ya que al disponer de nuevos materiales se consiguió aumentar la calidad del tiro y, por consiguiente, el interés del público. Pero dos hechos tuvieron un impacto muy importante. El primero corrió a cargo de Doug Easton (1946) cuando utilizó el aluminio para construir las flechas. La uniformidad y ligereza de este material mejoró notablemente los resultados de los arqueros. El segundo tuvo lugar en 1966, cuando H.W. Allen inventó el arco compuesto. Este arco utiliza dos poleas descentradas (es decir, que no están sujetas al cuerpo del arco por su eje central) que van colocadas en los extremos del cuerpo, y gracias a las cuales se pude reducir la tensión de la apertura y el peso del arco. Estos arcos se han hecho muy populares tanto en la modalidad de tiro olímpico como en la caza.
Últimamente han aparecido nuevos materiales como el carbono que permite la construcción de flechas mucho más rápidas y ligeras, a la vez que más consistentes y flexibles y la aparición de accesorios intercambiables. Los arqueros hoy en día pueden disfrutar del tiro con arco gracias a todo este moderno equipamiento.

Fuente: Kathleen M. Haywod y Catherine F. Lewis)

  





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