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lunes, 7 de agosto de 2023

Arzach, una obra de culto

Arzach es una de las obras principales del genial Moebius. Una aventura fantástica con un apartado gráfico sublime.



Arzach o Arzak, da lo mismo.

Una obra genial

Con Arzach estamos ante una de las obras más geniales y personales del no menos genial Moebius. Para quienes no estén muy familiarizados con el universo de Moebius, parece una simple álbum de ilustración. Este elemento es uno de los que la convierten en un trabajo primordial en la obra del genio galo. En ella encontramos todos los componentes que definen al autor francés. Al menos en su vertiente mas experimental dentro de la dicótoma Moebius/Giraud.

En Arzach tenemos su impresionante e inconfundible dibujo elevado a la maxima potencia. A esto añadimos un estilo narrativo fuera de lo común y que en ocasiones, y más en este caso, podría a alejar a los lectores. Pero Arzach tiene la particularidad de ser una obra sin diálogos que se expresa totalmente a través de la ilustración. Y este es uno de los motivos que la hacen tan singular. Un tour de force narrativo que podría servir como paradigma a aquello de "una imagen vale mas que mil palabras".

Una historia sin diálogos, pero artísticamente sublime

Para el lector que no este acostumbrado le recomendamos que se deje llevar por los dibujos. Por la cantidad de detalles que nos permitirán seguir la historia e interpretarla libremente. Algo que fue uno de los objetivos de Moebius para la creación de este álbum. Él mismo comentó de la obra que fue una creación sin patrón preestablecido y que fue generando sobre la marcha. Algo que ya se vio en El Garaje Hermético otra de sus obras capitales. Esta manera de afrontar un historia es otra muestra del enorme potencial del autor fráncés. Y de como este buscaba forzar continuamente los limites de la narrativa convencional.

Arzach se edito en la mítica revista Metal Hurlant, en el año 1975. Para la ocasión Moebius ejerció como autor completo llevando a cabo cada paso del proceso creativo. Dibujó, entintó y aplicó el color manualmente, lo que le dió al album este toque tan personal que otras obras del autor no tienen tan acentuado.

Una fantasía sin palabras en cinco actos

Pero ¿cuál es la estructura de la obra? Esta se compone de cinco historias, cuyos títulos son cinco versiones del mismo nombre. En ellas nuestro misterioso protagonista viaja montado en un especie «pterodáctilo» sobre un inhóspito y hostil territorio. Un mundo fantástico y poblado de increíbles seres. ¿El Misterioso protagonista? Frío y sin escrúpulos, como rasgos principales. Podríamos decir que el personaje es también, como una especie de caballero medieval en el futuro viajando a lomos de su particular montura.

En el fondo el comportamiento de nuestro aventurero tendría reminiscencias más que en la ciencia ficción o fantasía, en el western. Y por momentos se atisban similitudes con la obra más importante de Giraud (Moebius), El Teniente Blueberry. Los escenarios del cómic aluden a territorios áridos y desérticos como los de western más clásicos. Encontramos esqueletos de animales, rocas de formas características del desierto…un territorio llenos de sorpresas y peligros. Escenarios que funcionan como hilo conductor de cada uno de los relatos convirtiendo al entorno en un personaje más.



Arzach demuestra el enorme talento de su autor

La primera historia, Harzack, son dos páginas que pretendían ser un relato simpático y poco más. En Arzach, Hazark y Harzdac vemos que el talento de Moebius a los lápices no tiene rival.  Harzak es en mi opinión la más famosa de todo el album, es aquella en que con la montura fatigada y sobrevolando un campo de voraces anémonas, el protagonista decide reposar sobre los restos de un supuesto puente ya ocupado por un gigantesco animal contra el que deberá combatir. Algunas de las viñetas se han convertido en icónicas.

Arzak, fue una obra referencia en la obra de Moebius. Por ejemplo su protagonista sirvió como inspiración para Los reparadores, que serían una especie de precuela de una de sus obras más importantes, la magnifica El mundo de Edena. En las otras dos historias veremos a Arzach que se encuentra en su viaje a una hermosa mujer que decide visitar, pero si bien es gráficamente impecable, no es del todo redonda argumentalmente.

Arzach como obra referencial

Moebius con esta obra, que tiene momentos desiguales consiguió una propuesta que sentó precedentes e hizo de ella una pieza de culto. El cómic con el tiempo convirtió al personaje en icono indiscutible. Y su popularidad fue creciendo dentro del panorama del cómic Europeo, con el devenir de los años. Moebius dibujó y escribió una serie animada, que estaba compuesta por narraciones de cinco minutos titulada Arzach Rhapsody (2002). Pero sin embargo en este proyecto medio no termino de funcionar.

Arzach, tuvo una continuación varias décadas después, bajo el título de ARZAK. Esta estaba planteada en varias entregas, pero por desgracia el fallecimiento de Moebius, nos privó de final de este interesante trabajo. Arzach es sin lugar a dudas un clásico, se podría calificar como una obra de culto. Referente dentro impresionante universo de su autor. Altamente recomendable tanto para fans de su autor, como para los que quieran acercarse al mismo.

Ver también:

Arzak Rhapsody

Además:

Moebius: La ciudadela ciega









miércoles, 10 de mayo de 2023

Moebius, colección


Jean Giraud (Francia 1938 - 2012) fue un historietista e ilustrador francés, que se dio a conocer con el seudónimo Gir y el western El Teniente Blueberry en 1964, para luego revolucionar la historieta de ciencia ficción de los años 70 y principios de los 80 con el seudónimo de Moebius y obras como El garaje hermético (1976-1979) o El Incal (junto a Alejandro Jodorowsky). Tal fue su fama, que los medios de comunicación de su país llegaron a clasificarlo como compañero de los llamados nuevos filósofos (nouveaux philosophes) franceses.


Tras dibujar la serie "Frank et Jeremie" para la revista Far West, trabaja desde 1961 como aprendiz de Jijé, uno de los grandes maestros de la historieta franco-belga, colaborando en la realización de un álbum de Jerry Spring. Alcanzó, sin embargo, la celebridad como dibujante del western El Teniente Blueberry, que guionizaba Jean-Michel Charlier y cuya primera entrega se publicó en la revista Pilote en 1964.

lunes, 7 de agosto de 2023

11 años sin Moebius



Conocer la obra de este dibujante en los años ´80 significó para mi uno de los eventos más importantes de mi vida artística. Además de su prolífera producción, permitió que el cómic pase de una etapa adolescente (entretención para niños) a una etapa adulta. Después de Moebius, ya nada sería como antes.


Jean Giraud (1938-2012) fue un historietista e ilustrador francés, que se dio a conocer con el seudónimo Gir y el western El Teniente Blueberry en 1964, para luego revolucionar la historieta de ciencia ficción de los años 1970 y principios de los 1980 con el seudónimo de Mœbius y obras como El garaje hermético (1976-1979) o El Incal (1980). Tal fue su fama, que los medios de comunicación de su país llegaron a clasificarlo como compañero de los llamados nuevos filósofos franceses (nouveaux philosophes).

Moebius, dibujante, soñador 

y explorador del inconsciente

Guzmán Urrero

A lo largo de su trayectoria, Jean Giraud (Nogent-sur-Marne, 1938-París, 2012) se enredó en la madeja de sus dos identidades: la de Moebius y la del Gir «realista» que firmó las historietas del El Teniente Blueberry. De un modo sutil pero efectivo, dividió su universo entre ambos planos. Por un lado, era un artista clásico, y por otro, un soñador que daba rienda suelta a una fantasía simbolista, cargada de poesía y alucinación, como se advierte en Arzach (1975), El garaje hermético (1976) o El Incal (1980).

Autor precoz, publicó a los dieciocho años la historieta Frank y Jeremie en la revista Far West. Tras conocer a Joseph Gillian, «Jije», ingresó en otra publicación mítica, Spirou. Poco después, emprendió su colaboración con Jean-Michel Charlier. ¿El resultado? La ya mencionada saga de Blueberry, cuya primera entrega apareció en las páginas de Pilote allá por 1963. Pasó una década y Giraud se vio inmerso en el experimentalismo de los setenta. Fue entonces cuando su estilo de línea clara y su conocimiento de la ciencia ficción quedaron plasmados en la obra de su alter ego, Moebius. En todo caso, este periodo no se explica sin ese grupo de ilustradores y artistas –Jean-Pierre Dionnet y Philippe Druillet entre ellos– que acabó llamándose Los Humanoides Asociados (Les Humanoïdes associés) y que se congregó desde 1975 en la revista Métal Hurlant.

¿Cómo explicar la filosofía creativa de un creador tan original? Si uno busca una vía indirecta, vale la pena leer los seis volúmenes de Inside Moebius (2000-2010), donde Giraud rompe los barrotes de la viñeta y nos invita a un psicoanálisis personal en el que nada es lo que parece. Aquí se reúnen sus personajes más emblemáticos, como si salieran de la ficción con el decidido propósito de describir a su autor. En este juego que recuerda a Pirandello, Moebius construye una suerte de diario fantasioso. En lo artístico, el resultado es una obra compleja, hermética y densa, o mejor todavía, un baile sobre el filo de la navaja.

«¿Cómo encontré a Moebius? ‒le contaba el artista a Dominique Mirambeau‒. Verás, encontré a Moebius porque tenía que hacer una historia para Hara-Kiri [L’Homme du xxie siècle, publicado en mayo de 1963, en el número 28 de la revista], que en aquella época era un periódico satírico y extraño. Pensé que sería divertido plantear un acto un algo agresivo tomando un seudónimo. Mi universo creativo se mueve principalmente en torno al placer. El placer es mi incentivo para sobrevivir. También tengo en cuenta la retribución, el hecho de ser amado y admirado por los demás dibujantes. Esto es algo que me afecta mucho, incluso ahora: cómo se me ve, lo que otros pueden pensar de mí. Hay momentos en que es muy agradable tener este tipo de pensamientos, pero también los hay que son totalmente angustiosos. A menudo, tengo la impresión de que los dibujantes me toman por una especie de payaso desenmascarado. O también como una especie de fantasma: Moebius se revela por lo que es, un mediocre. Pero siempre me llevo la sorpresa de ver que estos artistas me quieren. ¡Es formidable! ¡Ojalá que esto dure!».

Viajemos al pasado. Jean Giraud vino al mundo en Nogent-sur-Marne el 8 de mayo de 1938. Su madre le animó a aprender a dibujar durante la infancia, alimentando una vocación que se vio definitivamente consolidada en 1954, cuando ingresó en la Escuela de Artes Aplicadas de París. Dos años después ya realizó sus primeros trabajos profesionales en publicaciones parisinas, llamando la atención del dibujante y guionista belga Jijé. No obstante, la obligación de cumplir el servicio militar lo alejó de los ambientes artísticos, pues tuvo que completarlo en Argelia. A su regreso, se encontró de nuevo con Jijé, en cuyo estudio ingresó como ayudante.

Fue en 1963 cuando su suerte cambió definitivamente, al recibir el encargo de dibujar Fort Navajo, un guión de Jean-Michel Charlier con el que inició una de sus sagas más populares, la dedicada al teniente Blueberry. Este western inteligente y apasionado se prolongó en el tiempo y se tradujo a diversos idiomas. De hecho, Giraud lo continuó después de que falleciese Charlier.

Colaboró con éxito en las revistas Pilote y L’Echo des Savanes. En 1975 fundó el grupo de los Humanoides Asociados junto a Druillet, Bernard Farkas y Dionnet. Su revista, Métal Hurlant, acabó editándose en varios países europeos y asimismo en el mercado americano, donde cambió su nombre por el de Heavy Metal.


«Un tanto desilusionado por su labor en la editorial Dargaud propietaria de la revista Pilote ‒escribe Mariano Ayuso en aquella excelente Historia de los Cómics que publicó Toutain‒, se une a otros autores de cómics para fundar los Humanoides Asociados y editar la revista Métal Hurlant. Esta revista, inicialmente publicada trimestralmente, comienza a publicar las historietas de vanguardia y experimentales firmadas como Moebius. Gracias a esta casa editora (…) logra publicar en álbum una obra suya anterior, El empalmado loco (Le Bandard Fou, 1974), historieta porno fantástica de excelente factura, que rompe totalmente con su técnica realista anterior. El álbum aparece en 1976, aun cuando la historieta había sido editada anteriormente en las páginas de L’Écho des savanes [revista fundada en 1972 por Claire Bretécher y Nikita Mandryka] «.

Conversando con François Armanet y Bernard Géniès, Moebius relató cómo nació Arzach, ese silencioso peregrino que viaja a lomos de una criatura voladora: «Surgió de un solo dibujo. Era como un acertijo, al estilo del poeta Raymond Roussel, pero sin clave para resolverlo. No sabemos quién es este personaje montado en un pájaro, ni dónde está, ni qué está haciendo. Lo que me divirtió fue partir de este impulso gráfico que apelaba a lo más profundo de mí. Y en ese momento, lo más profundo para mí fue lo que me habían enseñado mis profesores en la Escuela de Artes Aplicadas de la calle Dupetit-Thouars. El deseo de estos viejos maestros era hacernos descubrir el río burbujeante de la historia del arte. En un año pasamos de los primitivos italianos a Picasso y Matisse«.

Arzach, creo yo, es la obra que mejor identifica la fórmula creativa de Moebius. ¿Y cuál es esa fórmula? Pensemos en la influencia que el grabado japonés tuvo en los cartelistas, diseñadores e ilustradores franco-belgas. En cierto modo, Jean Giraud viene a ser un heredero de Les Vingt, un grupo artístico del XIX integrado por artistas como Fernand Khnopff, Robert Picard, Jan Toorop y Henry Van de Velde, el último de los cuales era además un notable seguidor de la obra de Audrey Beardsley. En el fondo, parece como si esta técnica, a medio camino entre la línea clara japonesa y un detallismo digno de los grabados de Doré, dominase toda la obra que firmó con el seudónimo de Moebius.

Dentro de su carrera, hay que destacar la complicidad que mantuvo con el escritor y cineasta chileno Alejandro Jodorowsky, junto al que realizó esa historieta original y prodigiosa que es El Incal. Esa amistad, por otro lado, vinculó a Moebius con el cine (Ambos empezaron a colaborar más estrechamente cuando Jodorowsky preparaba la adaptación a la gran pantalla de la novela Dune, de Frank Herbert y Giraud se incorporó al proyecto).

Para entender su ingreso en Hollywood no hay que perder de vista una excelente historieta The long tomorrow, cuyo guión elaboró Dan O’Bannon en 1975. La trama detectivesca se ambientaba en una abigarrada megalópolis que, en gran medida, anticipaba la ambientación de Blade Runner, con enormes rascacielos y coches de despegue vertical flotando en sus cielos.

Esa relación con O’Bannon, uno de los principales creadores de la moderna ciencia ficción norteamericana, coincidió con la entrada de Moebius en el equipo de diseño de Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979). En concreto, se ocupó de idear parte del vestuario de la tripulación. El director artístico Michael Seymour tuvo clara cuál era la fuente de inspiración del francés: «Mi impresión ante los diseños de Moebius era la de estar viendo armaduras medievales japonesas».

Posteriormente, el artista realizó nuevos diseños para cintas como Tron (1982), Masters del Universo (1987), Willow (1988), Abyss (1989) y El quinto elemento (1997).

Inquieto y nada acomodaticio, alternó paulatinamente sus trabajos en Estados Unidos con otros en Japón, país en el que residió largas temporadas entre los años 80 y los 90.

Allí fue donde surgió el proyecto del film de animación Las aventuras del pequeño Nemo (1993), con guión del productor Yutaka Fujioka en colaboración con el propio Moebius. La película, que contaba incluso con la aportación no acreditada del escritor Ray Bradbury, era un homenaje al universo y los personajes creados por Winsor McCay. Pese a la decisiva intervención norteamericana, el film conservaba en su estética las notas características de la animación japonesa, una industria con la que, a partir de este título, Moebius colaboró progresivamente.

Katsuhiro Otomo se sintió tan atraído por la obra del francés que incluso llegó a dedicar alguna ilustración al personaje de Arzach (la descubrí en el nº 151 de la revista Cimoc, en diciembre de 1993).

A mediados de 1994, Moebius comenzó a escribir un guión basado en la leyenda de Icaro para  Jiro Taniguchi, con el fin de comercializarlo en el mercado nipón. Finalmente, salió a la venta en el año 2000. Gracias al éxito de El garaje hermético en ese país, la industria del anime decidió apoyar al máximo la adaptación cinematográfica, que en un principio iba a ser codirigida por Otomo y producida por Akira Kurosawa.


La posición profesional de Moebius en Japón se reforzó con su labor como diseñador gráfico de videojuegos vanguardistas y muy personales, como Panzer Dragoon (1995), comercializado por Sega.

Resulta paradójico que, a pesar del peso de Japón en su trabajo e incluso en el desarrollo de su estilo, Moebius criticase el éxito de los cómics japoneses en Occidente. «El manga es una plaga –llegó a decir–. La invasión ha sido total, como demuestra las cuotas de mercado que ha conseguido. Es una epidemia. Me recuerda a lo sucedido con las abejas de la Amazonia que suben hasta Norteamérica y matan a las especies autóctonas. En Francia, los camarones han desaparecido porque echaron en nuestras aguas una especie foránea que acabó con ellos. Los nuevos también están buenos, pero no son los mismos… Tienen un acento espantoso. El problema es que el manga llega a Europa, pero el cómic europeo no va a Japón. Eso es lo injusto».


Su condición de artista de culto se reforzó gracias a obras tan poderosas y personales como El mundo de Edena (1985-2001), que entre líneas, revelan su fascinación por los alucinógenos y el chamanismo. No olvidemos que fue un ávido lector de Carlos Castaneda y que pasó un tiempo experimentando con estas substancias en el desierto mexicano. El mismo delirio se advierte en las continuaciones de El Garaje Hermético. Pienso, por ejemplo, en Escala en Faragonescia (1989) o en Las vacaciones del Mayor (1992). En todas ellas aflora ese universo alternativo que el propio dibujante describió en el diario alemán Die Welt: «La realidad es demasiado complicada para reflejarla. Prefiero captar la verdad al margen de la realidad. Está en todas partes, en grandes y pequeñas ocasiones, en el pasado o en el futuro. Incluso en ninguna parte. He estado buscando la verdad desde el comienzo de mi carrera. No tengo nada que ver con el futuro o el pasado. Solo me impulsan los sueños. Me interesa la expansión de la conciencia. El ser humano no requiere solamente una determinación biológica. Esto le puede pasar a cualquier especie. Cuando una catástrofe destruye la vida, la vida regresa. En este sentido, las ratas o las cucarachas poseen conciencia, pueden comunicarse y se asemejan a la especie humana. Eso es lo que me encanta de la ciencia ficción. Todo es posible».


Por la brillantez de su estilo y la cualidad onírica de sus creaciones, Moebius representa un modo muy peculiar de entender la historieta. Y es que, más allá de la belleza de sus dibujos, su obra conlleva otro compromiso: la búsqueda más allá de las fronteras de lo real, adentrándose en los dominios del subconsciente.

«Bajo el nombre de Moebius, nombre tomado del matemático y astrónomo alemán August Ferdinand Möbius. ‒les contó a Armanet y Bernard Géniès‒, me ofrecí la posibilidad de un programa sin límites. Pasé de un sistema de control exterior, el de un universo comercial, a un sistema de control interior. Esta libertad, tenía que conquistarla, domarla».


Vale la pena terminar respondiendo a otra duda interesante: ¿Cuál fue el Moebius más genuino? ¿El de las atmósferas celestes y sofisticadas o el de los dibujos fetichistas y surreales? Él mismo respondió a esta pregunta en 1991: «Podría aprovecharse para decir que Moebius, el dibujante de los cristales y los dibujos oníricos vaporosos, no es como todo el mundo cree, y que el verdadero Moebius se encontraba allí [en las obras más provocadoras y carnales]. En realidad soy los dos, y más aún. Podría imaginarse una sociedad ideal, en la que la gente no se sintiera impulsada a experimentar tales estados. Pero falta mucho para eso. Está claro que ciertas personas no están muy interesadas en ir a ver el otro lado, bien sea porque mantienen esa faceta en un limbo casi inexpresable mientras están conscientes, bien sea porque se trata de personas que se han creado una imagen que no resistiría la intrusión en este tipo de terrenos. Pero creo que, en esencia, un artista es alguien que tiene la posibilidad (si no el deber) de afrontar su propia realidad a todos los niveles e incluso provocarla» («Sueños de historieta», Cimoc especial Sueños).

Copyright © Guzmán Urrero. Esta es una versión expandida de varios estudios anteriores. En particular, incluye citas de varios artículos que escribí para el diario ABC y para la Enciclopedia Universal Multimedia, de Micronet. Asimismo, contiene algunas reflexiones y referencias que publiqué en los libros Perspectivas de la comunicación audiovisual (2000) y La cultura de la imagen (2006). Reservados todos los derechos.











Ver también:

Moebius: La ciudadela ciega








domingo, 25 de junio de 2023

Las mejores revistas de historietas de los años 50 a hoy

Las revistas de historietas o revistas de cómic siempre han sido un producto editorial rompedor, un medio en el que se han formado y han crecido los talentos más importantes del dibujo y la narración en tiras, entre otros productos. Gracias a la intuición de editores de vanguardia y hábiles dibujantes de historietas, desde la década de 1950 han cobrado vida diversas revistas publicadas en todo el mundo, de periodicidad mensual o trimestral. Eran auténticos «periódicos» en los que no solo se incluían historietas, sino también artículos, ensayos y reflexiones de todo tipo.

FUENTE

blog

Con estas también surgieron nuevas formas estéticas y culturales, estilos y géneros. Las revistas de historietas también han sido el soporte de protestas, con historias a menudo políticamente comprometidas, sobre todo durante los años 70, o altamente experimentales y «underground», con cómics que difícilmente podrían ver la luz en otros formatos más tradicionales.

No obstante, el fenómeno ha ido desapareciendo ya desde principios de los años 2000, quedando poquísimas propuestas editoriales nuevas o supervivientes de otros tiempos. Ha pasado a mejor vida la época gloriosa de estas revistas, cuando cada año florecían novedades editoriales.

A continuación ofrecemos un listado de algunas de las mejores revistas de historietas de los años 50 a hoy.

MAD Magazine

Fruto del ingenio de Harvey Kurtzman, el primer número de MAD salió en agosto de 1952 gracias a la editorial EC Comics, en formato de libro de cómics. Sus icónicas portadas reflejan en tono de parodia personajes del mundo de la política, de la cultura popular o del espectáculo. De Nixon a Barak Obama, pasando por Michael Jackson. Es muy famosa sobre todo su mascota Alfred E. Neuman, un personaje que suele aparecer en las portadas, con los rasgos característicos de un niño, pecas y cabello pelirrojo.

Por otro lado, MAD es una revista satírica, en la que siempre se han publicado cómics, ilustraciones y artículos que derrochan un humor demencial, pero también muchas historias de género más sofisticadas. En 1955 MAD cambia de formato y se convierte a todos los efectos en una revista.

De esta experiencia surgen nombres que actualmente forman parte de los maestros indiscutibles del cómic, cada uno de ellos con un estilo personal y muy particular. De Robert Crumb, dibujante de cómics que siempre se caracterizó por su estilo grotesco, a Art Spiegelman, autor de Maus, obra que ganó además el Premio Pulitzer. Harvey Kurtzman se encarga de la edición de 28 números de MAD Magazine, hasta 1956. No obstante, la vida editorial de la revista continúa hasta 2009, con picos de tiradas que llegaron a superar los dos millones de copias, sobre todo en los años 70, superando los 500 números publicados.

Tuvo un enorme impacto cultural en todo el cómic underground americano, entre otros, inspirando además el humor demencial de John Belushi, el monólogo cómico (stand-up comedy) y el programa Saturday Night Live.

Pilote

En 1959 sale el primer número de Pilote, una revista francesa semanal en la que debutaron los principales autores del cómic francés. El ideador de la revista es René Goscinny, creador de los populares Asterix y Lucky Luke, cuyas historias aparecen precisamente en estas páginas. Más tarde, Pilote publica a muchísimos otros autores, que en años posteriores se abren camino en la historia del cómic francés e internacional.

De Blueberry de Charlier y Giraud a Lone Sloane de Druillet, pasando por los cómics de Tardi y Bilal. Durante los años 60, Pilote es comprada por la editorial Dargaud. La revista también llega a Italia con el nombre de Pilot, bajo la pluma de Tiziano Sclavi, que unos años más tarde crea Dylan Dog. Tras la salida de algunos autores y dibujantes, la revista pasa a ser una publicación mensual.

Pilote cierra oficialmente en 1989, pero de esta experiencia surgen ulteriores revistas de autores procedentes de ella.

Garo

De Japón llega una revista mensual publicada por primera vez en 1964, fundada por Katsuichi Nagai y dedicada al manga de vanguardia. Rompiendo plenamente con el significado tradicional de la palabra manga (es decir, «imágenes extravagantes»), Nagai decide crear una publicación inspirada en la definición de gekiga, es decir, «imágenes dramáticas», acuñada por el autor Yoshihiro Tatsumi, con cómics de género histórico y de corte extremadamente más realista.

La primera historia publicada en Garo es el drama ninja Kamui, creado por Sampei Shirato, autor que contribuye con Nagai a la fundación de la revista. Esta trata temas como la lucha de clases y el anti-autoritarismo, ambientado durante las grandes discriminaciones del periodo Edo contra los Hinin, personas situadas en el último escalón social.

Con esta revista, Nagai quería literalmente agitar la gramática del manga mainstream. En 1965, en su editorial de reclutamiento de nuevos autores, escribe: «Una nueva generación debe ocupar el lugar de la vieja. Tenemos que inventar historias relevantes sin miedo a forjar un estilo único y personal con el fin de estimular a los autores y lectores».

También resulta interesante la historia personal de Nagai: y es que la revista Garo surge de una voluntad filantrópica. En el momento de fundarla, el autor está enfermo de tuberculosis, motivo por el cual desea dejar para la posteridad una obra importante, incluso aunque le suponga una pérdida económica. Afortunadamente, Nagai la sacó adelante y vivió hasta 1996. La revista dejó de publicarse en 2002.

Linus

1965 es un año importantísimo para el cómic en Italia: en los quioscos sale el primer número de Linus, historia inventada por el intelectual milanés Giovanni Gandini, publicada inicialmente por la editorial Figure. El nombre de la publicación se refiere claramente a personaje homónimo de los cómics de la serie Peanuts (o Snoopy) de Charles M. Schulz, evidentemente publicada en las páginas de la revista. En el primer número también aparece una entrevista de Umberto Eco a Elio Vittorini (escritor y crítico literario) y Oreste Del Buono (editor y escritor visionario).

En Linus también se publicarían en los años siguientes historias de Li’l Abner de Al Capp, Popeye de Elzie Crisler Segar, Krazy Kat de Herriman y Dick Tracy de Chester Gould. El único autor italiano publicado durante los primeros años de Linus es Guido Crepax con su personaje de Valentina.

Más adelante, Linus pasa a manos de la editorial Rizzoli en 1971, momento en que se establece como director justamente Oreste del Buono, que lleva las ventas de la revista a más de 100.000 copias al mes. Por Linus han pasado los mayores dibujantes, personajes y autores de cómics italianos e internacionales: El gato Fritz de Robert Crumb, Doonesbury de Garry Trudeau, El Eternauta de Alberto Breccia y Héctor Germán Oesterheld, o Corto Maltés de Hugo Pratt, pero también autores como Filippo Scozzari y las viñetas de Vincino y Vauro.

Del Buono transforma Linus en una revista que habla del presente y crea además el suplemento Alterlinus, en el cual se publica a, entre otros, Andrea Pazienza, Moebius, Toppi y muchos más. Por tanto, Linus abre una auténtica época dorada del cómic de autor en Europa. La revista todavía se publica y está dirigida por Igort, conocido dibujante de cómics y director y antiguo fundador de la editorial Coconino Press.

Mètal Hurlant

En la revista Pilote, a principios de los años 70 se respira una atmósfera cargada: René Goscinny y Jean-Michel Charlier ejercen un fuerte control sobre los autores y algunos de ellos deciden liberarse de estas cadenas creativas. Así, en 1974 surge Métal Hurlant, revista trimestral creada por Jean Giraud (Moebius), Dionnet y Druillet.

Se trata de una revista seminal para el género de la ciencia ficción, entre otros, compuesta por historias que rechazaron incluso la imposición de un guion. El propio Moebius publicó en Mètal Hurlant algunas de sus obras más importantes, desde Arzach hasta Le Garage Hermétique (El garaje hermético). Algunos de los demás autores publicados en esta revista son Milo Manara, Richard Corben, Alejandro Jodorowsky y muchos más.

En Italia muchísimas de estas historietas se publicaron en Alterlinus, revista concebida por Oreste del Buono, que ofrecía sobre todo historietas de aventuras. Mètal Hurlant también se publicó en España y Estados Unidos bajo el nombre de Heavy Metal.

Frigidaire

Posiblemente una de las revistas de historietas mejores y más revolucionarias del mundo. Frigidaire es una revista publicada a partir de 1980 por Primo Carnera Editore, creada por una serie de autores procedentes de otras experiencias editoriales, como Lotta Continua, Il Male y Cannibale, otra revista rompedora. Vincenzo Sparagna, que formaba parte de la dirección de Il Male, junto con Filippo Tamburini, Filippo Scòzzari, Andrea Pazienza, Massimo Mattioli y Tanino Liberatore, crean Frigidarie, una revista en primer lugar estéticamente atractiva y que ofrece historietas, diversas secciones, investigaciones periodísticas y música.

Durante la presentación de la revista en Lucca Comics justamente en 1980 también está presente Andrea Pazienza que, citando una viñeta publicada en el primer número, exhibe una jeringa simulando una inyección de heroína. Han sido numerosísimos los autores publicados en Frigidaire, aparte de los fundadores y del propio Pazienza: desde Igort hasta Silvio Cadelo, pasando por Marcello Jori, Giorgio Carpinteri, Mario Schifano y Oreste Del Buono.

Una revista irreverente y desmesurada: fue la primera, por ejemplo, en hablar del VIH en 1983, haciendo frente a la desinformación que campaba por entonces acerca de este tema candente. También lanzó números en los que se imitaban de forma satírica periódicos famosos, como el suplemento Il Lunedì de La Repubblica o L’Unità.

Frigidaire vivió una historia editorial enrevesada, con una publicación hasta 2008, pero caracterizada por diversas interrupciones.

RAW Magazine

También en 1980 sale el primer número de RAW Magazine, creada por Françoise Mouly y Art Spiegelman, que dieron vida a una publicación seminal para el cómic alternativo y para el nacimiento de las novelas gráficas tal como las conocemos hoy.

Sin duda, está destinada a un público más culto: en estas páginas se publican autores americanos, así como italianos, franceses y japoneses. Del monumental Maus del citado Spiegelman a los argentinos José Antonio Muñoz y Carlos Sampayo, pasando por muchos autores japoneses ya publicados en Garo.

El primer número se publica en un formato enorme, en blanco y negro, mientras que los siguientes se redimensionan para poder venderlos más fácilmente en las librerías. Más delante, con las historias de RAW se formaron artistas del calibre de Chris Ware, considerado uno de los dibujantes de cómics más importantes aún vivos.

Las revistas de historietas publicadas actualmente

Como ya hemos mencionado, no cabe duda de que el fenómeno de las revistas de historietas se ha redimensionado con respecto al pasado. Sin embargo, aún existen algunas publicaciones interesantes que han resistido, entre ellas algunas que mantienen nombres célebres del pasado, así como otras con una idea y un título totalmente nuevos.

Spera Editori llevó recientemente a los quioscos la edición italiana de Heavy Metal, que no es una simple traducción del material original, sino que recoge muchas obras del pasado junto con análisis acerca de nuestro presente y futuro.

Por su parte, La Revue Dessinée Italia es una revista trimestral de periodismo gráfico, es decir, periodismo en historietas, completamente a color. Contiene investigaciones, reportajes y secciones totalmente dibujadas en forma de cómic.

Con esto acabamos nuestro viaje al interior del enorme mundo de las revistas de historietas. Evidentemente, las revistas citadas no son las únicas que se han publicado en la historia, pero ciertamente se encuentran entre las más icónicas.