“Estoy partida en dos”, declaraba Milla Jovovich, a la vez que decía estar “desconsolada y estupefacta” mientras trataba de “procesar” lo que sucedía en su Ucrania natal. Sería en vano: una guerra jamás puede aceptarse. “Mi sangre y mis raíces provienen tanto de Rusia como de Ucrania -agregaba en su posteo de Instagram, cuando la invasión apenas comenzaba-. Estoy dividida en dos mientras veo el horror que se desarrolla, el país siendo destruido, las familias desplazadas, toda su vida yaciendo en fragmentos carbonizados a su alrededor”.
Cuando Milla nació, el 17 de diciembre de 1975, Kiev –hoy capital de Ucrania- todavía pertenecía a la Unión Soviética. Y lo seguía siendo cuando arrancó como modelo: era apenas una niña de nueve años cuando le pagaron por su primer trabajo en publicidad. Poco después se transformaría en la cara visible de marcas internacionales como Christian Dior y L’Oréal, entre otras. Se transformó en uno de los rostros más codiciados por las revistas de modas más prestigiosas. A principios de los 90 su popularidad estalló.