Una travesía de cuatro siglos: proyectan una nave gigante para viajar a otro sistema solar. Un concurso internacional premió el boceto de Chrysalis, con capacidad de albergar a 2400 personas. El destino final sería un curioso exoplaneta
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Chrysalis es una nave generacional diseñada para un viaje de cuatro siglos hacia Próxima Centauri b con entre 1500 y 2400 pasajeros (Chrysalis) La estructura cilíndrica de 58 kilómetros de longitud fue diseñada para transportar hasta 2.400 personas durante un viaje de cuatro siglos hacia Próxima Centauri b. En un futuro que todavía parece sacado de una novela de ciencia ficción, el ser humano podría embarcarse en una travesía colosal: un viaje interestelar de cuatro siglos rumbo a Próxima Centauri b, el exoplaneta más cercano potencialmente habitable ubicado a 4,24 años luz de distancia.
Esta odisea no se realizaría a bordo de una nave común, sino dentro de una gigantesca estructura cilíndrica bautizada como Chrysalis, capaz de albergar entre 1500 y 2400 personas que vivirían, nacerían y morirían a bordo durante múltiples generaciones.
Chrysalis es la propuesta ganadora del concurso Project Hyperion, organizado por la Iniciativa para Estudios Interestelares (i4is), que buscó ideas innovadoras para diseñar naves generacionales.
El equipo interdisciplinario italiano responsable de este diseño se destacó por su coherencia sistémica y su enfoque modular, creando un proyecto que no solo aborda los retos técnicos, sino también los desafíos sociales, psicológicos y culturales que implicaría una misión semejante.
El concurso Project Hyperion, lanzado el 1 de noviembre de 2024 con una dotación de 10.000 dólares, atrajo a cientos de equipos internacionales. Los ganadores se anunciaron el 23 de julio de 2025, y Chrysalis se llevó el primer premio de 5.000 dólares.
El motor de fusión directa
La nave tiene unas dimensiones asombrosas: mide 58 kilómetros de largo, el equivalente a más de 550 campos de fútbol, y su masa total se aproxima a 2.400 millones de toneladas métricas, una cifra que supera la masa de 369 Grandes Pirámides de Giza.
Su diseño cilíndrico no es arbitrario. El extremo delantero, mucho más estrecho, minimiza el riesgo de impactos con micrometeoritos y reduce las tensiones estructurales que la nave soportaría durante las fases de aceleración y desaceleración.
La velocidad que Chrysalis debería alcanzar para completar el viaje en alrededor de 400 años es aproximadamente el 1,07 % de la velocidad de la luz, unas 17 veces más rápido que la sonda Parker de la NASA, actualmente el vehículo más veloz construido por el ser humano.
El diseño modular incluye biomas completos que producen alimentos y mantienen biodiversidad a bordo de la nave espacial (Chrysalis)
El diseño modular incluye biomas
Para lograrlo, la nave usaría un motor de fusión directa alimentado con isótopos de helio-3 y deuterio, tecnología que aún permanece en etapa conceptual y que representa un salto tecnológico fundamental para la exploración interestelar.
Vivir en Chrysalis implicaría habitar una ciudad espacial autosuficiente que giraría constantemente para generar gravedad artificial. Su interior se organizaría en niveles modulares concéntricos con funciones especializadas.
La capa más cercana al núcleo estaría destinada al cultivo de plantas, hongos, insectos y ganado, incluyendo la reproducción de biomas completos, como bosques tropicales y boreales. Esta biosfera permitiría la producción sostenible de alimentos y el mantenimiento de la biodiversidad necesaria para el equilibrio del ecosistema a bordo.
Antes del lanzamiento, las primeras generaciones vivirán 70 a 80 años en aislamiento en la Antártida para prepararse psicológicamente (Chrysalis)
La siguiente capa contendría los espacios comunitarios: parques, escuelas, hospitales y bibliotecas, conformando el corazón de la vida social. Más allá, se ubicarían las zonas residenciales y, en las capas exteriores, las industrias, talleres y almacenes, muchos de los cuales funcionarían con la ayuda de robots para maximizar la eficiencia y reducir riesgos humanos.
Un detalle único en el diseño es el Cosmo Dome, una burbuja de microgravedad situada en la parte delantera de la nave que permitiría a los pasajeros observar el cosmos en un entorno de ingravidez, una experiencia que mezcla lo contemplativo con la ruptura de la monotonía del confinamiento.
La gobernanza combina liderazgo humano con inteligencia artificial para mantener la estabilidad social durante siglos (Chrysalis)
Liderazgo humano e Inteligencia Artificial
La gobernanza de esta ciudad interestelar combinaría liderazgo humano con sistemas de inteligencia artificial. Esta colaboración facilitaría la resiliencia del sistema social y garantizaría la transferencia del conocimiento a lo largo de las generaciones, un aspecto fundamental para evitar la pérdida cultural o tecnológica tras cuatro siglos de viaje. Los nacimientos y el crecimiento poblacional estarían cuidadosamente planificados para mantener un equilibrio sostenible y evitar tensiones por recursos limitados.
La preparación para embarcar en Chrysalis incluiría vivir entre 70 y 80 años en un entorno aislado en la Antártida, simulando las condiciones de confinamiento espacial. Este entrenamiento psicológico y social busca garantizar que las primeras generaciones se adapten al largo aislamiento y a las particularidades de la vida en la nave.
Aunque el proyecto es puramente hipotético y requiere tecnologías que aún no existen, como reactores comerciales de fusión nuclear, iniciativas como esta “pueden contribuir a ampliar nuestra base de conocimientos actual y ayudar a los ingenieros a mejorar los diseños futuros”, según expone Live Science.
Más que un proyecto técnico, un reto social y ético
El concurso Project Hyperion, lanzado en noviembre de 2024 y premiado en julio de 2025, reunió cientos de equipos internacionales, cada uno con arquitectos, ingenieros y científicos sociales. La convocatoria exigió demostrar cómo mantener a más de mil personas durante siglos en una nave que proporcione gravedad artificial, soporte vital robusto y mecanismos para preservar cultura y conocimiento.
Chrysalis no es solo un diseño tecnológico. Se enmarca en una tradición centenaria que comenzó en 1918, cuando Robert H. Goddard describió por primera vez la idea de “La migración definitiva” y fue retomada por visionarios como Konstantin Tsiolkovsky y J.D. Bernal. En palabras de algunos expertos, estos proyectos amplían la base de conocimientos necesaria para futuras exploraciones interestelares y podrían ayudar a perfeccionar diseños reales que algún día se construyan.
Sin embargo, más allá del asombro que produce la ingeniería y la logística de mantener una civilización autosuficiente por cuatro siglos en el espacio, Chrysalis despierta cuestionamientos profundos sobre el destino de la humanidad.
¿Es esta propuesta una aventura hacia lo desconocido o una huida desesperada de un planeta que hemos agotado? ¿Hasta qué punto es prudente confiar el futuro de generaciones enteras a algoritmos y sistemas de inteligencia artificial? ¿Qué tipo de sociedad podremos formar en un mundo alienígena, después de siglos confinados a una nave?
Los creadores advierten que la tecnología necesaria aún no existe. La fusión nuclear comercial, los sistemas de soporte vital complejos y la inteligencia artificial avanzada son desafíos pendientes. Pero el ejercicio de imaginar y diseñar una nave así puede resultar fundamental para impulsar la investigación y el desarrollo tecnológico que un día permitan la exploración interestelar.
Es inevitable también traer a la reflexión una verdad contundente: después de décadas explorando nuestro vecindario cósmico, no se ha hallado nada comparable a la extraordinaria riqueza de vida y posibilidades que ofrece la Tierra. Antes de embarcarnos en viajes de cuatro siglos, tal vez el desafío más urgente sea cuidar y preservar el único hogar que se sabe que funciona.
Sin embargo, más allá del fascinante espectáculo tecnológico que representan estas naves generacionales, cabe preguntarse qué narrativa esconden realmente. ¿Estamos diseñando una aventura hacia lo desconocido o planificando una huida desesperada de un planeta que hemos agotado? ¿Y qué tipo de civilización podríamos construir en un mundo alienígena, después de siglos de confinamiento espacial?
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El principal conflicto estaría entre las generaciones intermedias.
ResponderEliminarLa primera generación se embarcaría por su propia decisión. Estarían quienes tendrían el estímulo de de llegar, aunque también el desafío de algo desconocido.
Pero las generaciones intermedias no conocerían el planeta de origen y nunca llegarían al lugar de destino. Por decisiones ajenas.
Es algo que ha sido tratado en novelas de ciencia ficción.
El tema es fascinante. Tres o cuatro generaciones nacerían y morirían en el viaje. Ahora, los que inicien el viaje deberían ser mujeres en edad reproductiva y hombres menores de 40, supongo. Parejas pre-designadas, creo yo. De otra forma se podría armar un lío monumental...
EliminarMe intrigan los que por naturaleza no se adapten o los rebeldes que en toda sociedad existen. Son 400 años basta mirar lo que ha pasado en el Planeta en lo Social durante estos 400 años. Interesante el Proyecto pero creo que por el momento es inviable.
ResponderEliminarPara que sean solo 4 siglos, primero que nada se debe construir la nave capaz de viajar a la velocidad de la luz: 300.000 kilómetros por segundo.
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