Film de Lusina Martirosyan
La leyenda de la isla de Akhtamar cuenta que su nombre proviene de Tamar, una princesa armenia que guiaba a su novio con una lámpara para que llegara hasta su ventana cada noche. El padre de la princesa, al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, apagó la luz cuando el enamorado estaba a mitad de camino, dejándolo desorientado en el agua. Poco después, el cuerpo del joven apareció en la playa con la palabra "Akh, Tamar" congelada en sus labios, que se puede traducir como "Oh, Tamar".
En este filme que dura 13.38 minutos (Lo mismo que la sonata de Aram Khachaturian), la leyenda de la isla de Akhtamar se reinterpreta con una novicia rebelde que de noche se escapa de un convento a la playa donde enciende una fogata y espera el reencuentro de su amado. Que no es otro que Jesucristo, el que ha sido traicionado por un pescador (Judas) que ha comunicado a la Madre Superiora del convento la relación de amor prohibido.
En esta narración, la figura central es una novicia rebelde que, atrapada por las ataduras de la tradición, decide desafiar las reglas establecidas al escaparse del convento durante la noche. Su destino, la playa, se convierte en un espacio simbólico donde la libertad y el anhelo se entrelazan.
Su amado, Jesucristo, personifica la devoción y la trascendencia espiritual, mientras que la traición de Judas, el pescador que revela su secreto a la Madre Superiora, añade una dimensión de conflicto y tensión a la narrativa. Este motín emocional no solo refleja la lucha interna de la novicia, sino que también resalta la complejidad de las relaciones humanas, incluso en un contexto sagrado.
En la penumbra de la noche, la protagonista enciende una fogata, un acto que no solo proporciona luz, sino que también representa la esperanza y el deseo de un amor que desafía convencionalismos.
La elección de este relato en un formato tan breve permite una concentración de emociones y conceptos, donde cada segundo cuenta. La amalgama de elementos mitológicos, religiosos y románticos enriquece la trama, ofreciendo una reflexión sobre el amor prohibido y las consecuencias de la lealtad y la traición. Este filme invita al espectador a contemplar no solo la historia de la isla de Akhtamar, sino también las universales luchas por el amor y la libertad en un mundo que a menudo impone restricciones insalvables.
El cuerpo de Cristo en el sepulcro y detalle de Hans Holbein el Joven.
Óleo y temple sobre madera de tilo, 30,5 × 200 cm, Museo de Arte de Basilea.
Llama la atención el parecido de la escena del film a la pintura de Holbein.
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