Pasó el segundo trimestre del año comiquero, abundante en citas y festivales, que, como de costumbre, ha dejado una gran cantidad de novedades a las que vale la pena echarle un ojo.
Escrito por Iván Galiano
Han destacado particularmente dos campos. Uno, el de los cómics para el público infantil-juvenil, de los cuales han salido obras tanto de autores y autoras ya bregados en esta especialidad como de quienes han decidido poner un pie en ello. El resultado ha sido cómics de gran ingenio, de relevante temática ecológica y la consolidación de algún personaje que se está convirtiendo en clásico moderno. Otro campo a reseñar ha sido el de la adaptación de obras literarias de culto, de las que incluimos un par en esta selección. Pero todavía hay más: el mangañol sigue empujando con fuerza y las biografías más insospechadas tanto en forma como en fondo también han tenido su rincón. El cómic no deja de sorprendernos.
El segundo trimestre del año comiquero ha transcurrido de manera excepcional, marcado por una notable variedad de citas y festivales que han enriquecido la escena del cómic actual, lo que ha resultado en una prolífica producción de novedades dignas de atención. Entre los campos más sobresalientes, se encuentra el de los cómics dirigidos al público infantil-juvenil, donde no solo han emergido obras de autores y autoras ya consolidados en esta especialidad, sino también de aquellos que han decidido aventurarse en este sector. Esta fusión de experiencias ha dado lugar a cómics de gran ingenio, que abordan temáticas ecológicas de relevancia, a la par que han contribuido a la consolidación de personajes que están empezando a ser considerados clásicos modernos en el mundo del cómic. Por otro lado, es imposible pasar por alto el auge de las adaptaciones de obras literarias de culto, un fenómeno que no solo ofrece una nueva vida a historias atemporales, sino que también enriquece el medio con un enfoque fresco y contemporáneo. Además, el mangañol continúa ganando terreno, ofreciendo narrativas que desafían las expectativas y cautivan a un público diverso. A su vez, las biografías, ya sea en formas convencionales o en aquellas más insospechadas, han encontrado su espacio en este panorama, aportando nuevas perspectivas sobre figuras relevantes. En definitiva, el universo del cómic no cesa de sorprendernos, presentando una rica variedad de propuestas que cautivan y estimulan la curiosidad de los lectores, consolidando así su importancia en la cultura contemporánea.
La carretera, de Manu Larcenet, adaptando la novela de Cormac McCarthy (Norma Editorial)
Lejos, muy lejos, de romantizar el cataclismo y fin de la civilización (como ha hecho el subgénero postapocalíptico con frecuencia), La carretera, de Cormac McCarthy es un relato áspero y profundamente depresivo, que con una trama mínima deviene retrato costumbrista de lo que es vivir cuando no queda nada, una realidad que a poco que dejemos de mirar para otro lado vemos que ya existe en nuestro presente. Manu Larcenet se lanzó a su adaptación con su estilo más realista y sofocante, que consigue plasmar su escenario inhóspito y liminal, en un marco de gran álbum que hace terriblemente inmersiva la experiencia. Sin embargo, lo que resulta más inquietante de la existencia de esta adaptación es la forma en la que se antoja como una sutil «continuación» de la anterior adaptación que dibujó Larcenet, El informe de Brodeck, de Philippe Claudel. Ambas parecen quedar conectadas ambas a través del exilio autoimpuesto de sus personajes y de una sociedad hostil que parece esconderse en cada grieta.
Lo que más me gusta son los monstruos Vol. 2, de Emil Ferris (Reservoir Books)
Emil Ferris completa aquí los cuadernos de Karen Reyes, una niña imaginada que vivió a finales de los sesenta, que intenta resolver un asesinato en su bloque y cuya mirada crítica hacia el mundo quedaba plasmada en montones de dibujos diarios. Esta segunda mitad de Lo que más me gusta son los monstruos insiste en la oda al dibujo como forma de expresión popular universal. Y hace visibles algunos patrones que quizás quedaron menos patentes en la primera mitad, cuando en su llegada se nos antojaba compleja y con mucha originalidad. Acaso revela cierta procedimentalidad en su estructura y en la alternancia periódica de trasfondos, escenarios y temas, pero se mantiene fiel a la construcción del retrato psicológico de su protagonista y a su promesa de resolver la intriga expuesta. Sus rasgos de obra multifacetada le permiten abordar muchas cuestiones y hacen que cada uno de sus episodios sean ricos en detalles tanto en fondo como en forma. Cierra la autora con un amago de continuación que hace salivar. ¿Veremos tercera parte?
¡Muera la inteligencia!, de Jorge García y Gustavo Rico (Norma Editorial)
Las novelas gráficas sobre la guerra civil española en su gran mayoría han puesto su foco sobre las víctimas y los represaliados por parte del bando fascista. No está nunca de más completar la panorámica observando también a estos últimos, evidentemente no tanto por aquella cantinela rancia de «escuchar el otro punto de vista», si no por situar en su justo lugar a figuras engrandecidas, deconstruyendo su glorificación. Es justo lo que hacen Jorge García y Gustavo Rico en estudio biográfico de Millán-Astray, el fundador de la Legión, recorriendo toda su vida de una forma objetiva y de tono aséptico para efectuar, de pasada, un retrato de los militares sublevados en lo que ellos mismos denominaron «alzamiento nacional». Blanco, negro y rojo para un diseño narrativo de excepción, a caballo entre el reportaje y el libro de texto, pero con una estética que se graba en la retina y que combina dibujo, fotografía y collage entre piezas documentales. ¡Muera la inteligencia! es un trabajo concienzudo y bien documentado que, a interpretación libre, puede permitir alguna capa de lectura de subversión sutil a través de sus elipsis y alguna iconicidad prestada.
Taxi, de Pep Brocal (Salamandra Graphic)
Otra muestra de lo interesante que está siendo este 2024 en lo que se refiere a adaptaciones de novela a cómic, tanto por la variedad en las obras de referencia originales como en las propuestas visuales ejecutadas por los autores. Pep Brocal, que ya venía de sorprendernos con la adaptación del Libro de las Bestias de Ramón Llull, se nos viene más al presente con esta adaptación del noir costumbrista de Carlos Zanón. La inmersión en la vida del taxista barcelonés Sandino tiene muchos de los fetiches del dibujante catalán: los personajes a la deriva, el tránsito geográfico mientras se revisan los conflictos internos y el cúmulo de circunstancias que cuajan en nudo gordiano. El resultado es una adaptación que refuerza la atmósfera de la obra original, que sabe moverse entre lo taciturno y el mazazo suave, que hace de su galería de personajes auténticos iconos comiqueros y que le da una entidad visual con mucha personalidad gracias a la paleta nocturna elegida y el trazo vibrante del autor.
Sanguijuelas, de Daisuke Imai (Tsubaki Comics)
La llegada del gekiga de la mano de los autores de la revista Garo inauguraron una mirada a los invisibles márgenes de la sociedad japonesa que se convirtió en una rara avis en el manga. Dicha mirada se ha ido conjugando con otros géneros, más allá de lo biográfico o la ficción costumbrista hasta llegar a la modernidad con formas nuevas y dirigida a otros públicos. Sanguijuelas es un thriller que imagina una forma de vida paralela para todos aquellos que, por una razón u otra, terminan sin hogar o familia. Daisuke Imai se inventa la figura del «okupa invisible», aquel que vive en casas ajenas mientras su residente está en el trabajo y lo hace con total sigilo sin dejar pistas relevantes de su estancia allí. Siguiendo los pasos de Sakura, la protagonista, construye un universo de aire cuasi sobrenatural, cercano en tonos al género de terror y rozando el slasher. Sin embargo, al mismo tiempo se abraza al trasfondo realista y al drama psicológico bien asentado en la representación de la vida diaria y al diseño de los espacios cotidianos. Premisa atractiva para un tema de fondo cada vez más acuciante.
Sibylla, de Max Baitinger (Fulgencio Pimentel)
Sorprendente, como poco, esta biografía de la poetisa del barroco alemán Sibylla Schwarz. Lo es porque Max Baitinger se aleja de las convenciones habituales en las biografías en cómic: su proceder irreverente y su enfoque de naturaleza orbital da como resultado una obra tan extraña como íntima. Ocho páginas es lo que concede el autor a la convencionalidad, los datos del quién, dónde, cuándo y qué de la corta vida de la biografiada que falleció con diecisiete años, todos ellos en el marco de la Guerra de los Treinta Años. El grueso de la presente plantea una fabulación reflexiva sobre lo que pudo ser y lo que no se sabe, además de cierta retranca meta sobre el proceder del autor con el propio cómic. En su ponderación, el resultado es un retrato biográfico de línea sinuosa, querencia tanto por el garabato como por lo pictórico y que consigue acercar a lo cotidiano a una artista excepcional en su tiempo. Hace así viva la imagen de la adolescente que vive encerrada en su cuarto, que tiene que lidiar con compañías no deseadas y con la presión del entorno en general, pero aun así consigue mirar al horizonte.
Kneel!!, de Victor Puchalski (Ediciones Inuit)
He aquí el regreso al viaje del héroe por el camino más atípico y turbio. Victor Puchalski ya nos hizo saborear las mieles de una odisea de acción con rasgos de experimentación y juego estilístico en su Enter the Kann. Este Kneel!!, que comparte rasgos con la precedente, es una épica sucia que busca el impacto en la distancia corta y la caída en el abismo en el largo recorrido. A pesar de que en algunos aspectos resulta llamativo por su gusto por la referencialidad y la búsqueda constante iconicidad, en lo que se refiere a la estructura del cómic y su desarrollo el dibujante sorprende por un planteamiento disruptivo, iniciándose el relato con gran intensidad y concediendo un respiro para encarar una segunda mitad más sinuosa y degradada. Apostando por lo febril, todo se torna en una galería de pleitesía al arte del epatamiento canalizado a través de la estampa antiheroica, la mancha, la trama invasiva y los juegos de sombras. Puchalski demuestra de nuevo su dominio de los registros y recursos más variados y Kneel!! es una buena oportunidad para entrar en su obra.
Nebesta, de Vanesa Figal y Konata (Planeta)
Nacida en las páginas de la revista de «mangañol» Planeta Manga y que, a la usanza japonesa, ha visto su edición como volumen independiente, Nebesta comprende tantas convenciones como rupturas del género medieval-fantástico de inspiración rolera. Vanesa Figal proyecta una estructura episódica perfecta para mezclar la clásica incursión a mazmorra con el reality televisado. El periplo sirve para presentar a unos protagonistas ricos en motivaciones, trasfondos y personalidad lo que permite, a su vez, generar dinámicas jugosas de acción, intriga y romance. Si el argumento resulta atractivo, no menos lo es su expresión en página con la narrativa dinámica de Konata, su ingenio para la composición y su excelente mano para la expresividad de los personajes. El resultado es una obra de género muy completa, sorprendente en sus giros, que gustará mucho a las nuevas generaciones de lectores (y jugadores) de fantasía.
Loira, Étienne Davodeau (Ediciones La Cúpula)
Muchos de los temas de interés del dibujante francés Étienne Davodeau, al que ya conocimos en obras como Los ignorantes, Rural o Corredores aéreos, parecen confluir aquí: la atracción por el entorno rural, las diferencias que nos acercan a otros, la contemplación de la vida cruzado el meridiano de los cincuenta. Loira es un canto de amor a la región y en especial al río que le da nombre, a través del cual el autor conecta paisaje y paisanaje, pasado, presente y futuro. Se practica así una intriga doméstica formulada a través de ausencias presentes, de la mirada hacia atrás, y la reflexión que se resuelve a través de cierta trascendencia en la que se pueden encontrar semejanzas con La casa, de Paco Roca, o Los grandes espacios, de Catherine Meurisse. De realismo mágico muy sutil, brilla especialmente por sus inmersivos paisajes y por el sentido de la maravilla que evoca su dedicación a un color ambientalmente muy realista.
Las maravillas, de Marta Cunill (Bang Ediciones)
Marta Cunill hizo ya un acercamiento importante (y atípico) a la temática ecologista para niños en ¡Ya vamos!, la historia de tintes humorísticos de tres aves migratorias que deciden postergar su viaje a climas más cálidos. En Las maravillas vuelve a la fábula, esta vez con tono más grave ecos a las cuentos anticapitalistas de los ochenta y al Farenheit 451 de Ray Bradbury. Con el filtro de la fantaciencia, la autora pone sobre la mesa la cuestión de la defensa del medioambiente y la importancia del activismo intergeneracional. De dibujo minimalista y sintético (pero no por ello menos candoroso) y con referentes simbólicos populares hace también gala de un empleo del color esencialista que discrimina la creación de la destrucción, la vida de la muerte, el color y su ausencia, en definitiva. Una epopeya de espíritu naif pero acertada y clara en su señalamiento de las causas del deterioro de nuestro entorno así como de las soluciones para ello.
Cosmo en el espacio, de Javi de Castro (Astiberri)
A principios de siglo pasado, Gustav Verbeek ideó The Upside Downs, unas tiras de prensa que al terminar su lectura se le podía dar la vuelta a la página y leer la continuación con los mismos dibujos vueltos del revés. Dicho original recurso solo fue aplicado por Joost Swarte muchos años atrás, con su personaje Jopo de Pojo. Pero ni uno ni otro llegaron a proyectarlo a lo largo de todo un cómic, como lo ha hecho Javi de Castro, uno de nuestros autores nacionales más ingeniosos en cuanto a recursos narrativos. Cosmo en el espacio es la clásica odisea de ciencia ficción para chavales que sigue las andanzas de un astronauta perdido que busca regresar a casa, enfrentándose a diversos peligros y haciendo amigos por el camino. El estilo de línea clara del autor y su cuidado diseño de los personajes y de los escenarios le permite hacer suyo un recurso de hace más de un siglo, revitalizándolo para un público moderno.
Noches de Niterói, de Marcello Quintanilha (ECC Ediciones)
Aventura, drama y algún tono de picaresca es lo que podría sintetizar lo que contiene este relato, inspirado en la vida del padre del autor, sobre dos amigos que, con una barcaza, se lanzan a la bahía de Guaraná para hacerse con el excedente de una pesca furtiva. Insospechado para el lector que cree que va a toparse con una anécdota doméstica, Noches de Niterói, en su retrato de una amistad llevada al límite ante las máximas condiciones adversas y las peores decisiones posibles. El relato nos pilla por el cuello y nos arrastra a una montaña rusa con dos momentos de intensidad tan notables tanto por su planteamiento argumental como por su despliegue en página. No conviene revelar mucho más. El talento al dibujo de Marcello Quintanilha está dando obras notables a través de un noir atípico de trasfondo latinoamericano que habla por sí mismo.
La pequeña genia y el monstruo del valle, de Álvaro Ortiz (Astiberri)
Al zaragozano Álvaro Ortiz le parece estar yendo bien aquello de tirar de intuición, sus gustos y pasarlo bien haciendo cómic. Tras tres novelas gráficas atípicas con mucho viaje, pasión por contar historias curiosas, un ánimo chill y tramas con giros inesperados, probó suerte con el cómic online pandémico parodia de los superhéroes por dos veces, con buenos resultados. Luego decidió meter un pie en el cómic infantil-juvenil y se sacó de la manga una protagonista icónica, la joven genia, Ayu, inspirada en la mitología de Las mil y una noches, que a lo La bruja novata, enredaba más con sus poderes que otra cosa. Tras el éxito del primer volumen, tira ahora de su fetiche por los viajes (muy a lo JAN) y se la lleva al extremo oriente a vivir nuevas aventuras. La pequeña genia y el monstruo del valle es un volumen que alterna el paseo maravillado con la acción slapstick y el humor simpático, sorprende por su forma de resolver los conflictos y encandila por su depurado estilo de dibujo y su exquisito uso del color.
El designio, de Javier Pérez Andújar y Laura Pérez Vernetti (Autsaider Cómics)
Solo por los componentes de esta singular dupla (a los que ya podríamos bautizar como «los Pérez») ya vale la pena echarle un ojo a esta odisea ambientada en una Barcelona postpandemia. El escritor Javier Pérez Andújar plantea una búsqueda imposible entre dos dimensiones, la del barrio, entre negocios de fantaciencia más o menos turbios y la onírico-surrealista, que remiten a lo que se perdió. Escenarios tan castizos como exóticos, mezclan y fabulan pasado, presente y futuro. Y en las manos de Laura Pérez Vernetti conjuran un universo sobrio pero dinámico, melancólico pero vivo. Voluntariamente estrambótico, El designio es la perfecta reunión de dos autores con dos recorridos propios con mucha personalidad que comparten fetiches, temas y tonos así como comparten el gusto por las referencias a la cultura popular y literaria más variada.
Un oscuro manto, de Jaime Martín (Norma Editorial)
Entrelazando ficción histórico-costumbrista y thriller fantástico es el homenaje y ejercicio de memoria histórica que Jaime Martín ha dedicado a las trementinaires, las mujeres del entorno rural del norte de Cataluña que atesoraban conocimientos de botánica y remedios naturales con los que atendían a poblaciones que no podían disponer de un médico con frecuencia. Este peculiar híbrido que en cine se podría mover entre la serie b de terror o la ficción más realista y documental goza de dos interesantes mujeres protagonistas, muy diferentes en origen pero conectadas por la forma en la que las ve la sociedad. Juntas sostienen estos dos extremos tonales que alimentan la intriga de la historia y su avance, así como el retrato de otros tiempos y lugares. En su estética visual, Un oscuro manto también responde a esta interesante dualidad gozando de pasajes de ilustración y empleo de color más naturalista y otros cuya atmósfera y narrativa impulsan el drama, la tensión y una dimensión sobrenatural.
Se está muy sola en el centro de la Tierra, de Zoe Thorogood (Norma Editorial)
Si nos ciñéramos a la síntesis de la obra (esto es, un cómic autobiográfico sobre la vida con una depresión a cuestas y las dificultades para hacerse una carrera en el mundo de los cómics) pudiera desdeñarse este tebeo por ser un camino ya transitado (y con frecuencia) por otros autores. Sin embargo, Se está muy sola en el centro de la Tierra aspira a mucho más y lo consigue de una forma o de otra. Por un lado, porque Zoe Thorogood no solo parte de lo esencial para este tipo de trabajos, esto es, una autoconsciencia notable y una gestión de la misma muy dinámica. También posee un sentido de la comedia y de la ironía poco habituales, especialmente en medio de las crisis y dificultades personales. A eso sumémosle un estilo de dibujo muy personal, de caricatura vibrante y polifacético, y un baúl inacabable de recursos infinitos a la hora de narrar. Un relato íntimo, muy orgánico e ingenioso, difícil de anticipar, que va de dentro hacia fuera y hacia dentro otra vez.
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