Desde el inicio de su carrera, Drake demostró un profundo interés y entusiasmo por explorar los misterios del cosmos. En 1960, llevó a cabo el proyecto Ozma, el primer intento sistemático de detectar señales de vida inteligente más allá de la Tierra. Este hito marcó el comienzo de una trayectoria dedicada a la búsqueda de evidencia de civilizaciones extraterrestres, lo que posteriormente se conocería como el Proyecto SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre).
A lo largo de su prolífica carrera, Drake participó y dirigió numerosos proyectos dedicados a este campo. Sus esfuerzos contribuyeron a consolidar el Proyecto SETI como un área de investigación legítima y reconocida a nivel internacional. Además, su liderazgo fue fundamental para mantener el interés y el apoyo público y gubernamental en esta apasionante búsqueda.
Uno de los mayores legados de Drake fue la ecuación que lleva su nombre, la "Ecuación de Drake", la cual se ha convertido en una herramienta fundamental para estimar el número de civilizaciones tecnológicamente avanzadas que podrían existir en nuestra galaxia. Esta ecuación ha servido como punto de partida para innumerables debates y estudios sobre la probabilidad de la existencia de vida inteligente más allá de la Tierra.
Más allá de su trabajo en el campo de la búsqueda de vida extraterrestre, Drake también realizó importantes contribuciones a la astronomía en general. Participó en proyectos de observación y análisis de fenómenos astronómicos, lo que le permitió ampliar nuestra comprensión del universo y sus procesos.
Además de su labor en el Proyecto SETI, Drake también dejó su impronta en otros proyectos de exploración espacial. Junto al legendario Carl Sagan, diseñó las placas de las sondas Pioneer X y XI, que contenían un mensaje destinado a eventuales civilizaciones extraterrestres. Esta iniciativa, que buscaba establecer un primer contacto con inteligencias ajenas a la Tierra, es un claro reflejo del espíritu visionario y la pasión de Drake por explorar los misterios del universo.
El 2 de septiembre de 2022, a la edad de 92 años, Frank Drake falleció en Aptos, California. Su legado, sin embargo, permanece vivo y continúa inspirando a generaciones de astrónomos, científicos y entusiastas de la exploración espacial. Su visión, dedicación y perseverancia han sido fundamentales para impulsar el avance de la búsqueda de vida extraterrestre y han abierto nuevas fronteras en nuestra comprensión del universo.
Los 20 años de SETI
Aunque a más de un lector el contacto con civilizaciones extraterrestres les parezca un argumento de ciencia ficción, lo cierto es que los astrónomos llevan años intentándolo. A esta práctica se la conoce como SETI, acrónimo en inglés de ‘Search For Extraterrestrial Intelligence (búsqueda de inteligencia extraterrestre), una disciplina en la que se enmarcan los proyectos de contacto con civilizaciones extraterrestres (METI, por sus siglas en inglés), ya sea a través del análisis de señales capturadas en distintos telescopios, o a través del envío de mensajes al espacio.
Habida cuenta del escaso éxito de los programas de búsqueda de vida extraterrestre, es lógico que arrecien numerosos estudios destinados a ‘afinar la búsqueda’. Algunos investigadores apuntan que la clave es ‘enfocar’ hacia el lugar más adecuado. Es el caso de Eammon Kerins, astrónomo del Observatorio Jodrel Bank, de la Universidad de Manchester, que hace unos años propuso un nuevo método basado en la teoría de juegos. Para él, la manera más eficaz para detectar civilizaciones extraterrestres sería maximizar las probabilidades de ‘detectabilidad mutua’. En otras palabras, ‘buscar al que nos esté buscando’, para lo cual deberíamos centrarnos en aquellos planetas en la zona de tránsito de la Tierra (los que pasen en el plano de la elíptica de nuestro planeta y otra estrella), en particular, aquellos planetas rocosos con capacidad para albergar agua, y, por lo tanto, vida.
¿Nos conviene?
Sin embargo, más allá del debate sobre la detectabilidad, hay otra pregunta que quizá no suscita tanto interés entre la comunidad científica. ¿Nos conviene como planeta contactar con civilizaciones más avanzadas que las nuestras? “Es una cuestión que se plantea muy a menudo -concluye Amri Wandel a National Geographic- Creo que el contacto con una civilización extraterrestre podría enseñarnos mucho. Por otra parte, no creo que pueda hacer daño buscar ese contacto, ya que si existen probablemente ya se habrían fijado en nosotros, siempre y cuando no estén demasiado lejos”.
Wandel teoriza que bajo el supuesto de que haya vida inteligente en otros planetas que están más lejos de nuestro sistema solar, posiblemente los extraterrestres que gocen de grandes avances tecnológicos no se sientan atraídos a interactuar con la Tierra al considerar que es un mundo habitado por una raza primitiva. De manera, que el contacto no tendría un propósito provechoso para la civilización más tecnológicamente desarrollada.
Pese a que el planteamiento de Amri Wandel está basada en el hipotético escenario de que la vida extraterrestre existe, existen otras posturas que tratan de explicar la ausencia del contacto humano con razas alienígenas de una manera más radical.
Anteriormente, un grupo de científicos que hacen parte del laboratorio de Propulsión a Chorro de la Nasa de CalTech, desarrollaron un artículo en donde presentan un análisis a la teoría “gran filtro”, la cual establece hubo civilizaciones alienígenas antiguas cuya existencia fue erradicada del cosmos por su propia mano o por otras causas.
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