Los ojos de Nocolai eran más agudos que los míos. Él fue el primero en divisar aquel jinete. Yo sólo había visto una nube de polvo. Pero ahora observaba más detalles. El hombre cabalgaba por el viejo camino del río, espoleando su caballo. Sus ropas flotaban al viento... luego torció hacia nuestro sendero particular y entonces empezamos a seguirle.
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