La pintora española cuenta en esta entrevista detalles de su técnica en la acuarela. Una artista que invoca en su composición diversos elementos. Contemporánea, rompe con lo tradicional, logra un sello propio en formato y temas; con una paleta amplia y enérgica donde cambia con fluidez del negro a los policromos.
Por Abigail Huerta
ahuerta@revistaophelia.com
Fuente: Revista Ophelia
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Fuente: Revista Ophelia
Dueña de una trayectoria copiosa que va desde la ilustración para cuentos infantiles hasta sus exposiciones en destacadas galerías de Europa; espontánea y efusiva, las composiciones de Mar Aragón (Granada, 1971) comprenden espacios iluminados, figura humana y paisaje urbano: “Mi vida siempre ha estado ligada a luz y el carácter alegre de la Costa Granadina”.
De sus cuadros de grandes formatos, -que llegan a los dos metros de alto, como muy poca veces se ha hecho en ésta técnica-, emergen horizontes arbolados o quizás sólo horizontes, hasta lugares con multitudes, calles, tiempos detenidos y poderosos elementos naturales como el agua, que también se evidencian en su obra de forma marcada.
No sólo es novedoso el formato de sus obras: Mar, una pintora activa y en pleno auge profesional, hace uso cabal de lo figurativo y en ocasiones se mimetiza con lo abstracto en una acuarela muy propia; invitándonos a ver desde una óptica dilatada del tiempo, donde los espacios revelados dan una sensación de inmensidad y sus personajes tienen parlamentos de nostalgia y ensueño.
¿Qué es lo más propio e importante que usted quiere compartir con su público a modo de legado artístico para futuras generaciones? –“A esas futuras generaciones les dejo mi vida entera, pero con un lenguaje complejo que tendrán que descifrar”, nos responde.
-De haber nacido en un lugar distinto ¿tendría usted otra paleta de colores?
-Seguramente sí, el artista se forma desde la infancia y tendría otros registros. También hubiese tenido otros Maestros de la acuarela que me hubiesen trasmitido otra gama distinta y otra idiosincrasia. Los veranos de mi infancia en la Mecina Fondales, un pueblo pintoresco de casas blancas en la Alpujarra Granadina, el juego de luces y sombras también queda bien patente. Podemos entender que este conjunto ha marcado mucho mi trayectoria. Pero sobre todo hay dos connotaciones muy importantes en mi pintura, la luz y el color, o ausencia de color, como denominan también al negro, un color que sin duda ha marcado mucho mi obra y mi personalidad.
-¿Cómo y cuándo se inicia su relación con las artes plásticas?
-Siempre he sentido esa necesidad, cuando recuerdo mi infancia no la concibo sin la pintura. Es ya con una edad madura cuando inicio mi relación más directa, llegando a convertirse a día de hoy en lo que es mi profesión. La técnica me eligió a mí, porque llegó a mis manos como llegan a veces las grandes cosas a nuestra vida, de forma casual. Comencé pintando óleo y acrílico en una Academia durante varios años, todo de forma muy metódica y establecida, hasta que vi pintar acuarela a mi profesora, fue un hecho puntual, pero aquello me pareció algo maravilloso, libre. Me compré mi cajita de acuarelas y comencé ésta aventura.
-¿De qué forma Mar elige ver y argumentar a través de la acuarela?
-Con un lenguaje propio, sin artificios, de forma honesta, esa es mi forma de argumentar y expresar mis emociones. La acuarela me permite atrapar lo efímero, el instante del momento, a mí me gusta trabajar los formatos gigantes, aunque técnicamente son más difíciles ya que algunos llegan a alcanzar los dos metros, algo que en acuarela es impensable, porque también se consigue y el efecto es asombroso.
-En sus conocidas correspondencias Van Gogh dice: “Si algo en el fondo de ti te dice: tú no eres pintor es entonces cuando hace falta pintar, viejo, y esta voz también se callará”. Para Mar, ¿qué tiene más peso en el proceso creativo? ¿la inspiración o la disciplina?
-Para mí sin duda tiene más peso la inspiración. La inspiración es lo que mueve al artista, lo hace crear desde la nada y que se enfrente diariamente al papel en blanco. Los acuarelistas a veces pintamos ante la mirada del público, por lo que requiere una inmediatez y una seguridad que lo da la propia técnica y la disciplina, pero sin inspiración carece de alma. La técnica y la disciplina son esa herramienta que hace posible a la inspiración, encontrar la luz, es lo que convierte al pintor en artista, tiene alma, sorprende, conmueve y transmite finalmente. Es algo que se encuentra en la obra y el espectador lo siente al igual que lo siente en la música y en la poesía. Es la magia, un conjunto bien orquestado en el que la inspiración es el director y todo lo demás son los músicos que ejecutan con maestría la melodía, todo tiene que tener armonía y ser único.
-¿Qué forma a un artista además de la disciplina y las horas de trabajo en su taller?
-En mi caso lo forma mi carácter inquieto, esa búsqueda de mi propio lenguaje; la necesidad de transmitir, de intentar conquistarte. Eso me lleva a asumir grandes riesgos y a que el vértigo sea siempre una constante en mi vida. Ese vértigo me lleva a una espiral contradictoria ya que cuando me encuentro arriba, en la cumbre artística y creo dominar ésta técnica a la perfección, es como si no supiese nada, y vuelve la sensación y la necesidad de aprender desde el principio, lo que me hace estar siempre en una continua búsqueda y aprendizaje.
-¿Siente que hay un alcance o significación social diferente entre el oficio de la mujer pintora y el hombre pintor? ¿Habrá diferencias de género en las artes plásticas?
-Pienso que ha cambiado mucho, aunque quedan muchos aspectos por trabajar aún, yo lo noto más a pie de calle y de instituciones locales. La figura de la pintora aún queda un poco mermada frente a la figura del hombre, y ésta siempre siente la obligación de tener que demostrar un poco más. Siempre está más cuestionada y en mi caso concreto los inicios han sido más duros sin duda, que los inicios de cualquier pintor, ya que he encontrado algunos prejuicios y estereotipos. Yo tengo clarísimo que si hubiese nacido hombre hoy tendría otro status artístico.
-¿Por qué?
-Es ya cuando consigues alcanzar cierto prestigio, cuando se te empieza a valorar y a tener en cuenta, ya hay detrás muchísimo trabajo, empezando por las redes sociales. Sin embargo hay ciertos círculos culturales como son galerías de arte, bienales o ferias de arte donde la figura de la mujer o la del hombre destaca sólo por su trabajo, eso unido a que las nuevas generaciones de artistas vienen pegando muy fuerte hace prever que sí existe y existirá mucha igualdad.
–¿Se define usted también como una mujer de negocios? ¿Cómo coexiste lo filosófico de esta noble profesión con la cultura de masas y el comercio?
-Cuando comencé esta aventura, era una ocupación meramente por placer, hoy ha pasado a ser mi vida y como tal la tengo que gestionar yo. Hay muchísimo trabajo detrás de un artista, hay una parte que no es tan idílica ni filosófica, y esa es la parte comercial y económica. Solamente mover las redes sociales ya ocupa un tiempo muy importante en la vida del pintor, pero son necesarias ya que nuestro trabajo es visual e inmediato y éstas nos permiten y nos abre una gran oferta laboral. Yo cuento con la gran suerte de pertenecer a una gran Galería, la de Javier Román en Málaga, que mueve muchísimo mi obra a nivel nacional e internacional y eso para un artista hoy en día es un lujo.
-En relación a su trabajo: usted ha definido en otras entrevistas que la acuarela es una técnica nerviosa, inmediata ¿por qué?
-Es inmediata, te obliga a actuar con firmeza como en la vida misma, no hay marcha atrás y mantiene la emoción desde que comienza hasta el final. El objeto debe estar muy bien planteado y resuelto previamente en la mente antes de comenzar, ya que el proceso va ser toda una aventura.
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Publicado en Revista Ophelia publicado en 9 de octubre de 2018
Entrevista: Abigail Huerta (ahuerta@revistaophelia.com)
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