Las pinturas rupestres representan sobre todo episodios de caza y animales salvajes, por eso nuestra visión es que sus autores fueron hombres, pero un científico de EE.UU. ha concluido que al menos el 75% de las pinturas rupestres es obra de mujeres. Un equipo científico de EE.UU. liderado por el arqueólogo de la Universidad de Pensilvania Dean Snow examinó cientos de pinturas en ocho cuevas de Francia y España y llegó a la conclusión de que la mayoría de las pinturas rupestres fue creada por mujeres.
El interés de Dean Snow sobre este tema surgió hace más de diez años, cuando estudió los trabajos del biólogo británico John Manning. Manning afirmó en su estudio que la longitud relativa de los dedos de los hombres y mujeres se diferencia: ellas tienen el anular y el índice de una longitud parecida, mientras que los hombres presentan mayores diferencias.
Ilustración de Arturo Asensio
Intrigado por el tema, Snow abrió un libro sobre las pinturas rupestres que contenía imágenes de la famosa cueva francesa Pech Merle, 'adornada' con decenas de siluetas de manos, uno de los motivos más antiguos de las pinturas rupestres. "Miré las siluetas de las manos y pensé que si Manning sabe lo qué dice, entonces casi seguramente son manos femeninas", dijo Snow a la revista 'National Geographic'.
El científico investigó cientos de siluetas de manos en ocho cuevas de Francia y España. Pero la mayoría de las imágenes no eran suficientemente claras para ser analizadas. En total la investigación abarcó 32 siluetas, la mitad de ellas de la cueva El Castillo, en Cantabria, y las otras de cuevas francesas como Gargas y Pech Merle, y determinó que 24 de las 32 manos -el 75%- pertenecía a mujeres.
Pudo ser una mujer, seguramente muchas. “Es posible…”, expresa el director del Museo de Altamira, José Antonio Lasheras y añade: “pero también lo contrario”. En cuclillas, bajo la cúpula de roca, con poca luz y escrupuloso mimo, trazaron bisontes y ciervos heridos hasta realizar la pintura rupestre más evolucionada que se conoce: los Policromos de Altamira.
Pero el sesgo de género al contar la prehistoria no solo resalta cuando aprendemos arte. Los divulgadores crearon al “Hombre de las cavernas”, y presentaron a una mujer relegada a funciones que en el S.XX se tildaron de segundo orden: cuidar de las crías y hacer la comida. Y no. Las paleolíticas no se quedaban en la cueva esperando la caza.
Pero las paleolíticas hacían de todo. “Al observar a las comunidades de cazadores-recolectores en el Amazonas, el Chaco, tierras altas de Papúa Nueva Guinea etc. vemos que su aportación a la dieta es más importante que la del hombre, porque es constante. La recolección de frutos y pequeños animales es diaria, mientras que la caza de un gran animal ocurre solo de vez en cuando. Pero, además, en selvas centro africanas y orientales, la caza y pesca son actividad en grupo, con redes y venenos, en las que participan igualmente hombres y mujeres. Así pues no hay razón para pensar que las mujeres del paleolítico no lo hicieran”.
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