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viernes, 19 de enero de 2024

Zora y los hibernautas (3)

 


Un clásico de los '80 escrito y dibujado por Fernando Fernández. Una fantasía futurista que medita sobre el porvenir del género humano con el espectacular colorido que marcó el estilo del autor y de toda una época. Un clásico imprescindible para nostálgicos.


Parte 1 - Parte 2

El trabajo de Fernando Fernández en Zora comenzó en 1979, y viene a ser todo lo contrario al feísmo o la sencillez que se impondría en el tebeo de los noventa. Zora es una obra sensual, pictórica, sumamente ambiciosa en su composición, dotada de un clasicismo formal que alterna las filigranas modernistas. Y lo más importante: realizada por medio de una amplia variedad de técnicas ‒probadas un año antes en otra historieta, Círculos‒, que nos dan una idea clara del oficio de su autor.

En este sentido, la trama de Zora, aunque interesante, no puede competir con el espectacular poderío artístico de las viñetas. En otras palabras, la forma queda por encima del fondo, sin que ello suponga problema alguno para el lector (Dato curioso: en un primer momento, participó en el guión Nicola Cuti, pero al final, fue Fernández quien tomó las riendas).

Ambientado en un futuro distante, el cómic propone una distopía. Alrededor de la Tierra, orbita una luna artificial, Colmena, donde solo viven mujeres. La protagonista, Zora, capitana de una nave que busca vida en el espacio, descubre a unos hombres hibernados. Ello desata una crisis en esa sociedad amazónica. Y es Zora, la salvadora de esos varones, quien va experimentar en mayor medida el cambio: descubriendo el amor, y abriendo paso a un porvenir muy diferente.

Aquí las referencias son numerosas, y van desde Alien hasta El Planeta de los Simios, pero en ningún caso restan originalidad a este cómic lleno de alicientes.

«En Zora ‒escribe el propio Fernando Fernández‒ llevé a cabo una fórmula que había experimentado en las historias cortas. Conseguir que la composición de cada plancha fuese diferente. En un trabajo de 8 o 12 páginas tenía su dificultad, pero hacerlo en una historia larga de 96 planchas era todo un reto. Durante un año y medio, dediqué a veces tanto tiempo a la composición como al resto de la realización, pero, años después he de confesar que me siento satisfecho, que valió la pena. Zora es quizá la única obra en su género que tiene tales características. En Zora también está implícito, desde la primera página, un sentido homenaje a las geniales formas de mi admirado Gaudí. La realización a todo color está compuesta por una extensa gama de técnicas pictóricas y de dibujo, pues en ella se alternan o combinan imágenes pintadas al óleo, acuarela, gouache, acrílicos, rotuladores, anilinas, tinta china, lápiz y sanguina, utilizados con pluma, pincel y aerógrafo». (F)




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