Conquistador nato, brillante estratega, rey divino... no faltan superlativos para designar a quien hizo del pequeño reino de Macedonia el mayor imperio que el mundo haya conocido. Una ambición desproporcionada, marcada por el deseo de unificar el mundo griego y la civilización persa. Pero una aspiración ilusoria, porque como todo hombre excepcional, Alejandro Magno fue admirado... pero también odiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario