Ahí va el capitán Beto por el espacio,
con su nave de fibra hecha en Haedo.
Ayer colectivero,
hoy amo entre los amos del aire.
Qué habría dicho Spinetta al ver cómo la IA interpreta una de sus canciones más emblemáticas. "El anillo del capitán Beto" es un tema lleno de imágenes, ideal para ser ilustrado. "Midjourney" mediante, no hice más que agregar cada estrofa para que la interprete con total libertad. Este es el resultado.
Por Rubén Reveco, editor
De Haedo al Cielo. El anillo del capitán Beto -historia escrita por Luis Alberto Spinetta hace 40 años- es algo más que un peculiar relato de ciencia ficción. Rodeado de una atmósfera de nostalgia y cotidianidad, este clásico de la música popular argentina es una bella y triste canción.
Cadenciosa con acordes de tango que recuerda más la calidez del hogar perdido y lejano que, precisamente, una obra de ciencia ficción con sus ingredientes característicos.
Beto -de colectivero a amo entre los amos del aire- viaja recordando lo que dejó atrás y que en su trayecto hacia el “lugar que todos llaman Cielo”, no ha podido reencontrar.
En esta obra de arte la soledad de un viajero se describe de un modo tierno y patético a la vez. Está protegido de los peligros por su “extraño anillo”, pero nada lo protege de la tristeza.
El capitán Beto es un antihéroe. Un día abandona la calidez de su barrio porteño, de su hogar y de su “vieja” para ir tras una utopía: el Cielo. Y se ve enfrentado a la problemática de los futuros viajeros: la soledad en los viajes estelares y la sensación de no volver a ver a los seres queridos.
El de Beto, sin embargo, es el viaje maravilloso de una persona en eterna contradicción. El “amo de los aires” es un soñador que viaja a recorrer el mundo con su mochila y sin instrumentos de ninguna clase. A conocer el mundo de verdad, no el de ciudades cercanas, ni el de países exóticos. Beto recorre estrellas, galaxias, universos lejanos. Hasta llegar; en lo posible, al Cielo, meta que desde luego nunca alcanzará. Después de 15 años ya no puede más y quiere volver a su barrio, pero ya es tarde.
Hasta el momento ninguna obra de ciencia ficción (y se han escrito muchas) ha descrito de esta forma al hombre enfrentado a su destino. Y como lo dice el propio protagonista “si esto sigue así como así, ni una triste sombra quedará”.
En esta obra de arte la soledad de un viajero se describe de un modo tierno y patético a la vez. Está protegido de los peligros por su “extraño anillo”, pero nada lo protege de la tristeza.
El capitán Beto es un antihéroe. Un día abandona la calidez de su barrio porteño, de su hogar y de su “vieja” para ir tras una utopía: el Cielo. Y se ve enfrentado a la problemática de los futuros viajeros: la soledad en los viajes estelares y la sensación de no volver a ver a los seres queridos.
El de Beto, sin embargo, es el viaje maravilloso de una persona en eterna contradicción. El “amo de los aires” es un soñador que viaja a recorrer el mundo con su mochila y sin instrumentos de ninguna clase. A conocer el mundo de verdad, no el de ciudades cercanas, ni el de países exóticos. Beto recorre estrellas, galaxias, universos lejanos. Hasta llegar; en lo posible, al Cielo, meta que desde luego nunca alcanzará. Después de 15 años ya no puede más y quiere volver a su barrio, pero ya es tarde.
Hasta el momento ninguna obra de ciencia ficción (y se han escrito muchas) ha descrito de esta forma al hombre enfrentado a su destino. Y como lo dice el propio protagonista “si esto sigue así como así, ni una triste sombra quedará”.
Ya lleva quince años en su periplo;
su equipo es tan precario como su destino.
Sin embargo un anillo extraño
ahuyenta sus peligros en el cosmos.
Ahí va el capitán Beto por el espacio,
la foto de Carlitos sobre el comando
y un banderín de River Plate
y la triste estampita de un santo.
¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo?
Si nadie viene hasta aquí
a cebarme unos amargos como en mi viejo umbral
¿Por qué habré venido hasta aquí, si no puedo más de soledad?
Ya no puedo más de soledad.
Su anillo lo inmuniza contra el peligro,
pero no lo protege de la tristeza.
Surcando la galaxia del Hombre,
ahí va el capitán Beto, el errante.
¿Dónde están, dónde están
los camiones de basura, mi vieja y el café?
Si esto sigue así como así, ni una triste sombra quedará,
ni una triste sombra quedará.
Ahí va el capitán Beto por el espacio,
regando los malvones de su cabina.
Sin brújula y sin radio,
jamás podrá volver a la Tierra.
Tardaron muchos años hasta encontrarlo.
El anillo de Beto llevaba inscripto signos del alma.
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