Su director, Héctor Germán Oesterheld, había fundado la editorial junto a su hermano, ingeniero agrónomo, y dio su marca personal a esta módica empresa familiar convirtiéndose en guionista de casi todas las historietas. Los dibujos estuvieron a cargo de diferentes artistas -Hugo Pratt, Francisco Solano López y Alberto Breccia, por mencionar solo a unos pocos-, quienes integraron sus propuestas visuales con esos textos en una combinatoria que explica por sí misma tanto el éxito de circulación del Suplemento semanal como su importancia, a largo plazo, para la narrativa dibujada de finales de la década del cincuenta.
Presentadas como historietas para jóvenes y adultos (“historietas para mayores de 14 años”, anunció durante largos meses la publicación), sus tiras articulaban textos precisos, bien dosificados y en una lengua cercana a la de sus lectores, y dibujos de extraordinaria calidad. Con tramas inspiradas en episodios históricos, policiales, de corte fantástico y de ciencia ficción, o folclórico-nativistas, esos relatos resultaban, ante todo, aventuras visuales y verbales atrapantes. Muchos de esos títulos memorables salían, alternativamente, en varias revistas de la editorial, y algunos tuvieron versiones o reediciones posteriores; entre ellos: Ernie Pike (con guión de Oesterheld y dibujos de Pratt), Sherlock Time (con guión de Oesterheld y dibujos de Breccia), Randall The Killer (con guión de Oesterheld y dibujos de Arturo Pérez del Castillo) y Nahuel Barros (con guión de Oesterheld y dibujos de Carlos Roume). Pero, sin dudas, el más extraordinario de todos fue El Eternauta, con dibujos de Francisco Solano López, que se publicó en el primer número y acompañó al Suplemento Semanal Hora Cero casi hasta su cierre. En homenaje al impacto creativo de este pequeño suplemento, en el aniversario de la salida de su primer número se celebra en Argentina el “Día de la historieta”.
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