El 24 de diciembre de 1752, se experimenta por primera vez en España el alumbrado público de las calles con luces de aceite.
España es la campeona de Europa en gasto de alumbrado público, una cifra muy superior a la de Alemania, que nos duplica en población, e igual a la de Italia, que tiene 20 millones más de habitantes. Como consecuencia, es también uno de los países más afectados por la contaminación lumínica que, aunque no está entre las preocupaciones más destacadas de la ciudadanía, es sumamente importante dado que puede generar graves problemas de salud, como alteraciones en el sueño, además de un daño irreversible en la fauna del entorno. (Seguir leyendo)
Comienzo y auge
Tras el control del fuego por parte de los humanos uno de sus usos fue la iluminación. Así pudo usarse mediante antorchas para iluminar algunos lugares. Como este sistema era engorroso y poco duradero fueron apareciendo luminarias con diferentes aceites y mechas que permitían iluminar durante más tiempo y de forma más cómoda. Han sido encontradas lámparas de terracota en las planicies de Mesopotamia datadas entre el 7000 y el 8000 a. C. y otras de cobre y bronce en Egipto y Persia cercanas al 2700 a. C.
Las primeras ordenanzas sobre alumbrado público que se conocen datan del siglo XVI. En Francia, venían obligados los vecinos (1524) a colgar una luz en la puerta de sus casas y hasta 1558 no se colocaron faroles en las esquinas de las calles. En 1662, el abate Laudati Carraffe organizó un cuerpo de vigilancia nocturna encargado de encenderlos y apagarlos. En 1667, el teniente de policía Le Reynie reformó y fijó el alumbrado público. Uno de sus sucesores, Sartines, introdujo el empleo de reflectores o reverberos y en 1818 fue adoptado el gas, extendiéndose en general después a todas las ciudades importantes del mundo.
La primera utilización del alumbrado de gas para la iluminación pública fue en 1807, cuando Frederick Albert Winsor iluminó uno de los lados de la calle Pall Mall de Londres, tras mejorar el sistema que años antes había investigado el francés Philippe Lebon.
Las primeras farolas de gas requerían que un farolero recorriese las calles al atardecer para ir encendiéndolas manualmente, pero años después se empezaron a emplear dispositivos de encendido automático que prendían la llama al activarse el paso de gas. Las primeras farolas fueron fabricadas por los árabes.
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