La palabra "cementerio", que se deriva del griego antiguo, significa "lugar para dormir". Así que esas inscripciones en las lápidas de los cementerios que dicen "Descanso eterno" o "Descansa en paz" tienen mucho sentido.
El arte de la muerte, escultura funeraria o arte cementerial no es muy popular por razones obvias. Sin embargo, eso no impide que muchos cementerios del mundo posean grandes obras de arte. En esta oportunidad nos dedicaremos a la escultura.
El arte de la escultura siempre estuvo muy presente en los antiguos cementerios cristianos, representando el dolor y sufrimiento de los que quedaban vivos. Muchos conjuntos escultóricos han sufrido las inclemencias de la intemperie o el olvido de los familiares, aun así son obras verdaderamente bellas. Tanto que ya dan ganas de ir contratando los servicios de un escultor.
Hasta el siglo XIX, era normal enterrar a la gente que moría en las ciudades en el patio de las iglesias. Cuando el crecimiento de las ciudades industriales europeas se disparó, demasiados cuerpos comenzaron a ser apiñados en unos patios que ya estaban repletos. Esto contaminó fuentes de agua y dio pie a epidemias de cólera que arrasaron las ciudades.
A los cementerios católicos se les llama también camposantos, dado que en Pisa, cuando ateniéndose a medidas de higiene la autoridad ordenó cerrar el cementerio, que había sido construido en el siglo XIII dentro de la ciudad, el terreno fue cubierto con una gran capa de tierra, que las galeras pisanas habían traído de los lugares santos de Jerusalén.
La palabra panteón se utiliza como sinónimo de cementerio en algunas regiones de América, como México y Andalucía en España.
La forma y el lugar de enterramiento ha variado a lo largo de la historia como un elemento más, inherente a cada cultura, tradición o época histórica. Los cementerios reflejan de un modo u otro su mundo, su sociedad, de ahí su importancia e interés para el historiador.
Estos lugares sagrados, que han llegado hasta nosotros, no sirven tan solo para el estudio de la muerte sino también para el de la vida, ya que suponen la expresión de un momento histórico, como ejemplo las pirámides de Egipto, las catacumbas, los sarcófagos, las capillas funerarias o los cementerios contemporáneos, huellas del paso hacia la muerte pero, eso sí, producto de muy diferentes creencias o intenciones.
En la cultura clásica (griega y romana) la vida y la muerte tenían espacios claramente diferenciados. Las necrópolis se situaban fuera de las ciudades pero no lejos, en lugares de paso , a lo largo de las carreteras evitando el olvido de los antepasados y propiciando, a la vez, la seguridad de estos espacios sagrados . Ésta cierta lejanía evitaba el riesgo de contagio de enfermedades que podían emanar de estos lugares infectos.
Este panorama se vio alterado con el cambio de mentalidad y de creencias. Con la llegada del cristianismo surgía la necesidad de inhumación cerca de lugares sagrados o personajes santos. Así surgen las catacumbas, cavidades subterráneas en las cuales los cristianos perseguidos se hacían enterrar lejos de las necrópolis paganas.
En el cementerio de Ávila (España) se encuentra una singular lápida que con solo una figura ya lo dice todo. No obstante, el epitafio reza lo siguiente: “A hombros o en un carrito / lleno de flores llegamos. / Con cínicas alabanzas nos despiden / pero ya no nos importa / porque no escuchamos. / Más os decimos con esperanza / que al final de este viaje / os esperamos”.
"La adormecida" está considerada como parte esencial de una de las tumbas más hermosas del mundo. Esta es una lápida mandada a hacer por la esposa de Laurence Matheson para demostrarle su amor luego de su muerte. La escultura fue creada usando mármol por el artista australiano Peter Shipperheyn y se encuentra en el cementerio Mt. Macedon en Victoria, Australia.
La historia de Rufina, quien fue enterrada viva, es una de las leyendas más simbólicas y representante del histórico Cementerio de Recoleta, de Buenos Aires.
Aunque ahora sea toda una atracción visitar la tumba de Rudoldf Nuréyev, su entierro ocurrió con las mayores restricciones por parte de la policía. Más de un millar de personas, entre fans y bailarines llegados de todo el mundo, tal y como se relata en esta noticia de El País del 13 de Enero de 1993, querían despedirse del artista sin saber que allí encontrarían la obra de otro gran artista que, ésta sí, será eterna para albergar a la leyenda del ballet: Rudolf Nuréyev.
Te felicito por la entrada y por todo el blog. En mi (lejana) época de estudiante, el arte funerario, con sólo nombrarlo, ya daba un cierto yu-yu. Te invito a buscar otro tipo de arte para complementar, como el de la tumba de Rudolf Nureyev. Saludos.
ResponderEliminarGracias por el aporte. Ahí la incluí. No la conocía.
EliminarEstán previsibles estatuas de ángeles, aunque con arte. Algunas obras de arte que expresan melancolía.
ResponderEliminarY lo que me llamó la atención, las esculturas muy sugestivas, con cierto erotismo, como La adormecida.
Saludos.
Yo también te felicito por tu Blog. Me parece genial. Muchas gracias.
ResponderEliminarRaúl
Muchas gracias
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