Druuna
Los hombres han venerado a los dioses y diosas a lo largo de la historia. Los italianos, quienes tomaron gran parte de su inspiración de los griegos, crearon a Druuna. Esta figura, conocida como la venus del siglo XX, representa la diosa del amor y del sexo. Sus proporciones siguen el canon establecido por la sociedad y se adaptan a los estándares de belleza actuales. Aunque su físico no sería adecuado para desfilar en una pasarela, eso es lo de menos. La admiramos tal como es: con curvas generosas y un aura de peligro que nos cautiva.
Por Rubén Reveco - Editor
Contiene:
Druuna 01-08 - Los orígenes
Artbooks - Druuna 1-6 Inglés. PDF
Druuna (norma 1991) - Druuna X
En Francés - En Inglés
Instrucciones Videojuego Druuna Morbus Gravis
En Italiano - En Neerlandés
Paolo Eleuteri Serpieri
En Portugués - Tarot
Los orígenes PDF - Les Origines (Francés)
Druuna 01-08 - Los orígenes
Artbooks - Druuna 1-6 Inglés. PDF
Druuna (norma 1991) - Druuna X
En Francés - En Inglés
Instrucciones Videojuego Druuna Morbus Gravis
En Italiano - En Neerlandés
Paolo Eleuteri Serpieri
En Portugués - Tarot
Los orígenes PDF - Les Origines (Francés)
Sin embargo, Druuna (más cuerpo que alma) es tan inalcanzable como las diosas del Olimpo griego. Existen mortales así, tan hermosas e igual de voluptuosas, pero con esta chica pasa algo diferente... desde 1985 se ha convertido para los fanáticos del comic en un fetiche ideal de mujer.
Druuna es el personaje de un popular cómic erótico con un ambiente de ciencia ficción creado por el dibujante italiano Paolo Eleuteri Serpieri. Fue publicado inicialmente en Italia por la casa editorial Alessandro, en Francia por la revista Métal Hurlant y en EE.UU. por la revista Heavy metal. En España algunas partes aparecieron en la revista Zona 84. Druuna es el protagonista principal de los ocho volúmenes de la serie Morbus Gravis publicados entre 1985 y 2003: Morbus Gravis, Morbus Gravis 2: Druuna, Criatura, Carnivora, Mandragora, Aphrodisia, The Forgotten Planet (El Planeta Olvidado) y Clone.
El personaje de Druuna ha sido objeto de controversia desde su creación por el artista italiano Paolo Eleuteri Serpieri. Aunque ha sido criticado por su guion, la belleza y sensualidad de su creación no pueden ser negadas. Con su larga melena negra, piel bronceada y curvas voluptuosas, Druuna encarna el ideal de belleza femenina que despierta la testosterona masculina.
A menudo, Druuna es retratada como un objeto sexual, dispuesta a participar en todo tipo de relaciones. Sus aventuras se desarrollan en un futuro post-apocalíptico, donde la trama sirve como vehículo para escenas de pornografía. Es evidente que el personaje de Druuna ha sido diseñado para satisfacer las fantasías eróticas de los espectadores, convirtiéndose en un objeto de deseo que despierta morbosidad en aquellos que la observan.
A pesar de las críticas hacia su guion, la creación de Druuna es sorprendentemente hermosa y cautivadora. Su atractivo físico y su papel como objeto erótico la convierten en un personaje que despierta pasiones y deseos en quienes la observan. Aunque solo la miramos, muchos darían todo por tenerla en sus brazos.
Desde 1985
A lo largo de los años que van desde la publicación del primer volumen de las aventuras de Druuna (Morbus Gravis, 1985) hasta el octavo y más reciente (Clone, 2003) el guión de la historia ha ido evolucionando a través de varias etapas diferenciadas y numerosos saltos temporales en la trama, con algunas inconsistencias en la misma.
En los primeros títulos de la serie (Morbus Gravis y Morbus Gravis 2), el contexto en el que se desarrolla la acción es un espacio llamado La Ciudad, descrito como un entorno urbano futurista pero degradado, hostil y decadente, en el que convive hacinada la especie humana, controlada por una oligarquía religiosa que basa su statu quo en el conocimiento de La Verdad. En esta sociedad, los libros están prohibidos y el poder es ejercido de forma despótica por una burocracia corrupta y militarizada.
Druuna, la super chica del italiano Eleuteri Serpieri. Serpieri ha diseñado a Druuna para ser sorprendentemente hermosa, de ascendencia mediterránea, con un largo pelo negro, piel bronceada y un cuerpo que se ha tornado más voluptuoso en el transcurso de las historias. En la mayoría de los casos, el papel de Druuna es el de un objeto sexual dispuesta a mantener relaciones sexuales de todo tipo con poca o ninguna queja, aunque más de una vez ha sido violada. La mayor parte de las aventuras de Druuna giran en torno a un futuro post-apocalíptico, y la trama es a menudo un vehículo de variadas escenas de pornografía.
Hasta el momento se han publicado ocho volúmenes de Morbus Gravis: Morbus Gravis, Morbus Gravis 2: Druuna, Creatura, Carnivora, Mandragora, Aphrodisia, The Forgotten Planet y Clone.
La serie se destaca por ofrecer un contenido muy realista en términos de violencia y sexo en el mundo de los cómics. "Creatura", de hecho, se caracteriza casi totalmente por presentar una penetración sexual explícita y sin censura al igual que en los tres libros posteriores, pero la serie retorna a lo no explícito en las escenas de Forgotten Planet (El Planeta Olvido).
Druuna, la hipersexualización de la ciencia ficción
Por Álvaro González
La revista Heavy Metal en Estados Unidos empezó a censurar las escenas de sexo explícito de forma más o menos sutil desde que le secuestraron un número con historias de Druuna. El personaje de Paolo Eleuteri Serpieri, publicado en España en Zona 84, tenía una extensa saga de ciencia ficción distópica en el que ella lo resolvía todo con el sexo. Como moneda de cambio, o dejándose violar. Historias oníricas y psicodélicas, con fuerte carga sexual, que fueron un éxito comercial absoluto.
En 1991 Norma publicó los ocho tomos de Druuna. Un personaje que había aparecido en España en la revista Zona 84 en 1986. Su autor era el italiano Eleuteri Serpieri y, posiblemente, estas páginas sean uno de los clásicos más importantes de toda la ciencia ficción que se publicó en cómics en los 80, que fue mucha. En Francia la serie la sacó la cabecera Metal Hurlant y en Estados Unidos, la revista Heavy Metal.
El dibujo de Serpieri nada tenía que envidiar a los maestros Juan Giménez, Enki Bilal o Moebius que fueron los padres de cientos de universos, miles de láminas, de lugares en los que evadirse con la imaginación. Sin embargo, había un hecho que no se puede eludir por mucho romanticismo y nostalgia que despierte su estilo: los guiones solían no ir a ninguna parte.
El Serpieri los argumentos, desgraciadamente, estaban cortados por el mismo patrón, pero había algo más. Donde los demás competían con sesudas abstracciones y ocurrencias psicodélicas, él añadió el sexo. Su historia tenía ingredientes del mito de Alien, cuyas películas se habían estrenado justo cuando su autor andaba pergeñando su paso de los cómics del oeste americano a los de la ciencia ficción.
Alien era naves abandonadas, alienígenas espantosos y una protagonista femenina. Una mujer, Ripley, dura, pero que resultaba muy sexy por momentos, como en la famosa última escena en ropa interior de la película El octavo pasajero. Aquí todo era, como suele ocurrir en las viñetas de la época, más. La nave era más grande, los monstruos fruto de una enfermedad vomitiva, aún más letales, y la protagonista también resultaba sexy, pero hasta extremos propios del Marqués de Sade.
En 1988, de hecho, ejemplares de la revista Heavy Metal fueron incautados en la frontera canadiense, en el inicio de la era neopuritana en el país norteamericano, y los editores se vieron obligados a escribir un editorial admitiendo que habían publicado "sexo con violencia" y, en lo sucesivo, empezaron a censurarse las escenas explícitas en sus páginas.
Las formas de la protagonista, según explicó el propio Serpieri estaban inspiradas en Valérie Kaprisky, protagonista de la película La Femme publique de Andrej Zulawski en 1984. Si bien en su rostro el parecido es apreciable, luego en el cuerpo el dibujante le puso unos cuantos kilos y curvas demás, exactamente igual que las modelos de las películas X de la época. En otras ocasiones, dijo que antes de ir al cine a ver esa película, ya estaba dándole vueltas a la idea porque esa mañana vio a una bella mujer desnuda salir del agua en Ostia, la playa a 20 kilómetros de Roma.
Sea como fuere, la protagonista tenía una vis pornográfica. Su pareja había contraído una enfermedad espantosa que le había convertido en un peligroso ser viscoso. Solo podía recuperar su forma humana si se inyectaba un suero. Para hacerse con provisiones, Druuna tenía que prostituirse. Hasta ahí, bien. Cierta crudeza. Sin embargo, Serpieri no se quedaba solo en eso y de alguna manera sugería que a la mujer le encantaba que la violasen. Acababa disfrutando, sobre todo si había maltrato. Era sadomasoquismo.
El pretexto era que para Druuna, como ella misma decía, era mejor ser violada que sufrir otros tormentos que estaban a la orden del día en la nave en la que está encerrada con enfermos, mutantes y sádicos guardianes. Tanto es así, que Serpieri encontraba un momento para que su protagonista se lo explicase tal cual a otra mujer que era violada por primera vez después de que asesinasen a su padre.
Lo perturbador en este caso es que el autor dijo en una entrevista "es una mujer de hoy. Es el tipo de mujer que realmente me gusta: un poco sincera, un poco ingenua en lo que respecta al amor. Druuna conoce perfectamente su cuerpo y sabe que puede contar con su belleza". La prueba del algodón actual con estas cuestiones tendría serios problemas para pasarla.
La premisa inicial, pese a la alta presencia de sexo, tenía un pase dentro de una historia de ciencia ficción. El arranque de Morbus Gravis, primer y mejor libro de la saga, no podía ser más prometedor. Era una búsqueda en la que sorteando obstáculos de todo tipo la protagonista iba descubriendo dónde estaba, qué era el mundo que habitaba. Sin embargo, el argumento pronto empezaba a caer en todo lo que hizo que la ciencia ficción de los cómics ochenteros acabase siendo tan tediosa como odiosa.
Todo valía. Si El Incal es una sucesión de ocurrencias a cada cual de mayor envergadura y pretenciosidad, en Druuna las trampas argumentales pasaban siempre por sueños y realidades paralelas. La protagonista iba cayendo en situaciones complicadas en las que, primero, podía resultar que no eran reales; dos, acababa siendo violada de maneras fantasiosas y de porno duro y, tercero, lograba escapar con giros completamente gratuitos. Los textos que teorizaban los porqués, eran pastiches farragosos completamente absurdos.
Nada de eso fue óbice para que en su día vendiera como churros y fuese un éxito histórico. Del mismo modo, tampoco impide que hoy merezca una lectura. Si hay que buscarle puntos destacables a esta obra el primero y evidente es el dibujo. Es absolutamente brillante en todas las facetas. La voluptuosidad de Druuna cumple perfectamente con su cometido, excitar al lector o lectora que les gusten las mujeres de esas características físicas, y el realismo conferido a mundos tan fantasiosos y delirantes solo pueden definir la lectura como viaje a través de una obra de arte.
Desde una mentalidad pop ortodoxa, hay que acabar valorando de alguna manera el horror vacui de Serpieri. Aparte del sexo y la pornografía, había temática de inspiración zombi con tanto deformado y mutante. Había una parte metafísica que, aunque era absolutamente incomprensible e incoherente, sumada a los constantes recursos oníricos casi derivaba en humor. Con el paso de los años estas cosas hacen gracia. Incluso hoy podemos leer con más complacencia los pasajes en los que Druuna se adentraba en mundos virtuales. Ahora con el 5G y la proliferación de gafas y espacios de realidad que vamos a tener en los próximos diez años llegaremos a leerlos como algo contemporáneo.
No obstante, la sentencia merece dureza: tanto talento, tantas buenas ideas, una imaginación tan desbordante, todo se echa a perder por un guión que desprecia sus rudimentos más elementales, tal y como le ocurría también a los popes antes citados. La paradoja es que son cómics que se pueden leer mejor como grandes videojuegos de aventura. Imágenes fascinantes, pero vacías. No en vano, Druuna acabó siendo un vídeojuego. Aunque ahí las críticas y el recibimiento no tuvieron tantas contemplaciones. Los gamers se quejaron de que el principal atractivo del juego eran los gráficos, pero lo demás era, como se dijo en Meristation, "un engendro que nunca debería haber salido a la venta".
Los hombres amamos a los dioses y a las diosas. Los italianos que les copiaron casi todo a los griegos inventaron a Druuna. Es la venus creada en el siglo XX, es la diosa del amor y del sexo. Sus líneas obedecen al cánon que exige el “pópulo” y más de acuerdo a las democracias modernas. Claro que con esa figura nunca podría estar en una pasarela modelando ropa, pero eso no nos importa. La amamos así: generosa en sus líneas y en cada curva un peligro por sortear.
Druuna es mucho más que un personaje erótico o pornográfico. Es una obra de arte que despierta emociones y deseos en aquellos que tienen la oportunidad de disfrutar de su presencia en las páginas de los cómics. Aunque pueda ser criticada por algunos, su impacto en el mundo del arte y la fantasía erótica es innegable.
Ventajas de que no esté lo políticamente correcto fastidiando tanto, como suele suceder en la actualidad.
ResponderEliminarDruuna es una mezcla de heroína y damisela en peligro, frecuentemente atrapada, escapando para seguir teniendo aventuras. Y un método de escape es no pretender escapar, por lo que recuerdo.
Y no sólo el dibujo es magistral, sino que hay un complejo e interesante guión.
Druuna, Druuna, Druuna... ¿Cuántos desvaríos has provocado en todos estos años de existencia? Te miran, desean, te espían, te recrean pero nunca te podrán tener.
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