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lunes, 26 de diciembre de 2022

El sabio que vivía en un tonel y la representación de su vida en el arte

 

Se cuenta que hallándose Diógenes reposando junto a su tonel, le visitó Alejandro Magno, atraído por su fama, y le preguntó qué era lo que más desearía en aquel momento, a lo que el filósofo contestó que lo que más deseaba era que Alejandro se apartase para que su sombra no le impidiera gozar del sol.
Diógenes de Sínope (414-323 a. de C.), conocido como El Cínico, despreciaba a los ricos y criticaba sin piedad todo cuanto significase lujo y ostentación, tal vez por haber vivido la deshonra de tener que abandonar su ciudad natal al ser expulsado su padre, Jefe de la Moneda, precisamente por falsificación de monedas.

Despreciando todo signo de riqueza, caminaba descalzo, vistiendo exiguos trajes, aun en época invernal, y alimentándose con comidas extremadamente frugales y sencillas. Reposaba de día en los pórticos y de noche en un tonel. A este hombre, sin duda excepcional, se atribuyen numerosas anécdotas legendarias, pero reveladoras de su carácter y de su gran fama en el mundo antiguo. Diógenes suele ser representado sosteniendo en una mano la lámpara encendida con que, según la leyenda, buscaba en pleno día por las calles de Atenas un hombre merecedor del apelativo de honrado. Por otro lado, desdeñoso como era Diógenes de toda teoría, demostró a Xenón El Escéptico que existía el movimiento, levantándose y comenzando a caminar. En otra ocasión, habiendo oído que Platón definía al hombre como un animal bípedo sin plumas, arrojó entre su auditorio un gallo desplumado, diciendo: "he ahí el hombre de Platón". 
Se cuenta que hallándose Diógenes reposando junto a su tonel, le visitó Alejandro Magno, atraído por su fama, y le preguntó qué era lo que más desearía en aquel momento, a lo que el filósofo contestó que lo que más deseaba era que Alejandro se apartase para que su sombra no le impidiera gozar del sol. Un día, viendo a un niño bebiendo de una fuente con el hueco de la mano, dijo "este niño me hace ver que conservo todavía algo superfluo" y rompió el cuenco en que solía beber.













El Chavo como Diógenes.






Jules Bastien-Lepage


Frases de Diógenes

  1. ¿De qué sirve un filósofo que no hiere los sentimientos de nadie?
  2. Es preferible consolarse que ahorcarse
  3. Otros perros solo muerden a sus enemigos, mientras que yo también muerdo a mis amigos con el fin de salvarlos
  4. Un pensamiento original vale mil citas insignificantes
  5. Los grandes son como el fuego, al que conviene no acercarse mucho ni alejarse de él
  6. No os preguntéis cómo sobreviviré sin mi esclavo, preguntad a mi esclavo cómo sobrevivirá sin mí
  7. ¿Por qué no castigar al maestro cuando el alumno se comporta mal?
  8. Ojalá que todos los árboles trajesen este fruto
  9. Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro
  10. Si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador
  11. El fundamento de cada estado es la educación de sus jóvenes
  12. La sabiduría sirve de freno a la juventud, de consuelo a los viejos, de riqueza a los pobres y de adorno a los ricos
  13. Gente mucha, personas pocas
  14. Las mordeduras más peligrosas son las del calumniador entre los salvajes y las del adulador entre los animales domésticos
  15. El único medio para que el hombre conserve su libertad es estar siempre dispuesto a morir por ella
  16. El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe
  17. El único bien es el conocimiento, y el único mal la ignorancia
  18. Cuando estoy entre locos, me hago el loco
  19. Probablemente los asnos se rían de ti, pero no te importa. Así, a mí no me importa que los demás se rían de mí.

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