El reconocido pintor mexicano se refirió a su arte, y a las musas que representa, en una entrevista exclusiva con Cultura Los Andes. “Lo que pinto es el tipo de belleza que me gusta, pero sobre todo es el estereotipo de belleza que les gusta a las mujeres de nuestra época”, sostiene el artista.
Por Camila Reveco - Diario Los Andes. Mendoza, Argentina.
El arte figurativo del siglo XXI hereda la poderosa impronta de la tradición y la de los grandes maestros, lo que implica un verdadero desafío para los artistas contemporáneos que pretendan seguir reivindicando este estilo.
El pintor mexicano Juan Medina (1950) se siente atraído por el neoclacisismo del siglo XIX -viendo su trabajo se observa que admira a clásicos como Jean-Auguste-Dominique Ingres- y sale airoso del desafío.
Este en un artista que recrea un universo -a veces imaginario, a veces gótico- pero siempre atravesado por los desafíos del dibujo y el oficio del buen artesano y del buen pintor; representando siempre a mujeres hermosas.
-¿Se lo ha criticado por representar a los estereotipos de belleza?
-Claro que sí pero rara vez fueron críticas hechas por mujeres quienes, como dicen los franceses estuvieran bien dentro de su piel.
-Claro que sí pero rara vez fueron críticas hechas por mujeres quienes, como dicen los franceses estuvieran bien dentro de su piel.
-¿Dentro de qué estilo encuadra su obra?
-No me agrada la idea de “encuadrar” mi obra en un estilo determinado. Creo que si se busca una palabra sería “obra figurativa”. Algunas personas consideran mi trabajo como surrealista, hiperrealista o realista. Tal vez es un poco de todo esto, pero sin la intención de serlo.
-Estudió en México, Estados Unidos y Francia. ¿Qué rescata de la educación artística recibida?
-Mi formación es básicamente autodidacta; visitando museos y leyendo muchos libros. He coleccionado más de mil libros -solo de arte- en los últimos años. También he tomado cursos en todas las escuelas donde he tenido oportunidad: la escuela del Louvre y la de Bellas Artes en Paris, el Art Students League en Nueva York y muchos otros. Mi búsqueda ha sido principalmente de conocimientos de técnicas tanto antiguas como actuales.
Creo que saber “el oficio” es lo más importante en esta actividad. Es el lenguaje con el que después se dice -o no- una historia.
-¿Cuál le parece que es la situación del realismo en México?
-En las escuelas de arte en México se enseña principalmente arte contemporáneo, lo cual hace que muchos artistas jóvenes se inclinen por él. Los cursos de dibujo y técnica están poco presentes. En Estados Unidos hay un resurgimiento del realismo con una gran cantidad de artistas que apuestan a esta idea, además de muchas escuelas donde se puede aprender técnica
-¿Cree que forma parte de una nueva camada de pintores que siguen apostando por el oficio y al trabajo casi artesanal?
-Tengo poco tiempo de haber regresado a México y no formo parte de ningún grupo. Mi trabajo es más bien independiente; pero sí, siempre he apostado al oficio y al trabajo. Yo creo que una obra necesita tiempo para construirse. Un pintor debería poner en su obra aquello que está en su mente.
Si guía su mano por las ideas de un grupo o la opinión de la crítica, estaría solamente siguiendo una corriente o copiando las ideas de otros sin expresar la suya propia.
-¿Qué opina de los eventos de arte contemporáneo como Zona Maco de su país?
-Hasta donde sé, es una exposición organizada por galerías que se dedican a la promoción del arte contemporáneo. Es un evento entre social y cultural, con poca o ninguna cabida para la pintura realista o figurativa, que es lo que a mí me interesa.
-¿Comparte las opiniones en general de su compatriota, la crítica de arte Avelina Lésper?
-No conozco a fondo su trabajo pero creo que es una de las pocas personas que se han atrevido a decir que mucho del arte contemporáneo es un fraude. Estoy de acuerdo con ella, al menos es una opinión diferente y valiente. Sería interesante un debate entre Avelina Lésper y Teresa del Conde.
-¿Quiénes son sus mujeres, qué momento representan y qué nos quieren transmitir?
-Las mujeres de mis cuadros son modelos profesionales. Seres humanos complejos a quienes la cultura ha restringido enormemente. Mujeres intemporales con historia, sueños, retos, con la esperanza; y muchas veces el miedo, de ser libres. No me considero un pintor de desnudos. En todo caso, citando a la Sra. Lésper, “…la piel como soporte de la narrativa de la existencia”.
Mi obra no tiene un claro deseo de transmitir o expresar algo como mensaje. Cuando el cuadro está terminado, es casi siempre el espectador quien construye una historia de la obra; que por supuesto es su propia historia. Son las emociones del espectador las que están más en el juego.
-Sus modelos son jóvenes, delgadas, de pelo largo y castaño ¿es el estereotipo de belleza femenina que a usted le gusta? ¿Ha recibido críticas por representar sólo mujeres hermosas?
-El gusto por la belleza es algo que hemos aprendido y los estereotipos han cambiado a lo largo de la historia. Trato de pintar a la mujer como elemento de la especie humana en nuestro tiempo. Sí, es el tipo de belleza que me gusta, pero sobre todo, es el estereotipo de belleza que le gusta a las mujeres de nuestra época.
Me gustan las mujeres que se gustan a sí mismas, que son como ellas quieren ser y no como las demás mujeres piensan que son. Claro que he recibido críticas pero rara vez fueron críticas hechas por mujeres quienes, como dicen los franceses “estuvieran bien dentro de su piel”.
-Sus composiciones son complejas: las modelos parecen interactuar, hay siempre “movimiento” e intervienen telas…
-Algunas de mis composiciones son complejas pero otras son bastante simples. Creo que un cuadro es un universo cerrado donde cada elemento esta puesto al servicio de una imagen inventada, con los detalles y la atmósfera particular que corresponde a la sensación precisa que quiero despertar.
-¿Suele hablar con sus modelos sobre cómo va a ser la composición?
-Sí, en muchas ocasiones platico algunas ideas con mis modelos y ellas empiezan a posar de alguna manera. Cuando encuentro una pose que corresponde a la idea que estoy buscando, le pido que se detenga y se inicia el trabajo.
A veces eligen una tela para cubrirse, a veces la elijo yo. Lo que me interesa es la mujer interactuando en nuestra cultura y la ropa es parte de ella.
Las telas antiguas o modernas son solo un símbolo de intemporalidad.
-¿La reminiscencia clásica siempre acompañó su obra? ¿Qué le causa admiración de los grandes maestros?
-No, no siempre, solo a veces, cuando confronto la imagen de la mujer de hoy con una del pasado. Con frecuencia vemos que las ideas no han cambiado tanto como creíamos o como quisiéramos que hubieran cambiado. Hay muchas cosas que me causan admiración de los grandes maestros, pero sobre todo, su capacidad para hacer evolucionar la pintura un poco más cada vez.
-Primero se inclinó por la acuarela, luego por el óleo. ¿Qué significó el cambio de técnica?
-Trabaje varios años haciendo acuarela, con una temática muy diferente a lo que hago ahora. Un viaje a Europa me hizo desear pintar algo completamente diferente pero necesitaba aprender pintura al óleo pues se adaptaba mejor a lo que quería hacer. El cambio de técnica implico un cambio de ritmo al pintar. La factura en óleo da y pide tiempo de observar, reflexionar sobre lo que se pinta. Da más cuerpo y peso al resultado.
-¿Cuál es la historia de la pintura que eligió para ilustrar esta entrevista?
-Casi siempre parto de una reflexión intelectual mezclada con mis experiencias. Mis pinturas intentan decir lo que las palabras no pueden, a menudo por medio de símbolos. El desnudo representa el deshacerse de restricciones morales o culturales. Las alas, la búsqueda de la libertad. Las manzanas son pasión o sabiduría, etc., etc.
La confrontación con las imágenes del pasado implican intemporalidad. Las figuras religiosas son aún más restricciones de la cultura. La mano de la modelo se construye a si misma como ella se ve. Trato de pintar lo invisible con ayuda de lo visible. Las figuras femeninas son mi primera elección no solo por razones estéticas.
Las mujeres poseen un pasado lleno de esperanzas y miedos, representan toda la fuerza y la fragilidad que un ser humano es capaz de experimentar. La historia que me pides está en esto y en lo que tú ves en ella. Se llama “Historia Inconclusa”, se vendió en Lovetts Gallery en Tulsa, Oklahoma. No conozco el nombre del comprador.
El artista.
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