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lunes, 16 de octubre de 2023

Iroqués

En 1608, la ciudad de Quebec era solo un 
nombre garabateado en un vago mapa 
de América del Norte, un gran edificio 
fortificado construido a orillas del río 
San Lorenzo donde unas cuarenta almas 
se preparaban para pasar su primer invierno. 
La Francia de Enrique IV no le importan 
mucho esas hectáreas de nieve habitadas 
por un puñado de salvajes. Se preocupaba 
mas por las riquezas de la caza de ballenas 
y el comercio de pieles, y por esos motivos 
no tenían planes de establecer una colonia.

Samuel de Champlain, el fundador de la ciudad de Québec, nunca dejaría de defender "su" Canadá. Fue capaz de imponer un clima de paz y confianza entre las naciones amerindias (Hurón, Algonquin y Innu) y las francesas. De estas relaciones nació un floreciente comercio. Las pieles de castor y nutria se intercambiaban a bajo precio por ollas, hachas, clavos y otros objetos diversos de hierro .

Este jugoso comercio duró poco tiempo... Las incesantes incursiones asesinas que los iroqueses llevaron a cabo en el valle de San Lorenzo contra los convoyes de comercio de pieles de los hurones y algonquinos exasperaron rápidamente a la pequeña comunidad francesa.

Ansioso por consolidar la alianza con sus aliados amerindios, Champlain tomó el camino de la guerra con ellos y partió hacia la Iroqués. Es en este contexto que se establece la siguiente historia.

A lo largo del río Iroquois, en el lago Champlain, un julio de 1609 en Nueva Francia...

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