Desde los inmensos desiertos de Bythirium a las frías praderas de la estepa Tandar, todo el mundo es gobernado por el emperador Quintilius Aurelius Galba Rex. Sus legiones marchan por los miles de millas de calzadas para cumplir su voluntad. Sus fortalezas y muros atan las tierras extranjeras a sus designios. Sus impuestos fuerzan a ciudadanos y súbditos por igual a financiar la opulencia y decadencia de la gran capital. sus esclavos cosechan grano, buscan oro y plata y manejan los remos en su flota de galeras. La gloriosa presencia de los dioses asiste a su juicio.
Pero una tierra y un pueblo se mantienen más allá de su garra, los clanes de los Urelanders. Estos hombres y mujeres salvajes, que sufren la penosa vida de los vastos pantanos y las inclementes tierras altas desafían la ley de Quintilius el grande. Dirigidos por un hombre llamado Bradmanacus por sus enemigos y Brath Mac Garen por sus compañeros de armas, los guerreros de Dun Garen vencen a toda fuerza enviada contra ellos.Tocado por la marca de su dios, El Ciervo, Brath mantiene una difícil alianza de tribus y clanes. Mediante visiones en las que un ciervo le muestra portentos de días venideros, Brath ve el camino que debe seguir su pueblo si quiere quedar libre de la dominación de sus enemigos.
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