El día en Nym-Bruyn se levanta en un baño de sangre. Asesinados por el monstruo nacido de las incestuosas relaciones de los últimos herederos de la Rama Muerta, los soberanos dejan tras ellos un trono vacío.
El príncipe Armskoor sería el heredero natural, pero su dependencia al fluido azul de la fuente sagrada reduce sus capacidades de defender su derecho. Ese vacío de poder excita los apetitos de los más ambiciosos. Si solamente los designios de la gran estrella fueran más explícitos. Weëna tendría la fuerza de doblegarlos...
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