Tanto la Fantasía como la Ciencia Ficción son géneros no realistas, esto es, construyen para sus historias mundos claramente diferentes al nuestro, bien sitúen la acción en un pasado que nunca existió en nuestra línea temporal, en un presente que no se corresponde al que vivimos o bien en un futuro que probablemente nunca se materializará. Lo que marca la adscripción de cada narración a uno u otro género –aunque esto muchas veces no resulta fácil de determinar- es si en ese universo en particular tienen preeminencia la ciencia y la tecnología (aun cuando éstas no sean las nuestras) o bien los elementos sobrenaturales (magia, misticismo o fenómenos inexplicables desde un punto de vista racional).
Según esas definiciones, casi todo el trabajo del dibujante Francois Schuiten puede incluirse en el campo de la CF, si bien a menudo sus historias –sea cual sea el guionista con el que colabore- flirteen con el surrealismo y la fantasía. Ése es el caso de la obra que nos ocupa. (Seguir leyendo)
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