El derecho de llamarse espartano se adquiere al nacer y se conquista en toda una vida, tras una infancia que no tiene nada de tierna. Agélicas pronto pagó el precio de esta lección. Cuando el rey Nabis entabla tratados políticos en lugar de someter a sus vecinos por la fuerza, el joven se opone. En respuesta, Nabis contrata a Diodoro, ilota reputado de ser el mejor caza recompensas de la ciudad.
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