Varios años antes de que El Código Da Vinci desatara el furor por las intriga religiosos, con misterios milenarios, claves secretas y revelaciones que cambiarían el destino de la cristiandad, el guionista Xavier Dorison y el dibujante Alex Alice presentaron El Tercer Testamento, una saga de aventuras ambientadas en la Edad Media en la que la búsqueda de un secreto milenario enfrentará a diferentes facciones secretas de la Iglesia.
La larga historia de la Iglesia cristiana, sus leyendas y mitos, su secretismo y su papel fundamental en el desarrollo de Europa han sido el caldo de cultivo ideal para desatar la imaginación de numerosos artistas que han visto en la Iglesia y sus entresijos el escenario ideal para ambientar intrigas y misterios varios. Casos como El Nombre de la Rosa de Umberto Eco (y su adaptación cinematográfica protagonizada por Sean Connery) o Indiana Jones y la última cruzada de Steven Spielberg son un buen ejemplo de obras en las que se conjugan elementos propios del thriller o del relato de aventuras con la imaginería cristiana, su historia y sus elementos más esotéricos y fantásticos. El Tercer Testamento sería otro buen ejemplo de este tipo de obras en la que además se añade a la mezcla una buena dosis de épica y ambición. La obra, que supuso el debut artístico tanto de Dorison como de Alice, empezó a publicarse en 1997 y se prolongó durante cuatro álbumes (cada uno de ellos titulado con el nombre de uno de los evangelistas) hasta el 2003 cosechando excelente críticas y un considerable éxito de público.
La trama gira en torno a un misterioso pergamino que contendría un tercer testamento entregado por Dios a Julio de Samaria. Las revelaciones de dicho pergamino podrían hacer tambalear los cimientos de la Iglesia cristiana e incluso afectar al destino de toda la humanidad. La única manera de hallar dicho pergamino es seguir las pistas de Julio de Samaria dejó ocultas en una serie de documentos largo tiempo perdidos en diferentes rincones de Europa. El conde de Marbourg, un antiguo inquisidor, y Elizabeth de Elsenor, la protegida del obispo de París, deberán seguir las pistas para encontrar el manuscrito antes de que el hereje Sayn y sus secuaces se hagan con él. Por el camino deberán hacer frente a las peligrosas hordas al servicio de Sayn, a la Santa Inquisición y los Templarios, todos ellos empeñados en obtener a cualquier precio el Tercer Testamento para sus propios fines.
El gran atractivo de esta obra es la elaborada trama propuesta por Dorison que engancha desde sus primeros compases y que arrastra al lector hasta el intenso clímax final. Inspirada vagamente en personajes reales, la obra no pretende ser una reconstrucción erudita del momento histórico ni de los entresijos de la Iglesia sino que se trata de un entretenido relato de aventuras y misterio con una cuidada ambientación y con un gran sentido del espectáculo. Dorison combina con acierto los elementos más aventureros con los de misterio en una ambiciosa trama que lleva a los protagonistas a lo largo y ancho de Europa, desde París a Toledo, desde las costas de Escocia hasta las calles de Praga, pasando por la verde Baviera o los gélidos parajes del lejano norte en una intriga que va ganando en intensidad y espectacularidad a medida que avanza.
Se aprecia en el guion de Dorison una evolución a lo largo de la obra pasando de un primer capítulo bastante clásico y formal a unos capítulos finales más arriesgados y dinámicos, con ese toque tan cinematográfico que caracteriza a las obras de este autor. Así, lo mejor de la historia lo tenemos en sus dos últimos capítulos, uno de ellos dedicado a la incursión en la fortaleza de uno de los secuaces de Sayn y en la que Dorison muestra su lado más aventurero y el capítulo final para el que se dejan las grandes revelaciones y el gran enfrentamiento entre las fuerzas que van tras el Tercer Testamento, narrado con brío y con un gran sentido del espectáculo (es fácil imaginarse lo bien que luciría esa batalla sobre el glaciar en una película de gran presupuesto).Pero precisamente en esa búsqueda de espectáculo es donde radica la flaqueza de este desenlace, en el que los elementos más épicos eclipsan la resolución del misterio que se ha estado desarrollando desde el primer capítulo, haciendo que la solución a los enigmas sea tratada de forma demasiado discursiva, como si el guionista quisiera adelantar la trama para llegar hasta los momentos de mayor impacto. Esto, junto con el desarrollo un tanto confuso de algunos personajes, hace que el guion de Dorison no sea todo lo redondo que se podría esperar dadas las expectativas creadas durante el trascurso de la historia, aunque queda compensado con un desenlace bastante satisfactorio y poco condescendiente.
El otro puntal de esta obra es el excelente apartado gráfico proporcionado por Alex Alice. Este artista es uno de los talentos más interesantes surgidos a finales de los 90 en Francia y cuenta con una producción escueta pero muy sugerente en la que podemos encontrar la magnífica Sigfried, particular revisión del mito de los nibelungos, y la prometedora El castillo de las estrellas, una especie de mezcla de relato de Julio Verne y Hayao Miyazaki. En El tercer testamento nos encontramos a un Alice primerizo, que apunta excelentes maneras pero que aun no ha acabado de pulir su estilo. A lo largo de los cuatro capítulos de la historia podemos apreciar cómo va perfeccionando su arte hasta alcanzar unas cotas altísimas en el último capítulo. El arte de Alice destaca por el excelente trabajo de composición de cada página y por la espectacularidad de los momentos de acción. Sus viñetas están repletas vertiginosos picados y contrapicados que enfatizan el dramatismo de algunas escenas y resaltan los espectaculares decorados que el artista plasma con especial atención al detalle. Uno de los puntos fuertes del dibujo de Alice es el uso que hace de la tinta negra con la que consigue impresionantes contrastes y espectaculares volúmenes que dan aun más fuerza a las escenas más dramáticas y una gran profundidad en los planos de ambientación. Si hubiera que ponerle algún pero al trabajo de Alice, estaría en la narración un tanto confusa del enfrentamiento final entre Marbourg y Sayn que se hace un poco difícil de seguir aunque tengo la sensación de que el guion de Dorison puede tener algo que ver en el resultado final de dicho pasaje. En todo caso, si el guion de Dorison no es motivo suficiente para acercarse a este cómic, sin duda, el arte de Alice debería convencer a cualquiera para darle una oportunidad a esta magnífica obra.
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