La conclusión del western más famoso de Alejandro Jodorowsky. En tres volúmenes, el famoso padre de la psicomagia nos ha mostrado la cara más cruel del salvaje Oeste.
Tercera entrega del western escrito por Alejandro Jodorowsky y dibujado por el espectacular Boucq. En esta ocasión, un amor del pasado de Naomie volverá para hundir la vida sentimental de Bouncer, que tras ser nombrado dueño del Saloon Infierno por sir Diablo quería rehacer su vida al lado de esta ex prostituta. El guión tiene fuerza y agilidad, y sobre todo pica, pero gusta, esa violencia tan propia de Jodorowsky casada tan bien con un género épico y cruel como es el western desde los años 70. Como siempre, los dibujos de Boucq son majestuosos y se llevan la palma, para qué nos vamos a engañar. Devoto de los bolsilibros de Silver Kane, Jodorowsky construye en Bouncer un microuniverso personal bien ensamblado, pero sería más disfrutable si los diálogos entre personajes y la introspección de los mismos fuera más elaborada y las entregas de la serie no se leyeran tan rápidamente. Leyendo ciertos tebeos caros europeos uno siente que preferiría leer Bonelli o manga, porque se queda con ganas de más historia y menos tebeo de boutique. O que regresara el estilo de los guionistas de antes (Charlier, Jacobs), con su verborrea literaria tan bien plantada, cuando un tebeo te duraba tres horas. Por supuesto, habrá que esperar meses hasta que veamos la continuación de este arco argumental que deja a Bouncer a las puertas de una venganza feroz. La venganza nos la comeremos fría (Fuente).
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