La historieta argentina, un arte secuencial que combina texto e imagen, posee una rica y variada historia que refleja la evolución cultural y social del país. Sus orígenes se remontan a fines del siglo XIX con publicaciones humorísticas y satíricas en revistas ilustradas. A principios del siglo XX, diarios como La Prensa y La Nación comenzaron a incorporar tiras cómicas, popularizando el formato.
La década de 1930 marcó un punto de inflexión con la aparición de revistas especializadas como El Tony y Patoruzú, que introdujeron personajes icónicos y narrativas más elaboradas. Durante la Edad de Oro de la historieta argentina (1940-1960), autores como Dante Quinterno y Guillermo Divito alcanzaron gran renombre. Patoruzú, con su humor costumbrista, se convirtió en un símbolo nacional.
A partir de la década de 1960, la historieta argentina experimentó una transformación, incorporando temáticas más adultas y comprometidas con la realidad social. Surgieron revistas como Tía Vicenta y Mafalda, esta última de Quino, que trascendió fronteras y se convirtió en un referente del humor político y la crítica social.
Mafalda, creación de Quino, posee una gran importancia cultural. Esta tira cómica, protagonizada por una niña precoz y con conciencia social, trasciende su carácter cómico al ofrecer profundas reflexiones sobre la humanidad, la política y la sociedad. Su perdurable atractivo reside en su capacidad para despertar el pensamiento crítico y animar a los lectores a cuestionar el statu quo, convirtiéndola en una obra atemporal de crítica social.