Tres páginas del cómic de propaganda militar rusa sobre el asesinato del piloto desertor Kuzminov en España. (F)
¿Sobre qué tema específico versa tu investigación?
Soy profesor adjunto en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Copenhague y del Centro de Ciencia de Datos Sociales de Copenhague, donde llevo a cabo una investigación sobre comunicación política y relaciones internacionales. En 2020 escribí mi tesis doctoral sobre la desinformación pro-Kremlin en las redes sociales, y en ella estudié temas como la difusión de desinformación rusa en las redes sociales, lo extendida que está y cómo se la rebate en las redes.
¿Cómo se han convertido los cómics en un vehículo para la desinformación?
Creo que queda cada vez más claro que Rusia no solo produce propaganda y desinformación en la televisión estatal o en los canales de redes sociales más tradicionales, sino que hace incursiones en distintos espacios y productos culturales. Uno de ellos son los cómics y los tebeos. En los últimos años, han surgido muchas series de cómics que, básicamente, sirven como propaganda del Estado ruso y su esfuerzo bélico.
¿Qué son estos cómics y quién los produce?
Existen varios productos. Algunos los produce el propio Estado ruso, otros, agentes rusos no estatales muy vinculados al Estado ruso. Un ejemplo muy interesante es una serie de cómics producida por Rybar, un canal ruso de Telegram relativamente famoso con más de un millón de seguidores que publica noticias sobre la guerra. También funciona como grupo de reflexión y se describe como un agente que defiende los intereses de Rusia en un «frente informativo», queriendo decir que están en una guerra de información con Occidente. Por supuesto, Rybar representa a Rusia «de manera correcta», como ellos lo denominan.
A primera vista, se trata de un esfuerzo de base y ascendente de aquellos que quieren entender la guerra y hablar sobre ella, pero también tiene una relación cercana y simbiótica con el Estado ruso. Rybar hace propaganda del esfuerzo bélico ruso, lo que a su vez le reporta ayudas, tanto directa como indirectamente, del Ministerio de Defensa de Rusia. Además, el contenido lo distribuyen varios agentes asociados con el Estado ruso.
Rybar: ¿de grupo de reflexión a productor de cómics propagandísticos?
Exacto. Rybar ofrece su análisis sobre la guerra, por lo que se les cita frecuentemente en medios de comunicación de todo el mundo, incluso en Occidente. Pero, además, también crean contenido propagandístico para enaltecer los esfuerzos bélicos de Rusia. Estos cómics o series de tebeos son uno de sus productos. (Los cómics los publican en ruso y el canal Rybar también está disponible en inglés para llegar a un público más amplio).
¿Son transparentes en cuanto a quién financia su trabajo?
Sí, en cierto modo. Si lees la serie de cómics, en muchos casos puedes comprobar que la financia un fondo y que este fondo recibe el apoyo de varios agentes estatales rusos, como el Ministerio de Defensa. A veces, solamente se indica que han «colaborado» con el Ministerio en estos productos, por lo que son relativamente transparentes sobre su colaboración con el Estado ruso. Por supuesto, no revelan en qué consiste exactamente dicha colaboración.
¿Cuál es el contenido y quiénes son los héroes o personajes principales?
La serie de cómics Odnazhdy (Однажды), que viene a significar Érase una vez y que se distribuye en Rybar, un canal ruso de Telegram y grupo de reflexión, es básicamente un conjunto de historias bélicas sobre la invasión rusa a gran escala de Ucrania. Presenta a los soldados rusos como héroes valientes que luchan por su país y por la justicia, no por dinero. Los soldados ucranianos, por el contrario, son denigrados en estos cómics y presentados como débiles, cobardes y esbirros de Occidente. Describen a Ucrania como un país falso o la despojan de su condición de país.
En una de las series hay una imagen de soldados ucranianos que afirman literalmente que luchan por tener la oportunidad de vivir en EE. UU., lo que, desde luego, es una simplificación propagandística de la realidad que muestra a los soldados rusos como héroes que protegen a la ciudadanía y a los soldados ucranianos como villanos que la amenazan.
Los personajes suelen ser bastante planos y los cómics no suelen profundizar en ninguno de ellos. No obstante, el mensaje que subyace es que Rusia representa el bando bueno y Ucrania/Occidente, el bando malo. Este mensaje probablemente cala en una gran parte del público ruso.
Si consultamos varios sondeos sobre las opiniones de los ciudadanos rusos, muchos apoyan la guerra y creen que el bando ruso es el bueno. Estos cómics se dirigen a estas personas que ya están a favor de la guerra y pretenden ensalzar el esfuerzo militar y bélico de Rusia.
¿Podrías describir algún cómic o episodio que haya impactado especialmente?
En la serie Odnazhdy, hay una escena sobre civiles en la zona de guerra de Ucrania. Aparecen mujeres que se esconden en sus casas, aliviadas por no ver a soldados ucranianos cerca, y que se plantean si deben abandonar la zona de guerra por su seguridad. En la siguiente escena, vemos que soldados ucranianos se acercan con sus vehículos de combate y un soldado ucraniano entra en la casa de estas mujeres civiles. Se insinúa de manera gráfica que este soldado pretende llevar a cabo actos de violencia sexual contra estas civiles. Las mujeres escapan de este «malvado soldado ucraniano», pero mientras tratan de huir en un coche, otros soldados ucranianos las atacan. A continuación, de la nada, aparece un helicóptero ruso en el cielo que intenta «heroicamente» salvar a las civiles de los «malvados soldados ucranianos». En esta narrativa propagandística, disparan a uno de los pilotos rusos y empieza una escena en la que «heroicamente» se mantiene firme contra los ucranianos. Es esta escena, el piloto ruso se parece a Chuck Norris y el mensaje que transmite está bastante claro: los soldados rusos combaten en esta guerra sacrificándose para proteger a los civiles de los «malvados ucranianos».
¿Cómo y dónde se distribuyen estos cómics en Rusia?
Rybar distribuye en su sitio web su serie de cómics Odnazhdy (Однажды) que tratan sobre historias bélicas y la invasión a gran escala. También afirman que Rybar recibe ayuda de otros agentes y organizaciones relacionadas con el Estado ruso para distribuir estos cómics. Hay constancia de que varios ministerios de Rusia distribuyen cómics similares en escuelas o exposiciones de arte, y algunos de estos cómics y tebeos a favor de la guerra se muestran en trenes que viajan por toda Rusia.
¿Cuál es el principal público objetivo?
Si se indaga en los esfuerzos propagandísticos que hace Rusia para difundir este tipo de cómics, hay constancia de su distribución a colegiales. Pero no solo son para niños, sino que van dirigidos a un público joven. Este detalle es muy importante porque, aunque exista cierta simpatía por la guerra y el régimen ruso entre las generaciones más jóvenes de Rusia, no alcanza los niveles de las generaciones más mayores. Los jóvenes en Rusia consumen menos medios de noticias estatales como televisión, radio y periódicos; están más presentes en las redes sociales. Las autoridades rusas se han centrado muchísimo estos últimos años en el esfuerzo propagandístico hacia generaciones más jóvenes. Crean videojuegos, cambian la programación escolar, los libros de texto y las actividades extraescolares para promocionar el esfuerzo bélico ruso, lo que sugiere que estos cómics se enmarcan en un esfuerzo más amplio para dirigirse a una población más joven.
¿Esperas que haya más cómics o productos similares?
Sí. El esfuerzo propagandístico del Estado ruso estos últimos años demuestra que el Gobierno quiere financiar más productos culturales que promocionen temas particulares; es parte de lo que a veces llaman «educación militar patriótica».
El Gobierno ruso afirma abiertamente que quiere promover productos culturales a favor de la guerra. El ejemplo más claro es la industria del cine, aunque (también) apoyan la producción de juegos rusos y otros productos culturales. Hacer propaganda en una serie de cómics y productos similares dirigidos a las generaciones más jóvenes es el paso lógico que sigue a las películas, los juegos y la música pop.
¿Cómo evalúas el efecto de estos cómics?
No es fácil determinar el efecto específico de estos cómics en las actitudes políticas, pero de una investigación más amplia en el campo de la comunicación, la publicidad y las campañas políticas se desprende que resulta muy difícil cambiar la opinión y las actitudes de la gente únicamente a base de publicidad política. A corto plazo, es más sencillo llamar la atención de las personas que ya creen en algo para hacer que todavía crean más.
Si solo nos fijamos en los efectos de uno o unos pocos cómics o series de tebeos políticos, no apreciamos la cuestión principal, porque estos productos solo son gotas en un mar de propaganda mucho más vasto que empieza en la guardería y continúa en las calles con vallas publicitarias, en canales de televisión y radio, en los periódicos, en la creación de juegos y en la cultura pop. Sabemos mucho menos sobre los efectos de estos esfuerzos propagandísticos de mayor alcance, pero si consultamos los sondeos sobre las creencias reales de la ciudadanía rusa y sobre su visión del mundo, muchas veces van de la mano de lo que se muestra en canales estatales de propaganda.
¿En qué se diferencian las campañas independientes destinadas a influir en la opinión pública de un esfuerzo de comunicación o propaganda que abarque más áreas?
Cuando hablamos de propaganda en el contexto de Occidente, muchas veces nos referimos a estas campañas como algo que tiene una fecha de comienzo y de fin. Por ejemplo, una campaña de propaganda para influir en las opiniones de la gente en unas elecciones específicas. Sin embargo, la propaganda rusa dirigida a la población nacional rusa es un esfuerzo mucho más exhaustivo.
La propaganda rusa no tiene fecha de inicio ni de fin. Se concibe como algo más continuo que lo engloba todo. Empieza en la guardería, donde hablan a los niños sobre Ucrania, el «malvado Occidente» y demás. Prosigue en la escuela primaria. Continúa en las calles, donde se ven vallas publicitarias que apoyan la guerra e intentan que los jóvenes se alisten en el ejército. Continúa en la radio. Sigue en televisión e incluso en conversaciones cotidianas entre personas de a pie. Hay casos en los que la propaganda rusa se crea para anular totalmente al individuo y no dejarle espacio ni tiempo para reflexionar, dudar o cuestionarse los mensajes que lleva oyendo décadas.
Si analizamos la investigación sobre propaganda durante la Guerra Fría, por ejemplo, Jacques Ellul (opens in a new tab), sociólogo y filósofo francés y uno de los autores clave sobre teorías propagandísticas, se refirió a la propaganda como un «esfuerzo social completo», no como campañas propagandísticas. Para que la propaganda sea efectiva, debe anular por completo al individuo psicológicamente para convencerlo de que está en el lado bueno de la historia, de que la guerra terminará muy pronto, de que todo está bien y de que el enemigo es malo, etc. Tiene que llevarse a cabo a través de varias fuentes mediáticas, que es básicamente lo que ocurre ahora en Rusia.
Solemos centrarnos en las campañas en las redes sociales, pero esta es solo una cara de la moneda. El Estado ruso intenta difundir propaganda a través de casi todas las plataformas de redes sociales y casi cualquier medio de comunicación fuera de línea posible. Que el Estado ruso use las redes sociales hoy en día se encuadra en una tendencia que se remonta a la década de los 2000 según la cual el Gobierno ruso ha ido gradualmente tomando el control sobre los medios generalistas ya establecidos, como la televisión y la radio, y más tarde se ha dado cuenta de que existe algo llamado internet que proporciona una esfera alternativa a los medios de comunicación controlados por el Estado. Por lo tanto, ahora también trata de ir tomando el control de las redes sociales para asegurarse de que su esfuerzo alcanza todos los ámbitos.
¿Cuáles son las conclusiones principales que sacas sobre los esfuerzos de los medios de comunicación estatales rusos para manipular el espacio informativo y quién combate dichos esfuerzos?
He investigado sobre la difusión de desinformación pro-Kremlin en las redes sociales. En las redes sociales occidentales, la desinformación pro-Kremlin no siempre está tan extendida como uno podría pensar. Se suele ver eclipsada por los que rebaten dicha desinformación. Naturalmente, podrían darse distintos casos dependiendo de la plataforma.
Otro de mis principales hallazgos es que, si observamos quién refuta la desinformación en las redes sociales, muchas veces se trata de agentes no estatales, como periodistas o blogueros, que influyen de manera determinante en lo que vemos y no vemos en las redes.
¿Podrías darnos algunos ejemplos de estos esfuerzos para manipular el espacio informativo?
Podemos retrotraernos al principio de la guerra, que se podría decir que empezó en 2014 con la invasión rusa de Ucrania. Uno de los eventos más importantes que dio a conocer esta guerra fue el derribo del avión de pasajeros MH-17 que viajaba de los Países Bajos a Malasia. Fue derribado con un misil en el sudeste de Ucrania. La gran pregunta era: ¿quién lo disparó? ¿Rusia o Ucrania? Ahora ya sabemos, gracias a investigaciones internacionales, que los autores fueron separatistas rusos. Pero, en ese momento, había confusión y mucha desinformación sobre el tema.
La difusión de desinformación en Twitter, por ejemplo, demostró que apenas el 5-6 % de los tuits sobre el derribo difundían desinformación del Estado ruso. Por cada tuit de desinformación había una oleada mucho mayor de información que rebatía la desinformación de Moscú. Este esfuerzo lo llevaban a cabo mayoritariamente cuentas de ciudadanos, periodistas, aficionados a la inteligencia de código abierto, etc.
Entonces, ¿Rusia no es un titán y no debemos desesperarnos ni abrumarnos por la desinformación porque podemos hacer algo para evitar la manipulación de la información?
Exacto. Esto que he contado se basa en una investigación sobre Twitter llevada a cabo en otro momento, cuando también Twitter hacía más por luchar contra la desinformación y la información errónea en su plataforma. Es un poco más difícil decir hasta qué punto este es el caso con X, tras la compra por parte de Elon Musk de la plataforma.
¿Cómo evaluarías el nivel de control de las autoridades rusas sobre el espacio informativo nacional a día de hoy?
Es muy amplio y profundo. Las autoridades rusas controlan la televisión, que todavía hoy es una importante fuente de información para un gran número de ciudadanos rusos. La mayoría de los grandes canales de televisión son estatales o leales al Estado. Han acabado con los últimos grandes medios de comunicación independientes, que tuvieron que huir y exiliarse fuera de Rusia para evitar la cárcel.
Ahora, el Kremlin batalla por el control de internet, no solo mediante leyes de censura para castigar con penas de cárcel a aquellos que contradigan las narrativas de propaganda estatal rusa, sino también estando presentes en redes sociales, por ejemplo, canales de Telegram y demás plataformas de redes sociales.
Rusia ya contaba con una impresionante infraestructura de censura en línea antes de 2022. Tras la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, las autoridades rusas bloquearon Facebook e Instagram, frenaron Twitter y, últimamente, tratan de hacer lo mismo con YouTube. Intentan repetir en cierto modo lo que las autoridades chinas hicieron años atrás. Tratan de apartar al público ruso de plataformas de redes sociales occidentales para atraerlos a las rusas, que se rigen por sus leyes y políticas de censura.
¿Este esfuerzo de ocupar el espacio informativo trata de «inundar con información», dejando de lado la calidad del contenido?
Desde luego. Si nos vamos al 2011 y años anteriores, los académicos que seguían los medios rusos argumentaban que existen medios de comunicación establecidos que ensalzan al Estado y que, desde luego, no dedican mucho tiempo de emisión a las opiniones de la oposición.
Por otro lado, también existían medios en internet que la oposición solía utilizar para facilitar la organización de manifestaciones. Como el Gobierno ruso no podía ganar poder únicamente censurando los medios establecidos, se centró en inundar el espacio en línea con cuentas falsas (réplicas) y con medios en línea dedicados a difundir desinformación prorrusa. Si nos adelantamos en el tiempo y volvemos al presente, existen cientos de canales en las redes sociales que apoyan al Gobierno y el esfuerzo bélico ruso. Algunos los dirige el Estado, pero otros son de agentes no estatales que quieren apoyar al Estado ruso.
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