Estos relatos míticos, impregnados de simbolismo y espiritualidad, abordan la compleja cuestión del origen del hombre de maneras únicas y fascinantes. Desde la creación a partir de la tierra o el barro, hasta la intervención de divinidades o fuerzas sobrenaturales, cada mito refleja la visión particular de una cultura sobre la naturaleza del ser humano y su lugar en el universo.
Si bien estos relatos pueden diferir en sus detalles, comparten la característica común de buscar dar sentido a la existencia humana y a nuestro papel en el cosmos. Más allá de las explicaciones científicas, los mitos de la creación evocan un entendimiento profundo de la condición humana, explorando temas como la naturaleza del alma, la relación entre el hombre y lo divino, y la búsqueda de un propósito trascendental.
En conclusión, el estudio de los mitos de la creación del hombre nos invita a reflexionar sobre nuestros orígenes, nuestra identidad y nuestro lugar en el mundo. Estos relatos simbólicos, cargados de significado cultural y espiritual, nos acercan a una comprensión más holística y enriquecedora de la experiencia humana.
El mito de la creación es un relato mitológico-religioso que busca presentar el inicio del universo, de la Tierra, de la vida y del primer humano, normalmente a través de la tesis de que tal inicio sería posible desde un acto deliberado de creación realizado por una o varias deidades.
África
Yoruba
El dios del cielo, pidió a sus hijos que crearan un nuevo reino en el que se extendieran sus descendientes, pero por su puesto él estaba completamente seguro de lo que hacía, entonces le otorgó el nombre de un ecosistema. Siendo las primeras aguas su objetivo, por dicha cadena bajó Oduduwa, portando un puñado de tierra en sus bolsillos, una gallina de cinco dedos y una semilla.
Cuando estuvo preparado, Oduduwa arrojó el puñado de tierra sobre las aguas, formándose así su nuevo reino, Ife. Allí, la gallina rasgó el suelo y enterró la semilla, de la que creció un gran árbol de dieciséis ramas, que son los dieciséis hijos de Oduduwa, de los que descienden las dieciséis tribus yoruba.
Zulú
Para la etnia zulú, Unkulunkulu emergió del vacío y creó el primer hombre a partir de dos rocas y les pidió a sus compañeros semidioses y a los dioses que, con ayuda de las hierbas, crearan a dos seres humanos: un hombre y una mujer.
Egipto
Según el mito heliopolitano, en el principio del tiempo tan solo existían inmensas masas de aguas turbias cubiertas por absolutas tinieblas, una oscuridad que no era la noche, pues esta no había sido creada todavía, era el océano infinito conocido por los egipcios como el océano primordial Nun, que contenía todos los elementos del cosmos. Pero aun así no existían ni el Cielo ni la Tierra, tanto los hombres como los dioses aún no habían sido creados. No había vida ni muerte. El espíritu del mundo se hallaba disperso en un caos inmenso, hasta que, tomando conciencia se llamó a sí mismo; así nació el dios Ra el dios del Sol.
Ra estaba solo; así que decidió crear de su aliento a Shu (el viento), y de su saliva según la mitología creó a Tefnut (La humedad), y les ordenó que viviesen al otro extremo del Nun. Después Ra hizo emerger un espacio seco donde pudiese descansar; a aquel espacio seco le llamó tierra, y a la Tierra que emergió le llamó Egipto. Y como surgió de las aguas, viviría gracias a éstas; así que hizo que las aguas estuviesen en la Tierra; así nació el Río Nilo.
Ra fue creando la vegetación y los seres vivos a partir del Nun para llenar el vacío de la Tierra. Entre tanto, Shu y Tefnut tuvieron dos hijos, a los que llamaron Geb (El dios de la Tierra) y Nut (La diosa del Cielo). Geb y Nut se casaron; así, el cielo yacía sobre la tierra, copulando con él. Shu, celoso, los maldijo y los separó sosteniendo al cielo sobre su cabeza y sus hombros, y sujetando a la tierra con sus pies.
Otras versiones cuentan que al estar Geb y Nut juntos el cielo y la tierra estaban unidos sin dejar espacio para la creación del dios Amón Ra, así que este le pidió a Shu que separara a sus hijos sosteniendo a Nut sobre su cabeza y sus hombros, desde aquel momento el viento yacía en medio del cielo y la tierra; aun así, Shu no pudo impedir que Nut tuviera hijas, las estrellas, así dando origen a la bóveda celeste.
Sin tener conocimiento alguno de lo ocurrido con Geb y Nut, Ra había enviado a uno de sus ojos a buscar a Shu y Tefnut para que le dijese lo ocurrido. Pero cuando el ojo regresó sin obtener lo que buscaba, otro ojo había ocupado su lugar. El primer ojo comenzó a llorar, hasta que Amón Ra lo colocó en su frente, creando así al Sol. De las lágrimas de aquel ojo que cayeron a la tierra nacieron los primeros hombres y las primeras mujeres, que poblaron la tierra de Egipto.
Todas las mañanas, Amón Ra recorría el cielo en una barca que flotaba sobre Nut, que ya cubría el cosmos dividiéndose en las aguas sobre el firmamento, y las aguas del abismo. Aquella barca de Amón Ra viajaba por el cielo transportando al Sol, iluminando así a la Tierra por un periodo de tiempo de doce horas hecho por los egipcios. Cada noche, Nut se tragaba el sol, pero este se regeneraría la mañana siguiente, y Ra continuaba su viaje por la Duat, el equivalente del Infierno egipcio, donde debía cruzar por doce puertas, una por cada hora de la noche, éstas estaban custodiadas por la serpiente enemiga de Amón Ra, Apep (o Apofis en griego), cuyo objetivo era acabar con el sol, Ho la Maat (El orden cósmico) si atravesaba la Duat, volvía a nacer de Nut el sol, y Amón Ra lo volvía a transportar por el cielo durante otras doce horas, dando origen a un nuevo día.
América del Norte
Inuit
En el origen del mundo, tan solo había un hombre y una mujer, sin ningún animal. La mujer pidió a Kaila, el dios del cielo, que poblara la Tierra. Kaila le ordenó hacer un agujero en el hielo para pescar. Entonces, ella fue sacando del agujero, uno a uno, todos los animales. El caribú fue el último. Kaila le dijo que el caribú era su regalo, el más bonito que podría hacerle, porque alimentaría a su pueblo. El caribú se multiplicó y los hijos de los humanos pudieron cazarlos, comer su carne, tejer sus vestidos y confeccionar sus tiendas.
Sin embargo, los humanos siempre elegían los caribús más grandes. Un día, solo les quedaron los débiles y los enfermos, por lo que los inuits no quisieron más. La mujer se quejó entonces a Kaila. El la reenvió al hielo y ella pescó el lobo, enviado por Amarok, el espíritu del lobo, para que se comiera a los animales débiles y enfermos con el fin de mantener a los caribús con buena salud.
Azteca
Los aztecas tenían varios mitos de la creación, resultado de la integración de distintas culturas. En uno de ellos, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se dan cuenta de que los dioses se sienten vacíos y necesitan compañía. Por ello necesitan crear la tierra. Existía solo un inmenso mar, donde vivía el monstruo de la tierra. Para atraerlo, Tezcatlipoca ofrece su pie como carnada y el monstruo sale y se lo come. Antes de que se pueda sumergir, los dos dioses lo toman, lo estiran para dar a la tierra su forma. Sus ojos se convierten en lagunas, sus lágrimas en ríos y sus orificios en cuevas. Después de eso, le dan el don de la vegetación para confortar su dolor. Y posteriormente se dieron a la tarea de crear a los primeros hombres.
Según otro mito conocido como «La leyenda del quinto sol», en el principio, todo era negro, sin vida, muerto. Los dioses se reunieron en Teotihuacán planteándose la cuestión de quién tendría la carga de crear al mundo, para lo cual uno de ellos se tendría que arrojar a una hoguera. Dos de ellos fueron seleccionados como víctimas para tal fin.
Aunque el más fuerte y vigoroso, al momento de lanzarse a la hoguera, retrocede ante el fuego; por lo que el segundo, un pequeño dios, humilde y pobre (usado como metáfora del pueblo azteca sobre sus orígenes), se lanza sin vacilar al fuego, convirtiéndose en el Sol. Al ver esto, el primer dios, sintiendo coraje, decide arrojarse a la hoguera, convirtiéndose en la Luna.
Maya
El mito maya de la creación está bellamente explicado en su libro sagrado, el "Popol Vuh". En él, al principio solo existían los dioses en un estado latente sobre un mar inmóvil, y entonces hubo palabras y decidieron crear el mundo para que existiera el ser humano. Dos veces trataron de crear a la humanidad y las dos veces fallaron, llamando a dioses cada vez de menor rango para que los ayuden. La primera trataron de hacerlos con barro, pero los humanos no pudieron emerger del barro y además eran tontos y sin alma. Luego intentaron con madera, y estos humanos se movían y hablaban, pero eran perezosos y no tenían voluntad. Y finalmente crearon a los humanos con masa de maíz mezclada con la sangre de los dioses: Balam Quitzé, el segundo Balam Akab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui Balam fueron los 4 hombres y después otras 4 mujeres. Así la sangre de los humanos es su alma y es el alma de los dioses, así los hombres eran uno con los dioses y a ellos debían volver.
América del Sur
Inca
Los Incas tuvieron varios mitos sobre la creación. Siendo el mito de Wiracocha uno de los más conocidos. En dicho mito, Wiracocha dio origen a todo el universo y todos sus elementos existentes. Acto seguido, él intentó crear a la primera humanidad en la tierra. Esto lo hizo a partir de soplar sobre unas piedras, lo que dio como resultado poderosos pero poco inteligentes gigantes que negaron a Wiracocha como su creador. Wiracocha exterminó esta raza de gigantes con un destructivo diluvio.
Otra versión de este mito menciona que, el primer intento de creación de la humanidad fue concebido antes de la creación de los astros por Wiracocha (a excepción de la tierra). Esta vez, el resultado fue el nacimiento de criaturas conocidas como Ñawpa Machus (los gentiles). Estos eran altos y bastante delgados. Sin embargo, eran seres sumamente fuertes y violentos unos contra los otros. Wiracocha procede a crear al sol, el cual irradiando su luz extermina a dichos seres.
Generalmente, los pueblos de los Andes centrales entendían los orígenes de cada pueblo de manera aislada como apariciones divinas a partir de algún hecho natural conocido como pacarina. El origen del hombre recae sustancialmente en los dos hijos del Sol, Manco Cápac y Mama Ocllo, quienes salieron del lago Titicaca y dieron origen a los incas del Cuzco, que ―de acuerdo con la leyenda de los hermanos Ayar― creían que su pueblo había surgido del cerro de Tamputoco.
Mapuche
Antes de la actual humanidad vivían otros hombres. Un día, la serpiente marina Kai Kai Vilú decidió exterminarlos ahogándolos con el agua del mar. La serpiente buena Treng Treng Vilú se compadeció de los humanos y los condujo a las montañas para salvarlos, así mismo hizo crecer el tamaño de estas a medida que Kai Kai hacía crecer el mar. El duelo entre estos dos espíritus fue largo y significó la muerte de muchos hombres, a quienes Treng Treng los convirtió en aves, peces y lobos marinos. Solo un puñado de hombres sobrevivió (los antepasados de los mapuches) y tras hacer un Nguillatún o ceremonia lograron aplacar a Kai Kai y luego poblar la tierra. Sin embargo, ante sus maldades Treng Treng les envió erupciones de volcanes, que los obligaron a vivir en territorios más seguros donde no están expuestos a los maremotos que les envía Kai Kai o las erupciones de Treng un amigo o Dios de ellos como cualquier cosa en el mundo.
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