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viernes, 23 de febrero de 2024

Las cautivas en la mitología griega

 

"El rapto de Europa" (1908), de Félix Vallotton.
Las cautivas en la mitología clásica. Casi siempre ha estado el amor y la violencia de por medio y las tretas de los dioses para conseguir los favores de las humanas.


La violencia ejercida sobre el sexo femenino ha constituido un aspecto bastante notable en la sociedad desde tiempos antiguos. La violencia en general y la sexual en particular, se habían convertido en un modo más de expresar el dominio que el hombre poseía sobre la mujer. Con el tiempo, esta pasó a reflejar la esencia del patriarcado, un sistema que trataba constantemente de fomentar la autoridad y la potestad del sexo masculino, quien pretendía hacerse escuchar siempre por encima de los demás, especialmente por encima de las mujeres, relegándolas a un segundo plano. La mitología griega no solo refleja en sus contenidos el sexismo imperante en la sociedad antigua, sino que a través de los mitos se contribuía a la naturalización, legitimación y reproducción del patriarcado. Es así como numerosos aspectos relacionados con la violencia aparecen en los mitos cogidos de la mano de alguna figura femenina, que es la quien sufre siempre las consecuencias.
A través del rapto de Europa y los principales autores clásicos que aluden a este relato mitológico en sus escritos, se reflexiona en este trabajo el modo en que se ejerce la violencia sobre la protagonista. El objetivo es mostrar que un mismo hecho violento se puede representar e interpretar de distintas formas según la persona y el punto de vista que adopte ante una misma situación. Esto a su vez incluye, de forma automática, un estudio sobre el concepto central que envuelve su figura: el rapto mitológico, pues es el elemento que une gran parte de los relatos griegos donde el factor predominante es la violencia de carácter sexual que se ejerce sobre una figura del sexo femenino.

Obra de Alejandro Decinti




RAPTOS DE MUJERES


Resulta ciertamente triste que la verdadera realidad de la mujer de la Grecia Antigua nos sea desconocida por la falta de fuentes femeninas. Si en el s.V a.C. Eurípides da voz a mujeres como Fedra o Medea, no deja de ser un hombre quien les da voz. Por otra parte, las noticias que los autores masculinos nos dan sobre el mundo femenino, se limitan a “ciertas” mujeres, ya que de todos es sabido lo diferente que podía ser la vida según fuesen mujeres libres, esclavas, metecas, prostitutas…De cualquier forma, las mujeres estaban siempre bajo la tutela de un padre o marido (cosa no tan lejana aún, pues hasta 1975 las mujeres tampoco podíamos, en España, abrir una cuenta corriente sin permiso de nuestro marido, si te casabas con un extranjero perdías la nacionalidad aunque nunca salieses de España…), y eso fue así desde el principio: la mujer bailando al son que el hombre tocaba. Y desde el momento en que la mujer pertenece al hombre, como los demás animales domésticos, en las permanentes guerras el rapto de doncellas se convierte en el botín más apreciado. 
Representación del rapto de Europa en una pintura romana hallada en Pompeya. Nápoles, Museo Arqueológico Nacional.


El rapto de Europa                                         

De nuevo el enamoradizo dios Zeus, como una estrategia para conquistar a una bella joven, se metamorfosea en un animal, en este caso un toro. Efectivamente, Zeus vio a Europa cuando estaba jugado con sus compañeras en la playa de Sidón donde reinaba su padre Agenor. Parece que las muchachas se encontraban junto a una manada de vacas, por lo que Zeus decidió convertirse en un toro de resplandeciente blancura y cuernos semejantes a un creciente lunar, y se mezcló con el rebaño. Poco a poco, el blanco toro se fue acercando y acabó tumbándose a los pies de la bella Europa. Ésta, asustada al principio, va cobrando ánimo, acaricia al animal y acaba por sentarse en su espalda. Sin dejarla tiempo para reaccionar, el toro se levanta y se lanza hacia el mar. 

"Rapto de Europa" (1590), de Martín de Vos.

A pesar de los gritos de Europa, que se aferra a sus cuernos, se adentra en las olas y se aleja de la orilla, Así llegan ambos a la isla de Creta. Allí, en Gortina, Zeus se une con Europa junto a una fuente y bajo unos plátanos que, en memoria de estos amores, obtuvieron el privilegio de no perder jamás sus hojas.
Fruto de estos amores Europa dio a luz tres hijos: Minos, Saperón y Radamantois. Zeus entregó tres regalos a Europa: Talos, un autómata de bronce, Laelaps un perro que nunca soltaba a su presa, y una jabalina que nunca erraba. Europa se convertiría en la primera reina de Creta y se casaría con Asterión, y posteriormente con Asterio. 

La bella y la bestia - (El Rapto de Europa), escultura del español Oscar Alvariño.


Mientras tanto, en Fenicia, la familia de la princesa lloraba su pérdida, pues desconocían su paradero. Cadmo, su hermano, decidió ir a buscarla, aunque para ello tuviera que recorrer todo el mundo conocido. Sin embargo, jamás logró descubrir el lugar donde Zeus la había escondido, e incapaz de regresar a casa y soportar el dolor de su padre, decidió fundar una nueva ciudad: Tebas.


Pinturas de Alejandro Decinti


Ay, Europa, noble doncella

Te sentaste cándidamente sobre el lomo de un toro de apariencia mansa y él te separó de los tuyos para siempre. Apenas el animal penetró con sus patas en el agua, cuando tú ya intuiste que no podrías regresar a la orilla, cada vez más distante. Se marchitaron de pronto las guirnaldas que adornaban su testuz y bajo ellas reapareció la naturaleza de la bestia. Qué paradoja: hubiste de agarrarte con fuerza a tu captor para no caer al agua, para no ahogarte en ese mar tuyo, ese mar nuestro testigo del abuso que se cometía contra ti.
Cuando arribásteis a la ribera a donde te conducía para poseerte, Júpiter se despojó de su disfraz de toro y se manifestó ante ti con todo su esplendor divino. Y tú, virgen ingenua, le temiste más que cuando parecía un toro manso.
Luego, Júpiter premió al toro de cuya apariencia se había valido para raptarte, colocándolo en el cielo, entre las estrellas. Y a ti te dejó preñada flotando sobre el mar, extensa, varia, hermosa, para que muchos pueblos pudiéramos llamarte patria.



El rapto de las sabinas

Pintado por Jacques-Louis David esta obra se encuentra en el Museo del Louvre. El artista quiso hacer un llamamiento a la reconciliación nacional después de la revolución. Aunque la pintura se titula"El rapto de las sabinas", no se representa el momento del rapto, sino el de la lucha entre romanos y sabinos cuando las sabinas ya viven felizmente en Roma y tienen descendencia.

Según cuenta la leyenda

Siempre ha sido el tesoro más preciado. Para que existan cautivas deben haber raptores y por lo visto, este delito no es propiedad exclusiva de los humanos. También los dioses y las figuras míticas se han visto “obligados” a solucionar sus problemas afectivos o de descendencia robando las mujeres a otros. El Rapto de las sabinas es uno más. Muy popular por la magnífica pintura de Jacques-Louis David, quien pintó este cuadro en el año 1799. 
El Rapto de las sabinas es una leyenda que describe el secuestro de mujeres de la tribu de los sabinos por los fundadores de Roma. Se cuenta que en la Roma de los primeros tiempos había muy pocas mujeres. Para solucionar esto, Rómulo, su fundador y primer rey, organizó unas pruebas deportivas en honor del dios Neptuno, a las que invitó a los pueblos vecinos. Acudieron varios de ellos, pero los de una población, la Sabinia, eran especialmente entusiastas y fueron a Roma precedidos por su rey, sus mujeres e hijos.
Comenzó el espectáculo de los juegos y, a una señal, cada romano raptó a una mujer, y luego echaron a los hombres. Los romanos intentaron aplacar a las mujeres convenciéndolas de que sólo lo hicieron porque querían que fuesen sus esposas, y que ellas no podían menos que sentirse orgullosas de pasar a formar parte de un pueblo que había sido elegido por los dioses. Las sabinas pusieron un requisito a la hora de contraer matrimonio: en el hogar, ellas sólo se ocuparían del telar, sin verse obligadas a realizar otros trabajos domésticos, y se erigirían como las que gobernaban en la casa.
Años más tarde, los sabinos, enfadados por el doble ultraje de traición y de rapto de sus mujeres, atacaron a los romanos, a los que fueron acorralando en el Capitolio. Para lograr penetrar en esta zona, contaron con la traición de una romana, Tarpeya, quien les franqueó la entrada a cambio de aquello que llevasen en los brazos, refiriéndose a los brazaletes. Viendo con desprecio la traición de la romana a su propio pueblo, aceptaron el trato, pero, en lugar de darle joyas, la mataron aplastándola con sus pesados escudos. La zona donde, según la leyenda, tuvo lugar tal asesinato, recibió el nombre de Roca Tarpeya, desde la que se arrojaba a los convictos de traición.
Cuando se iban a enfrentar en lo que parecía ser la batalla final, las sabinas se interpusieron entre ambos ejércitos combatientes para que dejasen de matarse porque, razonaron, si ganaban los romanos, perdían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos, perdían a sus maridos e hijos. Las sabinas lograron hacerlos entrar en razón y finalmente se celebró un banquete para festejar la reconciliación. El rey de Sabinia Tito Tacio y Rómulo formaron una diarquía en Roma hasta la muerte de Tito.


"El rapto de las sabinas" del pintor francés Nicolas Poussin. Pintado entre 1637 y 1638. Se encuentra en el Museo del Louvre.
La composición muy dramática de estas telas reflejan toda la tensión del episodio. Los personajes son numerosos: los soldados romanos se emparejan con las mujeres que se esfuerzan en huir y lloran. Sólo en medio de un caos, una vieja sabina implora a Rómulo, personaje con el manto rojo que supervisa la escena en la parte derecha de la tabla. La arquitectura está presente como un decorado de teatro. Poussin utiliza un modo de expresión "furiosa" que, según él, describe perfectamente las increíbles escenas de guerra.

"El rapto de las sabinas", del escultor Juan de Bolonia (Doyai, 1529 - Florencia, 1608), conocido en Italia como Giovanni Da Bologna y en España como Juan de Bolonia, fue un escultor francés que trabajó en la Italia de finales del Renacimiento.

"El rapto de las sabinas", de Pietro da Cortona (Cortona, 1596 - Roma, 1669), pintor y arquitecto italiano. Pertenece al período barroco. Es conocido fundamentalmente por su trabajo en el terreno de los frescos decorativos y de la pintura.

Otra picardía de los dioses



"El rapto de las hijas de Leucipo", de Pablo Pedro Rubens.

 El rapto de las hijas de Leucipo

El rapto de las hijas de Leucipo, de Pablo Pedro Rubens, es una de esas pinturas fijas para cualquier historia de la pintura. Desde pequeño la he visto en revistas y libros, pero hasta hace poco me vine a enterar quien era el señor Leucipo y la mala suerte de sus hijas.
Esta gran obra  fue ejecutada hacia el año 1616. Se trata de una pintura al óleo sobre tela, que mide 2,22 metros de alto y 2,09 m. de ancho. Actualmente se conserva en la Alte Pinakothek de Múnich (Alemania).
Se representa un tema mitológico. Cástor y Pólux raptaron a las hijas de Leucipo. No obstante, no se supo que tal era el tema hasta que lo descifró el poeta Wilhelm Heinse en 1777, después de leer los “Idilios” de Teócrito.
Es un cuadro del principio de la carrera de su autor, de transición entre el clasicismo y el barroco. La composición, como en el clasicismo, está calculada y equilibrada. Pero el movimiento, ascendente y en diagonal, construido por masas de color, es ya de un dinamismo típicamente barroco. En los opulentos desnudos se nota la influencia de la escuela veneciana. Los colores son cálidos y deslumbrantes.

"El rapto de Proserpina", de Luca Giordano.

El rapto de Proserpina

Proserpina (del latín proserpere, ‘emerger’) era una antigua diosa cuya historia es la base de un mito de la primavera. Es la equivalente en la mitología romana a la diosa griega Perséfone.  Es una deidad de vida, muerte y resurrección. Era la hija de Ceres y Júpiter, y se le describía como una joven sumamente encantadora.

Venus, para dar amor a Plutón, envió a su hijo Amor (también conocido como Cupido) para que acertase a Plutón con una de sus flechas. Proserpina estaba en Sicilia, en la fuente de Aretusa (cerca de Enna), donde jugaba con algunas ninfas y recogía flores. Entonces Plutón surgió del cercano volcán Etna con cuatro caballos negros y la raptó para casarse con ella y vivir juntos en el Hades, el inframundo grecorromano, del que era gobernante. Plutón era también su tío, pues Júpiter y Ceres eran sus hermanos. Así pues, Proserpina es la Reina del Inframundo.
Su madre Ceres, diosa de los cereales o la Tierra, marchó a buscarla en vano por todos los rincones del mundo. Logró encontrar no más que un pequeño cinturón que flotaba en un pequeño lago, hecho con las lágrimas de las ninfas. En su desesperación, Ceres detuvo enfurecida el crecimiento de frutas y verduras, cayendo así una maldición sobre Sicilia. Ceres rehusó volver al Olimpo y empezó a vagar por la tierra, convirtiéndose en desierto lo que pisaba.
Preocupado, Júpiter envió a Mercurio para que ordenar a Plutón que liberase a Proserpina. Éste obedeció, pero antes de dejarla ir le hizo comer seis semillas de granada (un símbolo de fidelidad en el matrimonio), de forma que tuviese que vivir seis meses al año con él, pudiendo permanecer el resto con su madre. Ésta es pues la razón de la primavera: cuando Proserpina vuelve con su madre, Ceres decora la tierra con flores de bienvenida, pero cuando en el otoño vuelve al Hades, la naturaleza pierde sus colores.


"El rapto de Proserpina", de Gian Lorenzo Bernini. 

Tanto la pintura de Luca Giordano y la escultura de Lorenzo Bernini representan el momento  más dramático: cuando el raptor (Plutón) se esfuerza por cumplir su objetivo y la mujer lucha por liberarse de sus brazos.
Estos temas mitológicos siempre fueron de la preferencia de los artistas y muchas veces representados y solicitados. Los dioses de la antigüedad no tenían complejos en aparecer con defectos y debilidades, sobre todo cuando se trataba de amor. Era un "crimen pasional" comprendido y muchas veces justificado, como hasta hace poco ocurrió en nuestra propia sociedad.


"Il canto delle serene Perseo e Andromeda" de Charles Napier Kennedy. 1890.


Louis Matout (French, 1811-1888)






Dos versiones de Kunstdruck Andromeda de Arthur Hill. La de arriba, delicadamente censurada.





Andromeda de Gustave Doré.


Perseus freeing Andromeda de Emile Bin. 1865.


Perseus and Andromeda by Frederic Leighton (1830–1896), 1891.


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