Kung Fu, la historia del héroe solitario que combinaba artes marciales con enseñanzas budistas. La serie que cambió la carrera de David Carradine, el proyecto trunco que soñó Bruce Lee y la lista de estrellas que acompañó al Pequeño Saltamontes.
Por Santiago García
Un monje budista llamado Kwai Chang Caine (David Carradine) debe huir de China cuando las autoridades le ponen precio a su cabeza por ser el responsable de la muerte del sobrino del Emperador. Caine había vengado a su maestro y guía espiritual Po (Keye Luke), quien había sido asesinado por el mencionado sobrino imperial. El espectador conoce al personaje cuando ya está en Estados Unidos, buscando a su medio hermano. La serie transcurre en un presente del oeste norteamericano y en flashbacks con los recuerdos de Caine en el monasterio. El primer episodio cuenta todo esto y establece las reglas generales que tendrá de ahí en más.
Kung Fu es un rara mezcla de western, artes marciales, melodrama y manual de enseñanza budista que, como suele ocurrir con los grandes éxitos, combinó de manera sorpresiva y efectiva. Toma una estructura clásica de televisión que ya se había visto en El fugitivo y se vería también en El Increíble Hulk: un héroe solitario que deambula a lo largo de las temporadas, encontrando un nuevo espacio para quedarse y perdiéndolo cuando algún evento lo obliga a comprometerse con la situación, llamando la atención sobre su presencia. Una fórmula siempre efectiva y también bastante melancólica. Caine, como los personajes mencionados, está condenado a ser un solitario, como se lo presenta en cada comienzo y cierre de capítulo.
Cuando aceptó el papel, David Carradine no sabía artes marciales. Su entrenamiento recién había empezado casi con el arranque de las filmaciones. Basta ver los primeros episodios para darse cuenta de que apenas podía realizar algunos movimientos. Luego, cuando su instrucción aumentó, ya pudo efectuar más peleas en cámara. Aunque nunca llegó a ser un verdadero experto, su dominio fue creciendo y volviéndose más creíble. Aunque tenía una carrera previa y tuvo una interesante carrera posterior, su nombre quedó asociado para siempre con este rol y las artes marciales, llegando a tener un rol clave en Kill Bill, de Quentin Tarantino.
Durante años hubo una polémica acerca de si esta serie había sido una idea y un proyecto de Bruce Lee. Su viuda dijo en su momento que esto era así. El debate ha durado décadas y los estudios Warner han declarado que no es cierto ese rumor. La verdad es que sí hubo un proyecto con Warner y Lee, llamado The Warrior, que tiene elementos en común con la serie, pero de ninguna manera podría decirse que es Kung Fu.
Bruce Lee era famoso por su trabajo en la serie El avispón verde, y en 1971 lanzó su primer largometraje como protagonista de El gran jefe (The Big Boss) película de Hong Kong que lo convertiría en estrella. Fue su ascendencia la que hizo dudar al estudio acerca de darle un protagónico, por eso no se concretó The Warrior, y tal vez por eso se eligió un actor occidental para ser el rostro de Kung Fu. Si Bruce Lee no hubiera muerto tan joven, es muy probable que la postura habría cambiado y con su fama, mucho mayor, el protagónico no se le hubiera seguido negando. Pero hoy nadie niega que la idea de Kung Fu había sido del productor Ed Spielman.
Con respecto a los orígenes de David Carradine, también se difundió el mito de que era parcialmente oriental. Esto es completamente falso; solo sirvió el rumor para darle un respaldo a la decisión. En la serie sí tiene familia occidental y oriental. Carradine fue levemente maquillado para el papel, sin exagerar los rasgos; el resto fue actuación. El resto del elenco oriental sí lo era; la mayoría chinos, pero no todos. El estricto pero justo maestro Po (Luke) y el más bondadoso maestro Kan (Philip Ahn) son quienes le enseñarán al joven Caine, al que llaman Pequeño Saltamontes, todo aquello que luego empleará en su vida adulta. Otros dos actores interpretan a Caine, niño y adolescente: Radames Pera y Keith Carradine, hermano de David.
Muchos rostros conocidos se ven a lo largo de los 63 episodios de Kung Fu. Algunos son una verdadera rareza, como por ejemplo José Feliciano, que obviamente interpreta a un músico. Los hermanos de David Carradine y su padre, el legendario John Carradine, también aparecen en la serie. Pat Morita, que luego sería el Señor Miyagi en El Karate Kid, pasó por acá también y tomó nota de la idea de artes marciales y enseñanzas budistas. Leslie Nielsen, Don Johnson, William Shatner, Carl Weathers y Gary Busey son más nombres memorables. Pero las dos figuras que luego serían estrellas descomunales e impresiona verlas en roles pequeños son nada menos que Jodie Foster, niña actriz, y Harrison Ford, en uno de los pocos westerns que hizo en su carrera.
Otro dato interesante es el nombre de Caine, una referencia a Caín, el personaje bíblico. El Caine de la serie deambula por el mundo luego de haber asesinado a alguien y también lleva una marca, aunque es la que se hizo en su entrenamiento como monje shaolin.
Pero el legado más interesante de esta serie tan rara es la forma en la que logró traer pensamientos orientales a la cultura occidental. Cada enseñanza que Caine recuerda está asociada a este pensamiento. Luego Kung Fu se inclinará por el entretenimiento, como corresponde, pero en el camino hay muchas ideas que no se harían tan populares en occidente hasta algunos años después. Y las frases más recordadas y repetidas entre las cuales se encuentra la siguiente: “Tu pisada debe ser corta, como si estuvieras pisando papel de arroz. Este papel de arroz es la prueba, frágil como las alas de la libélula. Cuando puedas recorrer su longitud sin dejar rastro, habrás aprendido”.
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