La obra de un artista puede ser significativa tanto por lo que presenta como por lo que no presenta. En un proceso creativo muchas veces es más importante lo que se desecha y no permitir concesiones que llamen la atención o halaguen al gusto popular.
Por Rubén Reveco - Editor
Del pintor ruso Guennadi Ulibin -radicado en España- ofrecemos algunas pinturas que según mi parecer representan lo mejor de su obra. No voy a hablar tanto de su técnica prodigiosa y el resultado impecable de la misma. Siempre que se escribe de Ulibin se destaca este aspecto meramente formal y que no siempre es importante. Por ejemplo, si pintamos una manzana de un modo hiperrealista no será más que una fruta si el pintor no logra que nos diga algo. ¡La manzana tiene que hablar! Y muchas veces el producto de una buena técnica es sólo éso: una cara bonita pero inexpresiva.
Pero este no es el caso. Entre otros aspectos, me llama la atención la atmósfera que logra Ulibin y el momento que elige para hacer actuar a sus personajes. Ya que son puestas en escena muy particulares. Es un realismo mágico con antecedente en la ciencia ficción. ¿Qué hacen esas naves abandonadas en el borde del mar? Esas máquinas de otro mundo me recuerdan el filme “El planeta de los simios”, cuando los protagonistas encuentran a la “Estatua de la Libertad” semi-enterrada en las arenas de una playa.
"El planeta de los simios", película de 1968.
Las pinturas de esta serie son silenciosas. El sol ya se ha ido y el remanente de luz da en forma horizontal sobre los objetos. La luz envuelve con su atmósfera dorada a todos los actores que siempre son pocos: una playa solitaria, una máquina abandonada (pero no destruida) y una mujer joven, desnuda, sola y hermosa.
Mujer casi siempre distante; nunca en un primer plano o cercana al espectador. Es un momento particular. Atardeceres que nos obligan al silencio y a preguntarnos si podremos un día caminar descalzos por esa playa.
Bellas mujeres en ambientes que podrían o no interpretarse como desolados.
ResponderEliminarHay belleza, hay arte.